El miedo

โ€œLa persona mรกs peligrosa es aquella que estรก llena de miedos.ย Esa es a la que hay que temerle mรกsโ€.

Lรผdwig Borneย (seudรณnimo de Lรถb Baruch,ย famoso escritor alemรกn,ย Frankfurt, 1786 – Parรญs, 1837)

 

editorial

El despuntar del nuevo siglo vino acompaรฑado de grandes augurios y muchas sonrisas. Grandes analistas deslumbrados por los adelantos por llegar imaginaron una realidad que casi nada tiene que ver con la que hay, cuando ya nos encaminamos a recorrer una veintena de aรฑos de ese deseado siglo XXI. La verdad es que hubo mucha incomprensiรณn, mucho desacierto polรญtico que quedรณ manifestado en el fracaso de importantes proyectos y en el yerro de todas las previsiones que ellos generaron. Resultados como los del Brexit en Gran Bretaรฑa o la derrota del โ€œSรญโ€ en Colombia al acuerdo de paz con las FARC; o, mรกs recientemente, el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos son apenas aristas salientes de miles de situaciones que resultan inexplicables y a las que los expertos y consultoras no les encontraron respuesta. ยฟQuรฉ ocurre? ยฟPor quรฉ fracasan los mรฉtodos tradicionales de anรกlisis? ยฟQuรฉ cambiรณ que ya no hay respuestas previsibles para casi ninguna situaciรณn?

Lo cierto es que primero de a poco, pero siempre en constante aceleraciรณn, el paso de estos pocos aรฑos fueron oscureciendo el รกnimo colectivo y, probablemente, causa y consecuencia, la apariciรณn de Trump a cargo de la escena mundial haya completado ese estado de desรกnimo general. Cuando enunciamos esa constante generaciรณn de hechos, no solo hablamos de terrorismo, de refugiados, de desigualdad y de crisis en el Medio Oriente, ni de la violencia generalizada que nos llega de manera cotidiana, sino que le sumamos de manera determinante la influencia que las redes sociales han generado en nosotros, en todos nosotros, multiplicando cada uno de los dramas seรฑalados. Es decir, en el pasado toda la informaciรณn nos llegaba remixada, procesada, ocurrida, requerรญa ademรกs de nuestra propia disposiciรณn, de una pausa concreta, del descanso y del โ€œnoticiero central a la hora de la cenaโ€, ese formato que ya no volverรก jamรกs. La verdad es que en la actualidad, la realidad se vive en directo, de manera apabullante y absolutamente invasiva, y hoy nos ingresa al minuto, en el trabajo, mientras nos transportamos, en el descanso, durante la noche. Los telรฉfonos, las tabletas, las computadoras, forman parte casi de nuestro propio cuerpo. Mรกs adelante, seguramente, cambiarรกn los dispositivos, pero de ninguna manera se modificarรก esta sobreexposiciรณn con lo exterior, con el afuera, entonces ya no importa cรณmo es, sino cรณmo se siente, cรณmo se percibe, quรฉ nos venden, quรฉ mide mรกs y quรฉ pide ese monstruo de millones de cabezas que componemos todos nosotros, los consumidores.

Seguramente, la sensaciรณn poco se convalide con los datos frรญos de la realidad, pero esa sensaciรณn es finalmente la que prevalece. Cualquier analista serio la descartarรญa con unos pocos nรบmeros, porque este miedo generalizado a lo que viene, esta desesperanza con el presente y con el futuro, esa idea de que el pasado fue mejor, en casi nada se compadece con la realidad. Asรญ puede verse en el anรกlisis de cinco o seis datos fundamentales, que certifican que el pasado no fue mejor:

– La esperanza de vida en Europa en 1800 era de 33,3 aรฑos. En 1900 y en el mismo continente, era de 42,7 aรฑos; y hoy es de 76,8 aรฑos. Tambiรฉn lo confirman los datos de nuestro paรญs, con una expectativa de vida de 32,9 aรฑos en 1895 y de 74,1aรฑos en 2000/2005.

– Segรบn la Unesco (creada en Londres en 1945) el analfabetismo mundial en 1950 era de 44,3 %. Medida en el 2015, esta cifra, contundente por cierto, es de solo el 13,8 %.

– En 1900, solo ocho paรญses tenรญan sistemas democrรกticos como forma de gobierno (representaban en 17 % del total de estados soberanos). Hoy hay 120 paรญses democrรกticos, que representan el 65 % del total. No es este un dato menor, ya que la estadรญstica indica que es con este sistema de gobierno en el que se han logrado las mayores mejoras en el desarrollo humano, la economรญa y el bienestar social.

– Los derechos de la mujer han tenido un extraordinario impulso y un geomรฉtrico desarrollo en estos รบltimos 100 aรฑos, aunque, si bien es un dato obvio, no dejemos de notar que ello afecta de manera directa al 50 % de la poblaciรณn de todo el planeta. Los progresos en el derecho a trabajar, a votar, a ejercer cargos pรบblicos y a tener igualdad de oportunidades, ni siquiera cumpliรณ la centuria (solo recordar que en igualdad de condiciones se votรณ por primera vez en Gran Bretaรฑa en 1928 en lo que se llamรณ โ€œActo Igualitario de Concesiรณnโ€). Queda mucho por andar en esto, pero mucho ha ocurrido. No lo dudemos.

Todos estos datos precedentes, variados e incompletos, ya que les podrรญamos integrar el interminable progreso mรฉdico, social, farmacรฉutico y de acceso a servicios bรกsicos, delatan las increรญbles diferencias a favor del hoy en relaciรณn con nuestros abuelos, y ni quรฉ hablar con los antepasados de nuestra independencia. Aun asรญ, seguramente, esos antepasados y esos abuelos miraban el futuro de una manera expectante y no llevaban la mochila cotidiana que acompaรฑa a las grandes masas de nuestros dรญas. Masas que desconfรญan de la clase polรญtica, que encumbran a dirigentes que les prometen realidades que ya no existen y masas que empiezan a creer que lo mejor โ€œya ocurriรณโ€. Sienten que un futuro sombrรญo se avecina, y muchos ven en la Inteligencia Artificial (IA), en la informรกtica y en todo lo relacionado con los avances que promete el futuro, ya no un aliado, sino el enemigo tenaz que viene por su trabajo, que viene a arruinar sus sueรฑos. Es que pareciera bastante claro que los sistemas donde impera la libertad, la democracia, los partidos polรญticos y la integraciรณn liberal, tienen altos picos de aceptaciรณn cuando el bienestar econรณmico, las mejoras y el futuro se presentan asequibles y con vientos de popa. Del mismo modo, baja su significaciรณn sensiblemente cuando el ciudadano percibe que su realidad serรก peor que la de sus padres, que los beneficios de hoy estรกn en juego maรฑana; es entonces cuando la incertidumbre gana su corazรณn y su voluntad. Generan esta soluciรณn las mismas consideraciones de la realidad exterior, esa que le aumenta las sensaciones por la vรญa del constante vรญnculo con las redes que le procesan datos sin parar. Tambiรฉn atacan su conciencia las limitaciones que, prima facie, entiende tendrรก su propio futuro, su futuro personal e รญntimo, con el irremediable relevo de millones de tareas que hoy estรกn en manos de los humanos y que la tecnologรญa y la robรณtica le sacarรก de las manos.

A diario y a una apabullante velocidad, los portales y todos los sistemas de informaciรณn del mundo dan cuenta de los avances de la Inteligencia Artificial, en lo que muchos llaman la โ€œnueva revoluciรณn de las mรกquinasโ€, situaciรณn que pone en vilo a millones de personas que podrรญan ser descartadas del sistema laboral, no solo porque su tarea ha sido sistematizada, sino porque es infinitamente mรกs econรณmica, mรกs fiable y, si fuera posible ponerle algo de humor, โ€œjamรกs se enfermarรกโ€. Los datos sobre ese futuro son miles y, a su vez, multiplican las especulaciones; lo que es absolutamente seguro es que el miedo estรก instalado en el inconsciente colectivo. Asรญ, segรบn la Federaciรณn Internacional de Robรณtica, entre el 2013 y el 2018 casi se duplicarรก la existencia de robots aplicados para dar respuestas industriales en el mundo. En el mismo sentido, el banco Merrill Lynch predijo que para el 2025 existirรญa una reducciรณn de 9 billones de dรณlares, producto de la baja de costos de empleo por la implementaciรณn de la automatizaciรณn en el trabajo. Otro estudio, en este caso de la Universidad de Oxford, concluyรณ que en el corto plazo, el 47 % de los empleos en Estados Unidos podrรญa ser sustituido por mรกquinas. Es cierto que esta visiรณn trรกgica, vinculada a algo tan esencial como el trabajo y la subsistencia ya ocurriรณ en el pasado, y esas previsiones no se cumplieron. Ello ocurriรณ en la primera mitad del siglo XVIII durante la Primera Revoluciรณn Industrial que involucrรณ inรฉditas transformaciones sociales y econรณmicas. Durante ella, existiรณ la sensaciรณn de que โ€œlas maquinarias destruirรญan a las clases trabajadorasโ€ y una generaciรณn conviviรณ con esa sensaciรณn perturbadora. Ese paso, de una economรญa rural a otra industrializada, urbanizada y mecanizada, generรณ profundos cambios; pero, superada la crisis inicial en la masa laboral, esta revoluciรณn transformรณ todo en nuevos empleos, en muchos cambios positivos, en posibilidades de superaciรณn. Sin embargo, no es conveniente trasplantar la historia, ya que ella nunca se repite ni tampoco se repiten los contextos donde ocurriรณ. Hoy la IA genera cambios de tal envergadura que ya no son temas que competen a analistas y politรณlogos, sino que son motivo de debates de filรณsofos, sociรณlogos y psicรณlogos que aventuran a diario quรฉ ocurrirรก en ese futuro que no tiene precedentes.

