China emprendió un ambicioso plan para desarrollar chips destinados a aplicaciones militares, buscando reducir su dependencia de proveedores extranjeros y fortalecer su autonomía tecnológica en el ámbito de la defensa. Este esfuerzo se enmarca en una competencia tecnológica intensificada con Estados Unidos, donde ambos países buscan liderar en áreas críticas como la inteligencia artificial (IA) y los semiconductores avanzados.
Cuáles son los objetivos de China con los chips
El objetivo principal de China es alcanzar la autosuficiencia en la producción de semiconductores avanzados, esenciales para sistemas de defensa modernos. Para ello, el gobierno chino ha invertido significativamente en empresas nacionales como Yangtze Memory Technologies Corp (YMTC), especializada en la fabricación de chips de memoria flash NAND.
Fundada en 2016 en Wuhan, YMTC ha logrado avances notables, incluyendo el desarrollo de chips 3D QLC NAND X3-6070 con una resistencia de 4000 ciclos de programación/borrado.
Además, China estableció iniciativas estatales para fomentar la innovación y el desarrollo en el sector de los semiconductores, con el fin de cerrar la brecha tecnológica con potencias como Estados Unidos. Estas iniciativas buscan no solo satisfacer las necesidades internas, sino también posicionar a China como un actor clave en el mercado global de tecnología de defensa.

La variada utilidad de los chips
Por su parte, los chips desarrollados por China están diseñados para integrarse en una variedad de sistemas militares, incluyendo radares avanzados, sistemas de comunicación encriptada, vehículos aéreos no tripulados (drones) y plataformas de inteligencia artificial para análisis de datos en tiempo real.
La capacidad de producir estos componentes internamente permite a China personalizar y optimizar sus sistemas de defensa según sus necesidades específicas, además de garantizar la seguridad y confidencialidad de sus tecnologías militares.
Asimismo, la producción de estos chips implica procesos de fabricación altamente especializados, que requieren maquinaria de precisión y materiales de alta pureza. En ese sentido, China ha trabajado en desarrollar su propia infraestructura de fabricación de semiconductores, aunque enfrenta desafíos debido a restricciones internacionales en la exportación de tecnología avanzada de fabricación de chips.
La guerra entre China y Estados Unidos por los semiconductores
La rivalidad entre China y Estados Unidos en el ámbito de los semiconductores se ha intensificado en los últimos años. Estados Unidos ha implementado restricciones para limitar el acceso de China a tecnologías avanzadas de chips, argumentando preocupaciones de seguridad nacional y el potencial uso militar de estas tecnologías. Estas restricciones incluyen la prohibición de exportación de ciertos equipos de fabricación de chips y la inclusión de empresas chinas como YMTC en listas de entidades restringidas.

En respuesta, China incrementó sus esfuerzos para lograr la autosuficiencia en la producción de semiconductores. El gobierno chino anunció inversiones significativas, como un fondo de 36 mil millones de euros destinado a impulsar su sector tecnológico y reducir la dependencia de proveedores extranjeros.
A pesar de estos esfuerzos, China aún enfrenta desafíos para igualar la capacidad de producción y la sofisticación tecnológica de Estados Unidos y sus aliados. La industria de semiconductores es altamente compleja y requiere una cadena de suministro global interconectada, lo que dificulta la rápida autosuficiencia. Sin embargo, la determinación de China y sus inversiones continuas podrían alterar el equilibrio tecnológico en los próximos años.
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La competencia por el dominio en la tecnología de semiconductores tiene profundas implicaciones geopolíticas. El control sobre la producción y el suministro de chips avanzados no solo afecta la economía global, sino también la seguridad nacional y la capacidad militar de las naciones. La escalada en las restricciones comerciales y las inversiones en capacidades internas reflejan una creciente desconfianza y la percepción de los semiconductores como un recurso estratégico.

Esta dinámica llevó a una fragmentación en la cooperación internacional en tecnología e incentivó a otros países a evaluar sus propias dependencias y capacidades en la producción de semiconductores. Sin dudas, la carrera por el liderazgo en esta área continuará moldeando las relaciones internacionales y las políticas de defensa en el futuro cercano.