Hubo lágrimas, no de uno, sino de varios argentinos. ¿Por qué un avión F-16, una máquina letal, sin alma (y sin aún haber sobrevolado el Obelisco porteño), provoca una emoción de esas características en adultos y jóvenes? El corazón no entiende de razones, argumentan por ahí, y se sabe que la pasión es parte del ADN argentino: si algo nos distingue del resto de los mortales es que sentimos la celeste y blanca en las entrañas y, si podemos, la defendemos a morir. Como dice Pablo Sandoval, el personaje que interpreta Guillermo Francella en la película El secreto de sus ojos: “No se puede cambiar de pasión”.
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Este sábado, en Casa Rosada, en el Obelisco y en Río Cuarto, provincia de Córdoba, DEF pudo confirmar que, cuando se trata de nuestro país, los argentinos somos los más apasionados del mundo. Y en esta jornada, el F-16 fue el disparador, el motivo que nos sacó de la cama con los primeros rayos del sol y nos empujó hacia los puntos de sobrevuelo para volver a reunirnos bajo una misma bandera y comprobar, al alzar la mirada, que el cielo fue, más que nunca, celeste y blanco.
Los F-16 en Buenos Aires
El sábado 6 de diciembre el cielo fue la excusa del encuentro. En Río Cuarto, Córdoba, y en Buenos Aires, miles de argentinos se acercaron a los lugares de sobrevuelo para recibir a los nuevos F-16. Entre banderas celestes y blancas, el recuerdo de Malvinas y familias reunidas -mate en mano-, la emoción se elevó junto con los aviones.
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En Buenos Aires, el reloj aún no había marcado las 7.30 horas y el termómetro ya tomaba carrera para poder superar los 30º grados de temperatura. Sin embargo, en la Plaza de la República, en el Obelisco porteño, cientos de personas comenzaban a congregarse.
A mano, todos llevaban consigo el recorrido que iban a hacer las seis primeras aeronaves que, tras ser compradas a Dinamarca como parte de un paquete de 24 aviones, llegaban al país para comenzar a operar bajo la órbita de la Fuerza Aérea Argentina: primero pasarían por la zona de aeroparque, luego por el Obelisco, seguidamente por Casa Rosada y Avenida de Mayo y, para encarar el trayecto a Río Cuarto, volverían a sobrevolar la Plaza de la República.
Paralelamente, en Córdoba, la ciudad de Río Cuarto se preparaba para poder recibirlos en cuestión de minutos. Cabe recordar que, dependiendo de la velocidad, estos aviones pueden llegar a recorrer 400 kilómetros en tan solo 12 minutos. Allí también estaba el presidente Javier Milei junto al ministro de Defensa Luis Petri y la cúpula militar, entre ellos, el jefe de la Fuerza Aérea, el brigadier mayor Gustavo Javier Valverde; el titular del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, brigadier general Xavier Julián Isaac; el líder del Ejército Argentino (próximo a asumir frente a la cartera castrense), teniente general Carlos Alberto Presti, y de la Armada, almirante Carlos María Allievi.
Las emociones del F-16: “Soy un aficionado a mi país”
DEF se acercó a uno de esos argentinos que madrugó un sábado para ver los nuevos aviones. “Me llamo Miguel Coppola. Vine con esta remera, con las Malvinas, que, en la espalda, dice `Prohibido olvidar´. Vine motivado por la gesta y el recuerdo de los héroes”, confiesa. A pocos metros, Diego -junto a su pequeño hijo- cuenta: “Fueron muchos años de espera. Yo soy un aficionado, pero más que nada a mi país. Te cuento que hace unos años yo no lucía la camiseta argentina, pero hace un tiempo que la visto. Estoy esperanzado”.
A pocos metros, dos porteños toman mate, vienen de Núñez, y cuentan que, si bien iban a acercarse el día domingo, al adelantarse el pasaje (debido a las malas condiciones meteorológicas que se esperan para Río Cuarto el día 7 de diciembre), tomaron el termo y se dirigieron al Obelisco. “Había que venir. Son 10 minutos, pero son los mejores minutos de la vida”, confiesa Rodolfo.
“Estos aviones son para mi país, que es donde yo vivo y también lo hacen mis hijos y mis nietos”
Gustavo Benedini es uno de los argentinos emocionados hasta las lágrimas. Ronda los 65 años y lleva una bandera celeste y blanca a modo de capa, como si le diera superpoderes. ¿Cómo DEF no iba a dialogar con este ciudadano conmovido por los F-16?
¿Por qué lo emocionan estos aviones? “Porque amo a mi país y va a empezar a tener armas para defenderlo y cuidarlo. Estábamos desarmados, siendo la octava geografía del mundo y uno de los Estados con más recursos. Algo inconcebible”, responde.
Su presencia es más que meritoria; trabajó toda la noche en un Uber y, 45 minutos antes del pasaje de los F-16, decidió cortar la jornada laboral para dirigirse al Obelisco. “Estoy sin dormir y, de acá, regreso a mi casa, en La Matanza. Pero me voy feliz, porque estos aviones son para mi país, que es donde yo vivo y también lo hacen mis hijos y mis nietos”, dice.
Desde San Fernando al Obelisco para ver a los F-16
Héctor y José Augusto Ramírez también están en la Plaza de la República. Son dos hermanos, de 26 y 15 años, que cuentan que vienen desde San Fernando. “Llegamos justito, no queríamos perdernos esto. Yo quería mostrarle a mi hermano menor”, dice Héctor, el mayor, al borde de la emoción, mientras cuenta que es efectivo de la policía bonaerense.
¿Por qué estás conmovido? “Esto es hermoso. Amo a mi patria y poder cuidar y defender a los argentinos”, responde Héctor, y agrega: “Lamentablemente, no pudimos traer a los viejos, porque tenían cosas que hacer, pero a él, mi hermano, se lo había prometido. Deseo que él pueda estudiar y crecer en este país. Estos aviones representan nuestra soberanía”, contesta.
Un piloto de caza en el Obelisco, la palabra del comodoro Luis Briatore
Son varios los medios de comunicación que cubren el pasaje de los F-16 por el cielo porteño. El comodoro (retirado) Luis Briatore, piloto de caza de la Fuerza Aérea Argentina, es, en estos momentos, una de las figuras más buscadas por los distintos canales para entender el funcionamiento de los nuevos aviones.
En varias oportunidades habló con DEF, pero esta es histórica: finalmente, aquello que tanto había deseado, llegó al país. En ese sentido, el comodoro siempre fue claro: tuvo la oportunidad de volar a los Mirage, pero, cuando fueron desprogramados, Argentina perdió con ellos la capacidad supersónica para poder custodiar el cielo.
“Es algo histórico, patriótico y esperado por mucho tiempo. Pensamos en el futuro del país y en el de la Fuerza Aérea. Realmente es muy emocionante. Estas muestras de la gente me conmueven porque vemos que surge amor por la bandera”, confiesa a DEF.
