El secretario de Minería e Hidrocarburos de Jujuy, Miguel Soler, destacó la importancia de este metal para la economía local y explicó por qué es clave seguir avanzando para agregarle valor al producto.
“Extraer la salmuera, un producto que no tiene valor económico, hacerlo a 4000 metros de altura, en condiciones de trabajo realmente duras, en condiciones climáticas cambiantes y con los problemas técnicos y logísticos asociados, y avanzar hacia la obtención un producto de calidad, que pueda ser adquirido por el mercado, ya es un golazo de mitad de cancha”, afirmó, en diálogo con DEF, el secretario de Minería e Hidrocarburos de Jujuy, Miguel Soler, quien destacó el impacto de la minería del litio en términos de contratación de mano de obra local y desarrollo de una amplia red de proveedores. El funcionario estimó que el total de personas empleadas en esta actividad asciende actualmente a 2000 trabajadores, de los cuales 700 pertenecen a las comunidades originarias.
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en 2018 el litio fue el principal mineral exportado de la provincia y representó el 48 por ciento de las ventas externas de minerales, por delante del plomo (22 por ciento), el zinc (14 por ciento) y la plata (13 por ciento). El único proyecto actualmente operativo es el del consorcio Sales de Jujuy, conformado por la australiana Orocobre, la corporación japonesa Toyota Tsusho y la empresa provincial Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (JEMSE). Ubicado en el Salar de Olaroz, cuenta con una capacidad instalada de 17.500 toneladas de carbonato de litio equivalentes (LCE), pero en una segunda fase proyecta expandirse hasta alcanzar las 42.500 toneladas. El otro emprendimiento, cuya construcción acaba de iniciarse y que se prevé que entre en producción en 2020, es el denominado Cauchari-Olaroz, operado por Minera Exar, una joint-venture integrada por la canadiense Lithium Americas, la china Ganfeng Lithium y JEMSE, con una capacidad instalada proyectada de 25.000 toneladas de LCE.

-¿Qué representa la minería del litio para Jujuy?
-La provincia está posicionándose como la principal exportadora de este mineral, aumentando sus ventas y aportando cada vez más a la balanza comercial del país. El año pasado, obtuvimos unos 120 millones de pesos en concepto de regalías, y la actividad dejó más de 12.500 millones de pesos en concepto de sueldos, impuestos, servicios y contrataciones. Sin embargo, más allá de este panorama, lo que representa la minería del litio para nosotros es el desarrollo de empleo, la contratación de mano de obra local, la capacitación y el desarrollo de proveedores. Hoy en día, tenemos contratistas en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Salta, además de los de nuestra provincia. El impacto económico de la actividad supera con creces lo que la minería del litio genera en términos de regalías y derechos de exportación.
-¿Cuál es el rol de la empresa provincial JEMSE? ¿Existe alguna normativa legal que imponga que JEMSE deba integrar los consorcios que operan los proyectos?
-JEMSE es una empresa estatal creada en 2012, pero funciona hoy con la lógica de una empresa privada. Comenzó a adquirir áreas mineras y, recientemente, las licitó. Esas áreas van a ser exploradas en conjunto con las empresas argentinas que ganaron la licitación, las que a su vez están trabajando y negociando con empresas de otros países. Hay que puntualizar que, de cada 100 proyectos que se exploran, solo uno llega a convertirse en mina y tener una explotación comercial. Con respecto a la participación accionaria, no existe ninguna ley que así lo defina; la participación del 8,5 por ciento tanto en Sales de Jujuy como en Minera Exar se decidió luego de un acuerdo de JEMSE con las empresas operadoras.
-¿Cómo se trabaja en el impacto ambiental de la actividad? ¿Se consulta a las comunidades locales donde se instalan las explotaciones de litio?
