La inteligencia artificial (IA) dejó de ser un recurso propio de la ciencia ficción para convertirse en una herramienta clave dentro de la exploración espacial. La NASA lleva años investigando y aplicando sistemas de IA en diferentes áreas de sus misiones, desde la planificación y el análisis de datos hasta el control de vehículos autónomos en el espacio.
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La inteligencia artificial en la NASA
La magnitud de la información que generan los telescopios, satélites, sondas y rovers supera la capacidad humana de procesamiento en tiempo real, y ahí es donde la IA se vuelve indispensable: ayuda a filtrar, organizar y priorizar datos, permitiendo que los equipos científicos se concentren en los descubrimientos más relevantes.
Uno de los ejemplos más claros se encuentra en Marte. Los rovers Curiosity y Perseverance incorporan algoritmos de aprendizaje automático que les permiten tomar decisiones sobre su propia movilidad sin depender de instrucciones constantes desde la Tierra, lo cual sería imposible por el retraso en las comunicaciones.

Esta autonomía no solo optimiza el tiempo de exploración, sino que también aumenta la seguridad de los vehículos al evitar riesgos en terrenos complicados. El software AEGIS (Autonomous Exploration for Gathering Increased Science) es un caso destacado: permite que los rovers identifiquen y seleccionen rocas de interés para analizarlas sin esperar la orden directa de los controladores.
En paralelo, la NASA aplicó IA en el ámbito de la observación del universo. El telescopio espacial Kepler, por ejemplo, generó enormes volúmenes de información sobre exoplanetas. Para analizarla, la agencia trabajó con algoritmos capaces de detectar patrones que el ojo humano podría pasar por alto.
Gracias a esto se lograron descubrimientos significativos, como la identificación de nuevos sistemas planetarios en zonas habitables. El Telescopio Espacial James Webb también se beneficia de técnicas de IA que facilitan el procesamiento de imágenes complejas y la reducción de “ruido” en los datos.
Otro frente en el que la IA juega un papel creciente es el de la seguridad de las misiones. Sistemas inteligentes ya colaboran en el monitoreo de naves y estaciones, anticipando fallas técnicas mediante mantenimiento predictivo. Esto significa que pueden detectar anomalías antes de que se conviertan en problemas graves, lo cual es vital en entornos donde la reparación no es inmediata.

El futuro impacto y uso de la IA en misiones
De cara al futuro, la NASA proyecta un rol aún más central de la IA en misiones de larga duración, como las que se preparan hacia la Luna y Marte dentro del programa Artemis.
En estos escenarios, los astronautas convivirán con “copilotos” digitales capaces de asistirlos en la navegación, la gestión de recursos y la resolución de emergencias, algo fundamental cuando las comunicaciones con la Tierra sean lentas o limitadas. Asimismo, la agencia experimenta con asistentes de voz inteligentes que podrán interactuar con la tripulación en tiempo real, brindando soporte técnico y emocional.
Por un lado, la IA permitirá acelerar descubrimientos científicos al procesar más datos en menos tiempo y con mayor precisión. Por otro, ampliará la capacidad de exploración al dar autonomía a los vehículos espaciales, reduciendo la dependencia de control humano. Además, contribuirá a que las misiones tripuladas sean más seguras y eficientes, acercando la posibilidad de establecer colonias humanas fuera de la Tierra.