Ni bien bajรณ de la combi y finalmente vio el lugar adonde lo habรญan invitado sus colegas, se sintiรณ un poco mรกs tranquilo. El regalo de cumpleaรฑos le habรญa caรญdo como el culo, a tal punto que habรญa tenido que disimular una terrible puntada en la boca del estรณmago, sรญntoma que siempre se repetรญa cuando algo lo agarraba de sorpresa. Aquella noche, en la sala de profesores, Tita, la preceptora del nocturno de adultos, con una ridรญcula cara de circunstancia, le habรญa entregado un sobre en nombre de todos. Y รฉl habรญa pensado: โMmmm. No creo que sea un viaje al Caribe o un vale para volar en globoโ. Pero lo que jamรกs imaginรณ era que sus propios compaรฑeros lo iban a mandar a una granja de rehabilitaciรณn. Acto seguido, las minas lo abrazaron con afecto y los varones le palmearon la espalda como diciรฉndole: โLa idea fue de ellasโ.
Dos meses despuรฉs, se encontraba caminando dificultosamente por el camino de piedritas hacia la famosa granja. De repente, una brisa fresca y melodiosa, acompaรฑada del sonido de las hojas de los enormes laureles que el viento hamacaba tenuemente, le cambiรณ el humor. A unos cien metros, bajo un alero protector, lo esperaban en un moderno chalet, un licenciado pelado y una doctora sonriente y relajada. Se sintiรณ contento, porque a pesar de que no estaba muy seguro de poder dejar el fernet o la cerveza, iba a poner todo su esfuerzo en comer sano. Se acordรณ entonces de la colosal puntada en el estรณmago aquella vez que un alumno se habรญa ido a quejar al director porque durante las clases de Biologรญa, el profesor Rostagno comรญa compulsivamente alfajores Fantoche, pero no permitรญa que ellos ingirieran ninguna clase de alimento. Alta hipocresรญa, porque el grandulote en cuestiรณn, que tenรญa 18 aรฑos y estaba en primer aรฑo, era el hijo del quiosquero del colegio al que la comisiรณn directiva habรญa apretado para que iniciara una campaรฑa de comida saludable y solo le permitรญan vender esa bazofia de alfajores de arroz, que ningรบn pibe querรญa comer.
Alguno de los panzones ya habรญan llegado al alero y, al ver que se encolumnaban frente al pelado o frente a la doctora, se preguntรณ si se podrรญa elegir entre uno u otro. Detectรณ a la distancia que les pedรญan el nombre, los buscaban en una lista y los separaban en dos grupos, los mรกs gordos parecรญan ir para la derecha; y los menos gordos, para la izquierda. A esta altura, les agradecรญa a sus colegas de escuela que le hubieran hecho darse cuenta de que se habรญa pasado de rosca con los alfajores y estaba dispuesto a superar el desafรญo. Un fogonazo de angustia lo invadiรณ al recordar el quilombo que se habรญa armado cuando organizรณ el concurso sobre cuรกl era el mejor alfajor en plaza; รฉl era muy nacionalista y que sus alumnos supieran y valoraran que el alfajor era un invento argentino, le parecรญa un contenido insoslayable de la currรญcula docente.
Lo increรญble de aquel concurso fallido habรญa sido que a sus detractores no les habรญa importado para nada la terrible trifulca ni las piรฑas que habรญan volado entre los barrabrava de zona sur, que defendรญan a ultranza al Capitรกn del espacio โa pesar de que solo se conseguรญan en Quilmesโ y los de โla coleโ, a quienes querรญan echar del concurso porque consideraban que los Successo, alfajores kosher, no podรญan ser considerados ni alfajores ni argentinos. Menos mal que รฉl no habรญa dejado que concursaran los saborizados con gusto a fernet, una porquerรญa al lado de los Capitรกn del espacio con gusto a cerveza. Pero ademรกs, las autoridades del colegio tampoco se habรญan inmutado porque Rostagno no hubiera corregido la investigaciรณn de los grandotes de 3.ยบ โCโ, sobre la historia de los Jorgito, Cachafaz y Guaymallรฉn โque ademรกs a quiรฉn le importabanโ. Lo que les habรญa dado por las bolas a toda esa manga de mediocres habรญan sido dos cosas: primero, el sistema de premiaciรณn establecido por el profesor Rostagno, que consistiรณ en que รฉl mismo degustara cada uno de los alfajores del concurso; y luego, el veredicto final, porque el profesor Rostagno habรญa dictaminado unilateralmente y, porque eran los que a รฉl mรกs le gustaban, que los mejores alfajores de la Argentina eran los Fantoche, los รบnicos verdaderamente triples.
Pero era mejor no recordar aquellos malos momentos y concentrarse en que gracias a sus compaรฑeros de la nocturna de adultos habรญa terminado por asumir su adicciรณn, por eso les agradecรญa de antemano que le hubieran regalado para su cumpleaรฑos la desintoxicaciรณn en la granja. Habรญa engordado, lo reconocรญa, pero lo de sus reiteradas faltas a clase no era del todo cierto; sรญ, era verdad que para รฉl los lunes eran un dรญa complicado, sobre todo desde que Martita lo habรญa dejado y ahogaba sus penas los fines de semana; y tambiรฉn era verdad que tenรญa problemas para aguantar despierto hasta las 12 de la noche, si hasta los alumnos se quedaban dormidos porque trabajaban todo el dรญa. En fin, que los tres meses en la granja le permitirรญan encontrarse con su propia esencia, reconciliarse con Martita y adelgazar los quilitos que le sobraban.
Ya casi era su turno en la fila, le tocรณ la doctora que le preguntรณ con una sonrisa cuรกl era su nombre. โUsted estรก en el grupo AAโ, le deseamos muchรญsima suerte, en muy poco tiempo se sentirรก como nuevoโ. Quiso preguntarle quรฉ significaba AA, pero no tuvo tiempo, porque la doctora le seรฑalรณ la puerta al final del pasillo de la izquierda, ese por el que mandaban a los que parecรญan menos gordos, y que รฉl encarรณ exultante como nunca, optimista y seguro de sรญ mismo; hasta que cuando abriรณ la puerta, la sorpresa lo golpeรณ de tal modo en la boca del estรณmago que quedรณ inclinado en una profunda y ridรญcula reverencia con la que pareciรณ saludar a los que en el centro del salรณn sostenรญan el cartel de Alcohรณlicos Anรณnimos.