InicioActualidad"La legitimidad de Hezbolá en el Líbano está siendo cuestionada”

“La legitimidad de Hezbolá en el Líbano está siendo cuestionada”

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Matthew Levitt, autor de “Hezbolá. Las huellas en el mundo del partido de Dios”, conversó con DEF sobre las ramificaciones internacionales de este grupo libanés, su estrecha alianza con Irán y su rol en los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA. Entrevista de Mariano Roca / Foto: Fernando Calzada

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-¿Cuál es realmente el grado de legitimidad con el que cuenta Hezbolá dentro del Líbano?

-Lo que complica cualquier análisis sobre Hezbolá, y a la vez hace que este grupo sea tan efectivo, es el hecho de que se trata de una organización multifacética. Como señalo en mi libro, es uno de los partidos políticos dominantes en el Líbano, pero es también un movimiento social y religioso, y es el elemento militar más fuerte del país, superior a las fuerzas de seguridad e incluso a las Fuerzas Armadas libanesas. Es muy difícil entender por qué Hezbolá tiene múltiples objetivos que, en determinadas oportunidades, pueden parecer mutuamente excluyentes. No es fácil comprender por qué Hezbolá desarrolla, fuera de las fronteras de su país, acciones que no tienen relación con sus intereses políticos en el Líbano, como por ejemplo transportar armas para los rebeldes hutíes en Yemen o la creación de una unidad específica –la Unidad 3800– para combatir en Irak. Hezbolá cuenta con una tremenda legitimidad dentro del Líbano, particularmente entre los chiitas, porque nació como una vanguardia de esa comunidad, cuya población había sido históricamente postergada o directamente ignorada.

-¿Se ha visto alterado ese consenso interno por el involucramiento de Hezbolá en actividades fuera del Líbano?

-Hoy la legitimidad de Hezbolá en el Líbano se ve afectada por una variedad de situaciones. En primer lugar, porque ha salido a la luz un conjunto de actividades que la organización ha venido realizando en el exterior, que incluyen actividades criminales, transporte de drogas y lavado de dinero procedente del narcotráfico hacia bancos libaneses. Además, el Tribunal Especial de La Haya para el Líbano ha juzgado in absentia a cinco individuos pertenecientes a Hezbolá por el asesinato del exprimer ministro Rafiq Hariri en febrero de 2005, uno de los cuales es Mustafá Badreddine [una figura de alto rango dentro de Hezbolá]. Sin embargo, todo esto resulta insignificante si lo comparamos con las repercusiones políticas del involucramiento de Hezbolá en Siria. El conflicto sirio no es ya únicamente una guerra civil; es un conflicto sectario que se extiende fuera de los límites de la propia Siria y del Líbano. La participación de Hezbolá ha derivado en una serie de represalias contra los intereses chiitas e iraníes en el Líbano, que incluyeron un atentado contra la Embajada de Irán en Beirut [el 19 de noviembre de 2013] y ataques a la cadena televisiva Al-Manar, controlada por Hezbolá.

-¿Cuáles son los costos del apoyo de Hezbolá al régimen sirio de Bashar al Assad?

-Si bien el grupo gozaba de una gran popularidad en la región tras la contienda militar de julio de 2006 contra Israel, hoy ese consenso ha mermado. Actualmente, Hezbolá es visto como un partido chiita que se ha involucrado en actividades por cuenta de Irán. La percepción que existe en la región es que es parte de un frente sectario, pues se ha introducido en el conflicto de sunitas versus chiitas. El apoyo a Assad le ha generado a Hezbolá un serio problema. En la actualidad, debido a la guerra en Siria, hay dos millones de refugiados sunitas en el Líbano. En un país de cinco millones de habitantes, estos dos millones alteran el equilibrio demográfico. Se trata de personas que han sido desplazadas de sus hogares, están en su mayor parte desempleadas, viven en condiciones precarias y sufren hambre. Yo estoy realmente preocupado por la situación en el Líbano. Nadie quiere siquiera mencionar la frase “guerra civil” y yo tampoco pretendo hacerlo, pero el Líbano está sufriendo demasiado y se enfrenta a un escenario de gran agitación.

IRÁN, HEZBOLÁ Y LOS ATENTADOS EN BUENOS AIRES

-¿Cómo explicaría la estrecha alianza que existe entre Hezbolá e Irán?

