Junto con la Universidad Nacional del Centro y el Instituto Pladema de Tandil, el Ejército Argentino desarrolló un simulador de tiro de armas portátiles, herramienta clave para el entrenamiento del combatiente de infantería.
El combatiente de Infantería, en el Ejército Argentino, es aquel que se desplaza en el terreno para entrar en contacto directo con el enemigo, es decir, en la primera línea. Allí, donde se juega el todo por el todo, los efectivos cuentan con el armamento individual, no sólo para protegerse, sino también para poder desplazarse dentro de un ambiente especialmente hostil.
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Para lograr la eficiencia de éstos efectivos, y complementar el adiestramiento con munición de guerra en un polígono, el Ejército Argentino adoptó un nuevo simulador de tiro de armas portátiles.
Si bien es una herramienta ampliamente utilizada dentro de las Fuerzas Armadas, este simulador tiene un valor agregado: fue realizado de manera conjunta con la Universidad Nacional del Centro y el Instituto Pladema de la ciudad de Tandil, provincia de Buenos Aires.

Para conocer más sobre esta iniciativa, DEF se trasladó a la Escuela de Infantería del Ejército, en Campo de Mayo. Allí, los instructores reciben anualmente a cientos de militares, provenientes de los institutos de formación y de las distintas unidades que esta Arma de la Fuerza tiene a lo largo y ancho del país, con el objetivo de capacitarlos y perfeccionarlos, entre otras temáticas, en tiro.
Un dato: el lugar, donde también se capacita a los francotiradores del Ejército, lleva de nombre “Teniente primero postmortem Luis Carlos Martella”, un héroe e infante caído en combate mientras defendía nuestra soberanía en la Guerra de Malvinas.
Un simulador de tiro de armas portátiles pensado por y para el Ejército Argentino
Días atrás, la Escuela de Infantería del Ejército recibió un nuevo simulador de tiro de armas portátiles, una herramienta fundamental para los cursos que brinda la Fuerza. Además, dentro de la variedad de capacitaciones, este organismo se encarga de perfeccionar a los instructores de tiro y tiradores especiales.
“Este simulador permite que el instructor a cargo del efectivo pueda ver la progresión propia del tiro antes de pasar por el polígono, ya con munición real”, explica el director de la Escuela, teniente coronel Martín Barbosa.
¿Es algo específico de la Infantería?, “Sí porque al tiro, en el Arma, lo tenemos bien arraigado. Es un concepto básico para las distintas operaciones”, responde el titular de la Escuela. A su lado, uno de los instructores de los cursos vinculados a la temática, el teniente primero Cristian Leal, cuenta que él debió trasladarse a Tandil para trabajar de forma estrecha con el personal de la Universidad.

Allí probaron el simulador y evaluaron el modo en el que respondía. “Luego vino un prototipo a la Escuela de Suboficiales del Ejército ‘Sargento Cabral’”, comentó el joven oficial. El primero se instaló allí justamente porque este instituto -que alberga a quienes se inscriben para hacer la carrera de suboficiales dentro de la Fuerza- tiene un número mayor de educandos.
Para Barbosa, ello permitió profundizar cuestiones como la secuencia de tiro, aspecto de suma relevancia considerando el trayecto que recorre el ciudadano en la Fuerza: desde que ingresa, hasta el momento en el que se prepara para ir a un polígono y dispara con munición de guerra.
“A la Escuela de Infantería, en cambio, vienen educandos con una instrucción individual básica ya superada”, agrega.
“Esto no reemplaza al polígono, lo complementa y mejora”
Mientras la Universidad de Tandil se encargó del kit, el Ejército puso énfasis, entre otras variables, en el funcionamiento del fusil, en el modo en el que se utiliza el cargador y cómo se ve un blanco.
“Ellos buscaban la forma de reemplazar el mecanismo de fusil para que el tirador pueda desarrollar las destrezas básicas de forma eficaz en el simulador. Además, éste no tiene ninguna conexión inalámbrica, es todo con carga de gas”, explican desde Campo de Mayo, al tiempo que agregan que el objetivo es que el tirador pueda finalizar las sesiones de simulador con una técnica afinada, de manera de ir mejor preparado al polígono.
“Esto no reemplaza al polígono, lo complementa y mejora”, insiste Barbosa. En palabras del teniente coronel, la información recolectada por el simulador es utilizada por el instructor, que es quien lleva la materia en el marco de la Escuela de Infantería.
Lo cierto es que los simuladores de tiro son algo cotidiano en todos los ejércitos del mundo. De hecho, Barbosa recuerda que, hace casi 30 años, recibió entrenamiento en un simulador de origen estadounidense. Por entonces, éstas herramientas no tenían tanques autónomos, sino una manguera conectada a un comprensor.
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“Es una tendencia en la educación militar. Es un criterio de progresión en el adiestramiento y tiene que ver con reducir costos en el consumo de munición”, comenta.
En el presente, el simulador utiliza un depósito de gas que simula un cargador de fusil: este, al momento del disparo, produce el retroceso de las piezas móviles del armamento, tal como lo haría el fusil en la realidad. De hecho, como el verdadero, tiene una autonomía de 20 disparos.

