En un momento clave de la guerra, cuando se especula con una inminente negociación para poner fin al conflicto con Rusia, Ucrania busca acelerar el desarrollo de su programa misilístico secreto.
Según información difundida por el semanario británico The Economist, el objetivo del gobierno de Volodimir Zelenksy es recuperar las capacidades de Ucrania en el desarrollo de misiles de largo alcance.
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En noviembre pasado, las FF.AA. ucranianas golpearon por primera vez territorio ruso con misiles tácticos ATACMS, de fabricación estadounidense. El ataque se produjo en la región de Bryansk, al oeste de Kursk, que tropas ucranianas mantienen parcialmente ocupada desde agosto.
El objetivo de Ucrania: desarrollar misiles de largo alcance
El nuevo misil en el que trabajan los técnicos ucranianos es el Trembita, que toma el nombre de un típico instrumento de viento, también conocido como “trompeta de los Cárpatos”. Según reconstruye The Economist, su moderno motor es una adaptación del utilizado por el antiguo misil V-1 alemán, utilizado en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial.
El modelo básico del Trembita alcanza velocidades de 400 km/hora y tiene un rango de alcance de 200 kilómetros. Sin embargo, se está trabajando en una versión más sofisticada, capaz de alcanzar Moscú, ubicada en línea recta a 756 kilómetros de Kiev, la capital ucraniana.

Se estima que el costo de producción de este misil arranca en los 3000 dólares por unidad, a los que se suman otros 15.000 dólares para completar su carga con una ojiva de 20 o 30 kilos. Es un valor relativamente económico para los estándares de la industria armamentística a nivel global, según explica The Economist.
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Ucrania busca recuperar capacidades de la era soviética
Para evitar ser alcanzados por las poderosas armas rusas, la producción de misiles ucranianos se desarrolla actualmente en búnkers subterráneos protegidos, ubicados en sitios secretos.
Ucrania fue líder mundial en desarrollo de tecnología misilística y espacial durante la era soviética. Sin embargo, en 1994, con la firma del Memorándum de Budapest, entregó su arsenal nuclear para convertirse en miembro del Tratado de No Proliferación (TNP). Se calcula que, hasta ese momento, se encontraban almacenadas en territorio ucraniano unas 1240 ojivas nucleares estratégicas.

Entre las “joyas” perdidas de la industria armamentística, que el gobierno de Kiev busca recuperar, se encuentra la planta Pivdenmash -la antigua Yuzhmash soviética-, en la ciudad de Dnipro. En noviembre pasado, esas instalaciones, que al parecer estaban vacías, fueron alcanzadas por el poderoso misil balístico ruso Oreshnik.
Un detalle de color —o no tanto— es que el segundo presidente de la Ucrania postsoviética, Leonid Kuchma, ingeniero aeroespacial de profesión, fue director general de Yuzhmash entre 1986 y 1992. Kuchma ocupó el cargo de primer ministro, entre 1992 y 1993, y la jefatura del Estado, entre 1994 y 2004.