Esta es una realidad que tiene una influencia determinante en el mundo occidental y que tambiรฉn se cuela de una manera u otra en todo el planeta. Una humanidad sobreinformada, asustada y con un futuro amenazado por un imparable avance tecnolรณgico. Si a esa amenaza se le suman las de otros mercados, esos que sin รฉtica alguna abaratan costos a expensas de la explotaciรณn, conoceremos una masa laboral democrรกtica desconfiada y peligrosa que creyรณ siempre que sus derechos ganados jamรกs se verรญan afectados. Y esa duda de hoy la pone en peligro cotidiano.

En este mundo trรกgico, un empresario audaz e inescrupuloso encontrรณ una oportunidad, detectรณ el miedo de esa clase trabajadora de la Amรฉrica profunda y, apelando a esa sensaciรณn humana tan bรกsica, ganรณ una elecciรณn que parecรญa imposible. Hoy piensa en un muro que proteja a sus votantes y pueda cubrir sus promesas de campaรฑa. Pareciera poco probable el รฉxito de esta empresa tan primitiva en este mundo globalizado. Es curioso que en la otra punta del mundo, el Estado Islรกmico (EI) tambiรฉn apele al mรกs elemental de los sentidos, el miedo, y tambiรฉn apele a las redes sociales para lograr sus objetivos de reinar en el inconsciente colectivo. Los Estados Unidos necesitaron de una segunda bomba atรณmica en Nagasaki (el 9 de agosto de 1945) para ganar la Segunda Guerra Mundial, que matรณ a 35 mil personas de manera inicial. El EI no necesita nada de eso, solo de las redes y de โ€œun lobo solitarioโ€ en una iglesia de Francia o a un niรฑo que desuelle a un cristiano en el desierto ante una cรกmara personal, para que casi sin costo, permanezca dรญas y dรญas en los portales del mundo y mรกs tiempo aรบn en nuestras conciencias. Curiosamente y no al azar, pareciera que tanto Donald Trump como el EI, han detectado el talรณn de aquiles que representa el miedo en la sociedad contemporรกnea. Tambiรฉn la serie de culto del momento, Black mirror (una Dimensiรณn desconocida del siglo pasado, para los muy memoriosos), actรบa sobre ese sentimiento en cada uno de sus capรญtulos, todas historias independientes donde el terror a la tecnologรญa, al vacรญo interior, a la pรฉrdida de control y a la soledad infinita de la dependencia tecnolรณgica, deja sensaciones ciertamente terrorรญficas, generando en el espectador la sensaciรณn de โ€œdistopรญaโ€, tรฉrmino antรณnimo de โ€œeutopiaโ€ y que representa el โ€œlugar malo del destinoโ€, donde solo hay sufrimiento y dolor. Su creador, el ya cรฉlebre britรกnico Charlie Brooker, entendiรณ como pocos cรณmo nuestra realidad puede ser deformada, cรณmo el malestar contemporรกneo crea una tecno-paranoia, โ€œuna parรกbola retorcida en tiempos de Twitterโ€. Casualidad o no, el arma comunicacional predilecta de Trump.

Entonces, ยฟdรณnde vamos? ยฟHacia un mundo mejor? ยฟUn mundo mejor pero con una percepciรณn desesperanzada? ยฟEstamos viviendo una carrera donde la tecnologรญa ya nos amenaza con la posibilidad de salirse de control?

Con franqueza, creo que no sabemos a ciencia cierta adรณnde vamos y ese es el motivo principal del miedo. Mientras tanto, confiamos nuestras vidas en quienes quizรกs no debiรฉramos confiar para guiarnos.

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