Así como los pilotos deben acreditar horas de vuelo en simulador, los tiradores del Ejército obtienen una certificación por exigencias: “Un efectivo puede -o no- requerir de varios ciclos para corregir la destreza. No es cuestión de cantidad de horas, sino de certificar competencias”.
Desde Campo de Mayo cuentan que, además, la Escuela de Infantería tiene la responsabilidad de enseñar a quienes, a lo largo y ancho de la República Argentina, van a ejercer el rol de instructores de tiro en el ámbito de la Fuerza. “Perfeccionamos al educador, no al ejecutor. Así generamos autonomía para el interior del país”, resume Barbosa.
¿Cómo es la compleja instrucción que recibe un tirador en el Ejército?
Desde Campo de Mayo, los efectivos de la Escuela de Infantería refuerzan la idea de que no es tan simple para un militar, tomar el armamento y efectuar un disparo con precisión.
“Existe un proceso. El ciclo de instrucción individual básico de un soldado voluntario, que es continuo, tiene una duración aproximada de entre 10 o 12 semanas. El ciudadano que se incorpora recién realiza el tiro durante las semanas 8 o 9, dependiendo de la programación. Durante esos días, recibe instrucción sobre cómo adoptar una posición, cómo tomar el fusil, cómo accionar el disparador o como armar, desarmar y controlar el armamento”, cuenta Barbosa.
Dentro de ese contexto, incorporan herramientas fundamentales vinculadas a la seguridad durante la actividad. En el simulador, también respetan esas normas. Obviamente, los riesgos -vinculados a una imprudencia en el manejo del armamento– no existen.
Menor costo y detección de errores
El teniente coronel Barbosa es contundente: “Uno de los mayores costos que tienen los ciclos de formación o de perfeccionamiento es el valor de la munición. El simulador, lejos de reemplazar al tiro con munición de guerra, genera etapas”.
En ese sentido, esta herramienta prepara al combatiente para efectuar el tiro: “Es decir, hay recursos técnicos que nos permiten detectar un error de ejecución, como en la acción del dedo en el disparador. Si no tuviésemos esto hay errores de ejecución que quizá no podríamos detectar porque el ojo humano no lo percibe”, explica.

Y agrega: “Con el software podemos ver cómo funciona el arma al momento del disparo. Si nosotros tiramos con munición de guerra, vemos sólo dónde perforó el proyectil en el blanco”.
Para tener en cuenta: este simulador permite la recreación de distintas situaciones para que el tirador pueda reaccionar. De hecho, esas condiciones se ajustan a un método previamente estudiado y establecido por el Ejército. “Dentro de esas situaciones, se pueden cambiar ciertas particularidades en el tiro, como las condiciones meteorológicas o la visibilidad”, dice Leal.
Este último se trasladó a Tandil para ejercer como asesor operativo y poder aportar en todo aquello que permita asemejar el sistema a escenarios reales. Por ejemplo, situaciones de tiro incorporadas que incluyen recambio de cargador y el tiempo que requiere esta acción. Además, Leal transmitió los requisitos propios del reglamento utilizado en la Fuerza.
Un método para disparar
La Infantería del Ejército cuenta con el Método Optimizado de Tiro Escuela (MOTE) para poder perfeccionar la técnica en la corrección de puntería y posiciones del tirador. Obviamente, al momento de desarrollar el simulador, tuvieron en cuenta esta herramienta y la incorporaron.
Barbosa cuenta que el método se empleó hace casi dos décadas. Por entonces, un oficial (hoy retirado) interesado en la materia Tiro cuestionó la metodología vigente en el Ejército y desarrolló una nueva propuesta: ésta fue evaluada, comparada y, finalmente, fue elegida para reformular las exigencias. Barbosa insiste en el hecho de que el simulador haya podido incorporar el método, ya que de esa manera se logra la eficiencia óptima.

Cabe señalar que, en el presente, el simulador está preparado para tiro con fusil. De hecho, el armamento utilizado se debe guardar en la sala de armas. “Para el simulador, solo se le cambia un componente”, detalla Barbosa, al tiempo que explica que el método adoptado establece que cada tirador tiene un fusil asignado, eso permite que el individuo pueda corregir su aparato de puntería y que éste quede reglado con el efectivo. En definitiva, asegura mayor precisión en el polígono.
“Este fusil -que el tirador tiene asignado en la sala de armas- puede configurarse. Así el combatiente tira con el fusil que va a llevar a la guerra”, relata Barbosa. Desde Campo de Mayo no descartan que, en los próximos prototipos, puedan incorporar el tiro con pistola.
Simulador para los francotiradores del Ejército
En las instalaciones de la Escuela de Infantería también se capacita a los tiradores especiales –francotiradores– que la Fuerza posee en todo el país. En este caso, el simulador resulta fundamental.
Como detalla Barbosa, este curso está orientado a un rol de combate específico que requiere de la destreza del tiro para realizar un disparo preciso, desde las distancias medias hasta las más largas: “Se pueden detectar aquellos errores y destrezas finas que faltan perfeccionar”.

Cada unidad de Infantería tiene tiradores especiales. Por eso, la Escuela los recibe y los adiestra. Obviamente, no todos son aptos para ejercer este rol: “Tienen que ser efectivos destacados, pero no solamente por su competencia, sino también por el perfil psicológico y físico”, detalla.
“La experiencia que esa persona tiene dentro de la organización es de excepción en comparación con un tirador común, ya que opera separado de la fracción, tiene que alcanzar posiciones muy selectivas para que el empleo de su arma sea óptimo, tiene que saber sobre manejo de cartografia, comunicaciones y, finalmente, trabaja en soledad. Además, debe resistir las condiciones atmosféricas con mayor grado de capacidad que un tirador común”, explica.
Lo cierto es que el curso no se realiza de forma anual, ya que la Fuerza busca continuidad -por parte de los tiradores especiales- dentro de la organización. Así, con el pasar del tiempo, el efectivo designado se irá perfeccionando. El curso, en líneas generales, se realiza con el objetivo de generar reemplazos: los reflejos cambian a medida que el ser humano envejece.
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“La idea es abarcar el adiestramiento del tiro de forma integral; teniendo en cuenta la actualización de la doctrina, el planeamiento de la materia, la ejecución, la supervisión y el seguimiento”, finaliza el director de la Escuela de Infantería.