Hay quienes piensan que con Trump a los países emergentes pueden resultarles más caro endeudarse y eso no es buena noticia para países como la Argentina. Su posición contra la globalización y su defensa del proteccionismo, así como su ambigua relación con la comunidad de negocios estadounidense, lo explican. Pero el sesgo de “nacionalismo económico” ya se ha hecho evidente. Escribe Rosendo Fraga
Los aliados militares de los EE.UU., tanto en Europa como en Asia y Medio Oriente, recibieron el hecho como una mala noticia, ya que el candidato republicano había puesto en duda el interés de su país en entrar en guerra para defender los países bálticos si Rusia los agrede en el marco de los compromisos de la OTAN y, por otro lado, había dicho que los aliados asiáticos debían hacerse cargo del costo de su defensa. Sin embargo, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, fue el primer jefe de gobierno que recibió a Trump desde que éste fue electo, la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye fue la primera con la que habló por teléfono y su llamado telefónico a la mandataria de Taiwán, Tsai Ing-wen, significó un fuerte desafío a China.
Para las fuerzas populistas de Europa, la llegada de Trump es una buena noticia. Marine Le Pen dijo que lo sucedido en EE. UU. anticipaba lo que tendrá lugar en su país en las presidenciales de 2017. Los líderes de Alternativa por Alemania –el partido populista anti-inmigración– también lo hicieron, diciendo que el triunfo de Trump expresaba lo que reclama la gente hoy, y Trump pidió a la primera ministra británica Theresa May que designara al ex líder del UKIP, Nigel Farage, como embajador británico en EE. UU.
En América Latina, Trump tiene efecto negativo para el tercio de la región que está al norte del canal de Panamá. El candidato republicano ha dicho que denunciará el NAFTA y ello puede provocar una crisis en México. Para América Central y el Caribe, el anunciado endurecimiento de la política migratoria, lo que implica que las remesas de los inmigrantes pueden disminuir. Para América del Sur, los problemas pueden derivar más de las alteraciones económicas globales y el encarecimiento del acceso al crédito, más que por cambios relevantes en el precio de las materias primas, aunque su precio también puede verse afectada.
En el sistema político estadounidense es una conmoción, Trump ha ganado contra los dos partidos al mismo tiempo. Su gran desafío estará en el campo institucional. Ya los republicanos han manifestado su disposición a acordar con los demócratas poner freno a Trump si este intenta alterar las reglas. Ahora bien, un Congreso que tiene 75% de imagen negativa y solo 15% de positiva no estará en condiciones de enfrentar a un presidente recién electo por el pueblo.
La designación del equipo de Trump muestra un sesgo muy personal. Es que su problema está más en la personalidad que en la ideología. La historia muestra que los líderes políticos cambian de ideología de acuerdo a intereses, conveniencias y circunstancias, pero no cambian de personalidad. Y esta es la cuestión. Por su personalidad, Trump necesita de la confrontación y la humillación del otro y ello no solo ha sido clave de su campaña electoral sino también una característica central de su actividad como hombre de negocios.
Trump encontrará límites dentro y fuera de su país. La pregunta pasa a ser si los aceptará.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría