En las últimas semanas, varias grandes empresas de tecnología revisaron y, en algunos casos, cancelaron contratos millonarios relacionados con la inteligencia artificial (IA), lo que generó interrogantes sobre la verdadera demanda y sostenibilidad de esta tecnología en el mercado actual.
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Inteligencia artificial: las empresas que dieron marcha atrás
Microsoft, uno de los líderes en el desarrollo de IA, comenzó a cancelar arrendamientos por una cantidad significativa de capacidad en centros de datos en Estados Unidos. Esta medida sugiere una posible preocupación sobre la construcción de más infraestructura de IA de la que realmente se necesitará a largo plazo.
Según informes, la compañía anuló alquileres por “un par de cientos de megavatios” de capacidad y detuvo la conversión de ciertas declaraciones de cualificaciones en arrendamientos formales. Estas acciones podrían indicar una desaceleración en el crecimiento proyectado de la demanda de servicios de IA.

Por su parte, IBM anunció la suspensión de contrataciones en áreas susceptibles de ser automatizadas por la IA y prevé la eliminación de, aproximadamente, 7800 puestos de trabajo en los próximos años. El CEO de este gigante tech, Arvind Krishna, señaló que la adopción de IA podría reemplazar hasta el 30% de su fuerza laboral en ciertas divisiones, especialmente en funciones administrativas y de recursos humanos.
Qué hay detrás de la decisión de los gigantes de tacnología
Las razones detrás de estas decisiones empresariales son diversas. En primer lugar, muchas compañías están reevaluando la demanda efectiva de soluciones basadas en IA y ajustando sus inversiones en consecuencia. A pesar del entusiasmo inicial, la realidad del mercado llevó a algunas empresas a ser más cautelosas respecto a la expansión indiscriminada de infraestructura y servicios de IA. Además, existen consideraciones éticas y reputacionales que jugaron un papel importante.
La participación en proyectos de IA con aplicaciones controvertidas generó críticas internas y externas. Un ejemplo destacado es el caso de Google y su implicación en el Proyecto Maven con el Pentágono, que no fue renovado debido a preocupaciones éticas expresadas por empleados y la sociedad civil.

Finalmente, la eficiencia operativa y la reducción de costos motivaron a muchas empresas a reconsiderar sus inversiones. La automatización mediante IA permite reducir costos operativos, lo que, paradójicamente, puede llevar a la disminución de inversiones en ciertas áreas y a la reducción de personal.
Frente a este panorama, Google tomó medidas para optimizar sus operaciones en IA. Recientemente, la compañía finalizó su contrato con Appen, una empresa australiana que proporcionaba datos para entrenar modelos de lenguaje utilizados en productos como Bard y Search. Esta decisión forma parte de un esfuerzo por evaluar y ajustar las asociaciones con proveedores para garantizar una mayor eficiencia operativa.
Meta, la empresa de Mark Zuckerberg, también mostró cautela en sus inversiones en IA. Aunque no hubo anuncios específicos sobre la cancelación de contratos, la empresa estuvo enfocándose en desarrollar internamente sus capacidades de IA, reduciendo la dependencia de terceros y controlando más de cerca los costos asociados.

La apuesta por la demanda de la inteligencia artificial
Mientras algunas compañías tecnológicas revisan sus inversiones en IA, otras ven oportunidades para fortalecer su posición en el mercado. El megaproyecto Stargate, respaldado por OpenAI, Oracle y SoftBank, con una inversión prevista de 500 mil millones de dólares en infraestructura de IA en Estados Unidos, es un ejemplo de la confianza continua en el potencial de esta tecnología.
Este proyecto busca crear más de 100 mil empleos y consolidar el liderazgo tecnológico estadounidense en el ámbito de la IA. Sin embargo, iniciativas como Stargate también enfrentan críticas. Por ejemplo, Elon Musk cuestionó la solidez financiera del proyecto, argumentando que la financiación prometida podría ser insuficiente y que algunos socios no tienen asegurados los fondos declarados.
Todo esto refleja una fase de reevaluación y ajuste en el sector tecnológico. Si bien la IA sigue siendo un área de gran potencial, las empresas están adoptando enfoques más cautelosos y estratégicos para garantizar que sus inversiones sean sostenibles y éticamente responsables.