Poco trasciende sobre lo que hacen las Fuerzas Armadas Argentinas para recuperar su capacidad operativa. Emprendimientos que los medios de comunicación masivos prácticamente no se ocupan en señalar. Sin embargo, la realidad es hasta a veces, increíble. Son muchos y algunos, de gran importancia. Si bien han sido tiempos de “vacas flacas” (y lo siguen siendo, sobre todo económicos y financieros) donde la falta de interés del gobierno por ellas ha sido el denominador común de una política de Estado en esta última década, desde el ministerio de Defensa se vienen observando positivas señales para tratar de recuperar ese potencial. En ese sentido, basta con caminar unidades, cuarteles, fábricas de armas y municiones, dependencias e institutos técnicos militares y especializados, y astilleros, entre otros, para tener una idea del trabajo que en silencio y sin alharacas, realizan los hombres de armas y los civiles que los acompañan. Un universo donde las sorpresas aparecen una tras otra. En esa recorrida, el cronista de DEF fue testigo de muchas iniciativas realizadas con ingenio, capacidad y mano de obra enteramente nacional. A vuelo de pájaro, las presentamos. Por supuesto, hay otras que quedan en el tintero y que serán motivo de una próxima nota.
DEL UH1H AL HUEY II
El Batallón de Abastecimiento y Mantenimiento de Aeronaves 601, del Comando de Aviación de Ejército, en Campo de Mayo, es una suerte de milagro tecnológico. No exageramos. Un equipo de 140 expertos oficiales y suboficiales, con el que colaboran estudiantes avanzados de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y de la Escuela de Educación Técnica Nº 8 Jorge Newbery, de Villa Luzuriaga, convierten al helicóptero UH1H, en su versión mejorada, el Huey II. Con precisión de relojería, cambian el cono de cola, el mástil, las palas del rotor principal, el tren de potencia y modifican otros elementos que le asegurarán mayor vida útil. Además del decapado para pintarlos a nuevo con un método que no daña el metal. Ya están en vuelo.
A pocos metros de allí, se levanta el taller Soberanía. Asombra. En sus modernas instalaciones reparan y mantienen los motores Lycoming de aquellos veteranos “caballos del aire”. Es único en Sudamérica y permite su recorrida completa (el overhaul, como le dicen) que antes se hacía en el exterior a un alto costo. Hoy, el Estado ahorra 300.000 dólares por conversión y más del 50 por ciento en la ejecución de cada trabajo. La frutilla del postre es el banco de pruebas para testearlos. Lo construyó una empresa argentina con partes de aviones Mohawk en desuso. Totalmente digital, puede simular todo tipo de fallos y situaciones para poner a punto aquellas plantas de energía. “En el cielo no hay banquinas”, es el lema que mueve a esos soldados que allí trabajan.
EL GAUCHO Y COMPAÑÍA
En Boulogne, provincia de Buenos Aires, en el Centro de Mantenimiento, Recuperación y Reconversión de Vehículos de Combate, de la Dirección de Arsenales del Ejército, las sorpresas van en aumento. La vedette es, sin dudas, el VLEGA (Vehículo Liviano de Empleo General Aerotransportable), llamado simplemente, Gaucho, y desarrollado en conjunto con el Ejército del Brasil. Con el apoyo de una empresa privada, especialista en construcción de vehículos 4×4, se diseñó y fabricó el chasis, se montaron el motor-propulsor, la transmisión, los sistemas de dirección y amortiguación y la carrocería. En Río de Janeiro, los ingenieros militares instalaron los sistemas de frenos, refrigeración, electricidad, escape, combustible y varios accesorios. Hoy, su fabricación en serie es un hecho. Existe hasta una versión con blindaje.