-En todos los casos, se ha actuado conforme a derecho y respetando la normativa en vigor. Si así no lo hubiésemos hecho, ningún inversor privado habría decidido establecerse en la provincia. Por otra parte, estamos trabajando con las comunidades originarias y se ha respetado siempre el procedimiento de consulta previa, libre e informada porque queremos que las primeras beneficiarias sean ellas. Lo cierto es que hay un problema respecto de la definición de quiénes son los verdaderos actores en las comunidades. Hay personas que dicen pertenecer a las comunidades y, en realidad, representan sus intereses particulares. Nosotros estamos trabajando fuertemente en procesos de transparencia, control y modernización. Hemos publicado el catastro minero, y los informes de impacto ambiental de cada uno de los proyectos son públicos. Los pobladores no deben temer por la pérdida de sus recursos de agua. Ha habido mucha desinformación de parte de algunos actores interesados. El desafío que tenemos es trabajar con las más de 30 comunidades indígenas, que han dado su consentimiento a los proyectos. Ya hay más de 700 personas, pertenecientes a esas mismas comunidades, con trabajos en blanco en esta industria, condiciones laborales muy buenas y salarios promedio de 30.000 pesos, y también se están desarrollando muchos proveedores. Lamentablemente, si bien la actividad es muy importante para la provincia, por sí sola no es suficiente para solucionar los problemas económicos locales. En números duros, hoy Jujuy tiene cerca de 90.000 empleados públicos, 60.000 privados y más de 100.000 planes sociales.
“Estamos trabajando con las comunidades originarias, respetando el procedimiento de consulta previa, libre e informada sobre cada proyecto. Queremos que ellas sean las primeras beneficiarias”.
-En 2017, se inauguró en Palpalá el Centro de Investigación y Desarrollo en Materiales Avanzados y Almacenamiento de Energía de Jujuy (Cidmeju). ¿Cuáles son las líneas de trabajo de este instituto?
-El proyecto vincula a la provincia, la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) y el Conicet. El equipo de la doctora Victoria Flexer está trabajando en el tema de los cátodos de baterías, que soñamos algún día poder fabricar en el país. Por otro lado, se están investigando nuevos métodos de extracción del litio, que hasta ahora se encuentran en una etapa piloto. El desafío es que el mercado sea lo suficientemente grande y amplio para que requiera estos servicios y pueda contratarlos. Existen discusiones y las empresas siempre reclaman que el Conicet realice investigaciones que sean aplicables.
-¿Las empresas podrían estar, entonces, interesadas en estos desarrollos?
-Ninguna empresa quiere perder plata. Los métodos van a depender económicamente de la decisión que tome cada empresa, pero si se les ofrece un método superador podrían adoptarlo. Actualmente, los métodos de extracción que la provincia ha aprobado fueron sometidos previamente a una evaluación y un monitoreo de su impacto ambiental. Además, se les exige a las empresas un porcentaje importante de recuperación del mineral. O sea, que no haya una pérdida económica para la provincia y que no se produzca un daño al ambiente que no pueda ser controlado.
-¿En qué estado se encuentra el agregado de valor a nivel provincial y cómo juega el convenio firmado con el grupo italiano SERI?
-La provincia de Jujuy firmó un convenio con el grupo italiano SERI para ensamblar baterías localmente. Hay un tema económico real del país y todos tenemos el sueño de generar el impacto económico que tendría la fabricación local de baterías. Hoy estamos trabajando para afianzar firmemente la actividad productiva “aguas arriba”, que es la industria minera y el impacto económico que genera. A partir de ahí, si con el carbonato de litio queremos avanzar “aguas abajo”, hacia la producción del hidróxido de litio y de los cátodos para la fabricación de baterías, que después podrían colocarse en vehículos, eso requeriría un desarrollo productivo inmenso, millones de dólares en inversiones, tecnología, capacitación, mano de obra y el logro de un producto competitivo en el mercado global. Eso requiere de un análisis muy complejo y podríamos lograrlo dentro de cinco o 10 años si trabajáramos con políticas serias, ordenadas y firmes. Se necesita una inversión millonaria y no solamente en minería, que es la industria madre, sino en todas las otras industrias que utilizan esa materia prima para ir desarrollando los subproductos necesarios para concluir con la fabricación de las baterías.