Las conversaciones comenzaron en abril de 2025. El gobierno de El Salvador, que encabeza Nayib Bukele, ofreció liberar a más de 250 venezolanos que, tras ser deportados desde Estados Unidos, habían sido encarcelados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT). A cambio, Venezuela accedió a excarcelar a opositores al régimen de Nicolás Maduro y a varios ciudadanos estadounidenses detenidos.
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Aunque ninguno de los gobiernos las presentó como un acuerdo formal, las liberaciones fueron interpretadas como un intercambio tácito. La iniciativa sorprendió por su infrecuencia en América Latina y generó reacciones tanto dentro como fuera de ambos países.
Venezuela – El Salvador: el regreso de los liberados y las condiciones del encierro
Según la ONG Foro Penal, al menos 48 presos políticos venezolanos y 9 estadounidenses fueron liberados por el gobierno de Maduro, junto a otro ciudadano norteamericano que no estaba vinculado a causas políticas. Aunque Caracas anunció un total de 80 excarcelaciones, negó que se tratara de una negociación y habló de “decisiones unilaterales”.
Entre los liberados se encontraba el exdiputado opositor, Gregorio Graterol, detenido en El Helicoide. Al salir, denunció condiciones extremas como celdas de castigo, encierro sin juicio y falta de oxígeno. Otros excarcelados relataron haber permanecido en sótanos insalubres, sin atención médica ni posibilidad de contacto con sus familias.

Por otro lado, unos 252 venezolanos que habían sido deportados desde Estados Unidos y estaban presos en El Salvador fueron trasladados en vuelos especiales hasta distintas ciudades venezolanas. Todos ellos permanecían en el CECOT, un centro carcelario de máxima seguridad con duras condiciones de encierro.
A su regreso, varios expresidiarios hablaron públicamente. Denunciaron torturas, aislamiento y abandono. Uno de ellos afirmó que los trataban como animales y que pasaban días enteros sin contacto humano. Las historias coincidieron en describir un régimen de encierro extremo, sin visitas ni acceso a salud.
Los testimonios pusieron en evidencia no solo la situación dentro de los centros de confinamiento, sino también el impacto humano y político que dejó este intercambio.
Las claves del entendimiento diplomático entre Maduro y Bukele
Las negociaciones se extendieron durante varios meses e incluyeron contactos directos entre enviados oficiales y reuniones discretas en terceros países. Estados Unidos también participó, presionando por la liberación de sus ciudadanos detenidos en Venezuela.

El entendimiento se concretó con la liberación simultánea de los presos políticos y la repatriación de los migrantes. Aunque ambos gobiernos evitaron denominar el proceso como un canje formal, la dinámica entre las liberaciones y deportaciones fue interpretada por analistas como un intercambio tácito.
En sus declaraciones, Bukele presentó la operación como un gesto humanitario y un paso hacia la normalización de relaciones con Venezuela. Subrayó que se priorizó a personas “víctimas de sistemas judiciales injustos”.
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Maduro, por su parte, defendió las excarcelaciones como actos de soberanía y prometió responder a futuros pedidos “en defensa de la paz y la justicia”. Más allá de los discursos, el acuerdo dejó en evidencia las tensiones entre diplomacia, derechos humanos y geopolítica. En un contexto regional marcado por agendas pragmáticas, el caso demuestra cómo incluso los gobiernos más diferentes pueden coincidir cuando hay intereses comunes en juego.