-Hezbolá –me refiero al liderazgo, no a los solados rasos– cree sinceramente en el velayat-e-faqih, el “gobierno del jurisconsulto” [el liderazgo único y erudito representado por el Líder Supremo iraní]. Un ejemplo de esto fue la reciente incursión en el conflicto sirio. Al comienzo, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, no había aceptado involucrar a su organización porque consideró que eso podía perjudicar la posición de Hezbolá dentro del propio Líbano. Sin embargo, cuando Irán envío a emisarios del Líder Supremo, Alí Khamenei, Hezbolá no pudo negarse. Debemos aclarar que no todas las acciones que Hezbolá realiza en el exterior son por encargo de Irán. Algunas de ellas no lo son; incluso algunos secuestros son obra de clanes sin el permiso del liderazgo central de la organización. Ahora bien, tampoco es cierto lo que ha dicho Nasrallah en cuanto a que ellos jamás han realizado secuestros. Está mintiendo.

-En relación con los atentados contra la Embajada de Israel y la sede de la AMIA en Buenos Aires, ¿cuál fue la confluencia de intereses que existió entre Irán y Hezbolá para llevar a cabo esos actos?

-Yo creo que se equivocan quienes señalan que Hezbolá simplemente realizó esos actos para vengar primero el asesinato de su antiguo líder Abbas al Musawi, en febrero de 1992, y luego la captura por parte de comandos israelíes de Mustafá Dirani, en mayo de 1994. Es cierto que esos hechos ocurrieron antes de cada uno de los atentados. Sin embargo, sabemos que las actividades de Mohsen Rabbani [exagregado cultural iraní en Buenos Aires y uno de los imputados por la Justicia argentina por el atentado a al AMIA] comenzaron mucho antes y la planificación de los atentados fue previa. Estos ataques iban a ocurrir. La pregunta es por qué se eligió como blanco la Argentina. El fiscal Nisman y otros investigadores consideraron que tuvo que ver con la decisión de Argentina de suspender el acuerdo nuclear que había firmado anteriormente con Irán, cuyo gobierno reclamó airadamente y amenazó con llevar a la Argentina ante la Organización Mundial del Comercio. Esa habría sido la principal motivación de Irán. Además, durante ese mismo período, Hezbolá estaba realizando una campaña de ataques terroristas en otros países y poco antes de la bomba en la AMIA, en marzo de 1994 se había frustrado un atentado de similares características contra la Embajada de Israel en Bangkok (Tailandia). Existen directos paralelismos entre ambos atentados: el mismo tipo de coche bomba, su estacionamiento en un garaje, etc. En última instancia, difícilmente sepamos cuáles fueron los cálculos precisos que llevaron a los dos ataques. Lo que sí sabemos es qué fue lo que sucedió en Buenos Aires y no caben dudas de que los atentados fueron planificados y ejecutados por Hezbolá e Irán.

-En cuanto al proceso de toma de decisiones al más alto nivel dentro del régimen iraní, en el libro usted menciona la reunión que habría tenido lugar en Mashhad en agosto de 1993, donde un comité del Consejo Supremo de Seguridad Nacional incluyó a la AMIA entre sus potenciales objetivos.

-La información sobre la reunión de Mashhad proviene del testimonio del desertor iraní Abdolghassem Mesbahi y hay quienes tienen legítimas dudas respecto de su credibilidad. Así funciona el mundo de la inteligencia. Aun cuando su testimonio haya sido utilizado tanto por la Justicia de Argentina como por la de EE. UU., Suiza, Alemania y otros países, podemos sacar a Mesbahi completamente del cuadro y eso no cambia el curso de los acontecimientos. Hablamos del papel de Mohsen Rabbani, de Salman El Reda [coordinador de las células de Hezbolá en Buenos Aires y en la Triple Frontera] y de la Traffic utilizada como coche-bomba; también el testimonio del cuidador del garaje Jet Parking donde fue estacionada, las llamadas telefónicas a celulares desde la Triple Frontera hacia la Embajada de Irán en Buenos Aires… En este punto no tengo expectativas de que puedan encontrarse nuevos elementos. Lo que me parece decepcionante es que existan personas que intenten desacreditar la investigación de la Fiscalía y que lo hagan con propósitos políticos.

-¿Cree que el memorando firmado por el gobierno argentino con su par iraní ha sido un error?