En esa misma unidad, pusieron a nuevo los vehículos blindados de la familia M113. Los “pelaron” por completo y como un kit de un hobby para armar, los mejoraron e hicieron varias modificaciones. Entre ellas, convirtieron a algunos en porta morteros de 120 mm. Y ahora, están en plena modernización de los vehículos de combate TAM (Tanque Argentino Mediano). La intención es reparar 50 tanques por año hasta llegar a los 230 de la dotación completa. También, de sus laboratorios, surgieron el simulador Neo Nahuel 05 que reproduce situaciones de combates entre blindados sin utilizar munición real, ni movilizar tropas ni vehículos con el consiguiente ahorro de combustible y de medios; las baterías a partir de las pilas de hidrógeno que podrán propulsar a esos “monstruos” de 40 toneladas y el taller para el recapado y fabricación de cubiertas para camiones y otros móviles sin tener que recurrir a terceros.
MISILES, CAÑONES Y MUNICIONES
El Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITIDEF), en Villa Martelli, es una fuente inagotable de proyectos y realizaciones. Hacen de todo.
Los desarrollos son dignos de mencionarse. Sus técnicos y operarios entre otros, dieron vida al cohete Gradicom PCX, de 60 kilómetros de alcance, repotenciaron los misiles Magic para la Fuerza Aérea y los Aspide y Exocet para la Armada; modernizaron el cañón Citer de 155 mm y fabricaron el cañón de artillería de campaña helitransportable Caliv, de 105 mm, para el Ejército. La lista sigue: diseñaron elementos de visión nocturna para buques y blindados, simuladores para tiro con armas portátiles y de artillería y el misil Martín Pescador.
La Dirección General de Fabricaciones Militares es la encargada de hacer realidad esos prototipos. Por eso, múltiples son sus producciones. Entre ellas, el cohete antitanque descartable Mara, portátil y de corto alcance que se fabrica en serie. Mientras tanto, en las cuatro fábricas de armas bajo su órbita –las de Azul, Córdoba y Santa Fe-, se hacen municiones (con un récord de 11 millones de unidades durante el año pasado), pólvoras, explosivos de distinto tipo, cartuchos, material disuasivo, armas y repuestos para pistolas, TNT, cargas para granadas y lanzacoheteras múltiples y móviles. Y por si esto fuera poco, reparan vagones de trenes. Además, diseñaron una planta de desmilitarización, dotada de nueve acoplados con la que evitan trasladar la munición vencida y trasportarla a todas las unidades del país. ¿Lo sabía?
LOS NO TRIPULADOS
Con el nombre de Lipán I, el Ejército puso en el aire en 1996, un avión no tripulado (ANT). Nacido de la inventiva de diseñadores y técnicos de la Agrupación Apoyo de Inteligencia fue el puntapié inicial para sus versiones II y IIB. Esta última, dotada con modernos sistemas electrónicos aún opera en el Destacamento de Inteligencia de Combate 601, en Campo de Mayo y unidades afines. Con esa experiencia, surgió el Lipán III, con una mayor autonomía de cinco horas, rango operativo de 40 kilómetros, motor con doble potencia y otros adelantos técnicos como un giróscopo que mantiene estable sus cámaras para obtener imágenes de excelente calidad. Una de ellas, infrarroja térmica, permite operar de día y de noche y detectar, por ejemplo, a soldados ocultos en el follaje y vehículos con enmascaramiento por diferencia de temperatura.
Sin embargo, desde 2008 tiene un competidor. Se llama Carancho (los íntimos le dicen las Alitas) y fue desarrollado por el Destacamento de Inteligencia 601. Es un pequeño avión que no requiere de terrenos especialmente aptos ya que por sus características técnicas es operable en los más variados ambientes geográficos. La maniobrabilidad y el fácil manejo son sus principales virtudes y acompañará a patrullas, radares terrestres y otros sistemas de detección con los sensores que lleva en el morro.
Y si nos referimos a los vehículos a control remoto, la pericia de los hombres de la Escuela Superior Técnica del Ejército dio como resultado el UGV, de apenas 70 centímetros de ancho y 50 de alto. Con el manejo de un joystick, puede meterse en cualquier parte para explorar y detectar explosivos a 300 metros de distancia y utilizarse en casos de catástrofes y desastres naturales.