-Sabemos que Irán y Hezbolá planificaron y realizaron los atentados en Buenos Aires. Entonces, convocar a Irán para que colabore en la investigación es como meter al zorro en el gallinero. Entiendo a quienes argumentan que sin este memorando de entendimiento, no habría habido manera de indagar a los imputados iraníes. Sin embargo, no creo que el memorando nos permita llegar a ese objetivo. Aun cuando puedo aceptar la generosa interpretación de que eso era lo que la Argentina pretendía, debo decir que de ninguna manera Irán permitirá que esas indagatorias se realicen si pueden implicar a sus hombres en el atentado. No tengo nada que agregar respecto de la situación política. No soy un comentarista político y no entiendo nada de política argentina. De lo que sí sé es de terrorismo internacional, porque he pasado años investigando. Y debo decir que es bochornoso escuchar que hay quienes sostienen que Irán y Hezbolá no estuvieron involucrados en los dos atentados y resucitan teorías conspirativas que ponen en duda las investigaciones de la propia Justicia argentina.

LA PRESENCIA DE HEZBOLÁ EN NUESTRA REGIÓN

-Usted se detiene en su libro en las actividades de Hezbolá en la Triple Frontera y analiza muy detenidamente el caso de la denominada “red Barakat”. ¿Cree que aún persisten este tipo de actividades o que algo ha cambiado a partir del accionar de la Justicia argentina, paraguaya y brasileña?

-La respuesta para ambas preguntas es “sí”. Su bien las actividades continúan, también es cierto que algo ha cambiado. Escucho a personas hablar de las “células dormidas”… Dejemos eso para las series de televisión. Lo que no podemos negar es que hay simpatizantes de Hezbolá y que existe un significativo monto de dinero que fluye desde la Triple Frontera hacia esa organización. La Galería Page, de Ciudad del Este, sigue funcionando. A lo largo de los años que han transcurrido desde los atentados de 1992 y 1994, algo ha cambiado. Ha habido un tremendo foco de atención sobre la Triple Frontera, tanto desde el punto de vista de la aplicación de las leyes como desde la investigación académica y del periodismo internacional. Eso ha empujado a los elementos de Hezbolá en la región a diversificar sus actividades. Los funcionarios chilenos, por ejemplo, han documentado que Assad Barakat abrió dos compañías de importación-exportación en la zona franca de Iquique. Eligen esas zonas por obvias razones: es fácil operar allí y obtener dinero del negocio de la importación y exportación. Las autoridades están también poniendo la mira en la ciudad de Panamá y el caso más reciente que involucra a Hezbolá en la región ocurrió en Perú, donde fue detenido [en octubre del año pasado] Muhammad Amadar [quien planificaba actos terroristas contra blancos israelíes en ese país].

-¿Es posible controlar las actividades de Hezbolá en la región?

-Para los profesionales que tienen a su cargo la aplicación de la ley, ahora es más fácil. No es una cuestión política. La criminalidad es una cuestión de “blanco o negro”. Tenemos leyes contra el uso de pasaportes apócrifos, contra el narcotráfico y contra la falsificación en general. Una vez que Hezbolá se involucra en este tipo de actividades, para nosotros es mucho más fácil reaccionar. En muchos casos, ni siquiera se menciona la palabra “Hezbolá”. Recuerdo el caso de la operación regional “Double Top”, que tuvo lugar luego del atentado a la AMIA, para ejercer presión sobre miembros de Hezbolá y exponer su estatus migratorio, así como sus vinculaciones con la evasión impositiva, entre otros delitos. Un ejemplo de evasión impositiva es el de Assad Barakat [arrestado en 2002 en Brasil y extraditado en 2003 a Paraguay, donde cumplió una condena de seis años de prisión]. Hemos tenido buenos resultados. Otro ejemplo es el de Moussa Alí Hamdan, un activista de Hezbolá que realizaba actividades en Filadelfia (Pensilvania), huyó de EE. UU. antes de ser acusado por la Justicia y, en lugar de viajar al Líbano, se refugió en la Triple Frontera. Fue arrestado [en Ciudad del Este, en junio de 2010] y posteriormente extraditado a EE. UU. Actualmente está cumpliendo una condena de once años en una prisión federal en territorio estadounidense.

-¿Ha mejorado el nivel de cooperación a nivel regional?

-Hay una mayor cooperación, especialmente después de lo ocurrido en Perú [la detención de Muhammad Amadar]. La población no quiere que el sectarismo y la violencia se instalen y utilicen la región como plataforma para sus actividades ilícitas. No es fácil lidiar con este tipo de situaciones y los resultados no pueden darse de un día para el otro. EE. UU. está buscando cooperar con los países de la región, incluyendo a la Argentina. No podemos hacernos ilusiones en cuanto a que actualmente no haya presencia de Irán y Hezbolá en la región. Tampoco podemos ignorar que volaron dos objetivos en Buenos Aires en 1992 y 1994. Debemos estar atentos.

 

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