SUBMARINOS Y BUQUES
A pocos metros del monumento a España y de la exciudad deportiva de Boca Juniors, en la Costanera Sur, funciona a pleno uno de los emprendimientos más impresionantes en materia militar. Así es. En el Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR), que nació de la conjunción entre los astilleros Tandanor y Almirante Storni, no solo están capacitados para hacer la media vida de un submarino (una recorrida de su interior que incluye cortarlo por la mitad para llegar hasta sus lugares más recónditos y luego, volver a unirlo con precisión milimétrica), sino también para reparar enormes naves como el Rompehielos Irízar, en plena ejecución, y naves de guerra como la lancha rápida Indómita. En ambos casos y en sus enormes galpones, técnicos, obreros de ambos astilleros y los hombres de la Armada, realizan una tarea única en la región, que es observada con gran atención por muchos países del mundo. El sumergible San Juan está en la fase final de su puesta a punto. A su lado, rescatado de la maleza y la intemperie donde había quedado, el submarino Santa Fe espera su máxima consagración: que le coloquen un reactor nuclear para convertirse en una versión atómica después de 2015. Tal como lo había anunciado públicamente la exministra de Defensa, Nilda Garré, en junio de 2010, “La Armada Argentina nunca renunció a poseer una nave de esas características”. En ese sentido, el INVAP (Investigación Aplicada, Sociedad del Estado) ha diseñado un reactor nuclear a partir de un desarrollo anterior, el CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares), que puede ser convertido para su uso militar. Más allá de las negativas para conocer su factibilidad y realización, es una atractiva posibilidad que seguramente competirá con la de los brasileños, anunciada con bombos y platillos. En ciernes y a pesar de voces encontradas sobre sus características técnicas, el gobierno asignó 150 millones de dólares para construir los Patrulleros Oceánicos Multipropósito (POM). El proyecto espera buenos vientos. ¿Soplarán, finalmente?
COMO EL AVE FÉNIX
Luego de años de esplendor, entre las décadas de 1930 y 1950, la ex Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, hoy Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” (Fadea), busca reverdecer aquellos laureles que pusieron al país entre los cinco en el mundo en contar con un avión a reacción salido de sus talleres: el Pulqui II. En 2009 y luego de estar concesionada durante casi veinte años a la estadounidense Lockheed Martin, sus esfuerzos apuntan a la remodelación del avión de entrenamiento IA-63 Pampa serie II. Las cosas van desde la remotorización con los nuevos Honeywell TFE731-40 de ocho de ellos, hasta la fabricación de otros tantos nuevos fuselajes que se sumaron a otros diez en existencia. Los vuelos de pruebas con el nuevo motor no se hicieron esperar. Ahora está en proceso de diseño el Pampa NG (Nueva Generación), para apoyo aéreo cercano, de reducidos costos y mantenimiento. Por otra parte, incrementó las capacidades de ingeniería, fabricación y mantenimiento de partes del IA-58 Pucará. Y puso en marcha el programa de desarrollo del nuevo avión de entrenamiento básico IA-73, que será usado a partir de 2013 por la Fuerza Aérea Argentina. La máquina -pensada para la instrucción de vuelo primaria y básica de los aspirantes a piloto-, reemplazará a los Beechcraft T-34 Mentor en servicio desde 1958.
La primicia fue lanzada por el ministro de Defensa del Brasil, Nelson Jobim. Durante su visita a nuestro país y acompañado por su par, Arturo Puricelli, reveló la intención de que ambos países participen en forma conjunta en el desarrollo y manufactura del avión de transporte militar KC-390, entre Embraer y Fadea (ver recuadro).
Como colofón, el Instituto Universitario Aeronáutico (IUA) de Córdoba sorprendió con la presentación de la bomba planeadora Dardo II. Luego de ser probada con óptimos resultados desde los Mirage IIIC y los A-4AR Fightinghawk, está en proceso de producción en serie. Con una guía por GPS puede ser lanzada desde unos 10.000 metros de altura logrando un alcance de 40 kilómetros con 125 kilos de carga útil y 250 de peso sin propulsión.