El desarrollo nuclear en el país tiene una vasta historia. A continuación, un repaso por los hechos más importantes.
El romance argentino con la energía atómica tuvo su inicio allá por fines de la década del cuarenta, en el siglo pasado. Desde la construcción de tres centrales nucleares, el desarrollo de reactores, la creación de institutos relacionados al estudio de esta ciencia y hasta la elección de un argentino para presidir el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), destacamos cinco momentos claves para comprender a Argentina como uno de los pocos países en el mundo que dominan todo el ciclo del combustible nuclear y que se posiciona entre los principales polos de avances tecnológicos en la región.
El nacimiento de la CNEA y el Balseiro
A principios de 1950, mediante un decreto, el Gobierno Nacional creó la Comisión Nacional de Energía Atómica; en la actualidad, aquella acción podría hoy definirse como el “kilómetro cero” en esta área. Tal es así que, cinco años más tarde -más precisamente, el 22 de abril del 55-, la CNEA y la Universidad Nacional de Cuyo firmaron el acuerdo que dio origen a la creación del Instituto de Física en Bariloche, hoy conocido como Instituto Balseiro, por el nombre de su primer director José Antonio Balseiro.
La primera tesis doctoral en Física de la casa de altos estudios fue en mayo 1958. Cuatro años más tarde, el centro cambiaría su nombre por el de Balseiro y, recién en 1977, fue agregada al plan de estudios la carrera de Ingeniería Nuclear. Actualmente, allí se puede estudiar -además de las mencionadas anteriormente- Ingeniería Mecánica y en Telecomunicaciones.
De la primera reacción en cadena al enriquecimiento de uranio
Argentina es referente en el diseño y construcción de reactores de investigación. El 20 de enero de 1958, fue el primer país de la región en fabricar de manera integral el primer reactor nuclear, el RA-1, en el Centro Atómico Constituyentes. El desarrollo de los científicos a cargo del proyecto permitió avanzar con otros proyectos, como exportación de reactores de este tipo y de producción de radioisótopos y el desarrollo de elementos combustibles. Cabe destacar que el RA-1 aún hoy sigue vigente y sirve para múltiples propósitos en materia de estudio como nuevas terapias en medicina nuclear y daños por radiación.
En 1978, primero como programa secreto y luego hecho público en 1983 poco antes del regreso de la democracia, nuestro país ha completado el dominio del ciclo del combustible nuclear con el enriquecimiento de uranio en el complejo tecnológico de Pilcaniyeu (Río Negro), a través del método de difusión gaseosa.

Las centrales nucleares Atucha I, Embalse y Atucha II
Las tres centrales nucleares de nuestro país, sumadas a la que se encuentra en pleno desarrollo, no sólo sirven para diversificar la matriz energética nacional sino que además están íntimamente vinculadas con el desarrollo tecnológico. La conexión de Atucha I, en 1974, al Sistema Eléctrico Nacional marcó un nueva era en materia energética y logró que el país se convirtiera en el primero en contar con una central nuclear dentro de la región. Sin duda estos avances dieron pie a que, diez años más tarde, se inaugure Embalse (en Córdoba) trabajando con tecnología de uranio natural. Además, desde 1993 la planta industrial de agua pesada de Arroyito (Neuquén) abastece a las centrales nucleares argentinas de ese producto estratégico.
En 2014, Atucha II (que había suspendido su construcción en 1994) se sincronizó el generador al sistema interconectado nacional y se convirtió en la tercera planta del país y con potencia eléctrica bruta de 745 Mwe.
El innovador proyecto CAREM
La creación del primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido a nivel nacional, el CAREM, perfiló al país como uno de los líderes mundiales en el segmento de reactores modulares de baja y media potencia. El proyecto se presenta como un tipo de reactor ideal para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o polos fabriles con alto consumo de energía que ofrece también otras prestaciones, como una eficiente fuente de alimentación de plantas de desalinización de agua de mar o la provisión de vapor para diversos usos industriales.
Un argentino al frente del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA)
En octubre de 2019, al cabo de cuatro rondas de votación, el diplomático argentino Rafael Grossi fue designado como nuevo director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y se convirtió en el sexto hombre en la historia en estar al frente de esta institución.
En una entrevista exclusiva con DEF, a pocos días de haber sido designado, Grossi celebraba su cargo y afirmaba que la OIEA que es uno de los organismos más importante del mundo porque “sus pronunciamientos y actuación son y han sido decisivos en materia de guerra y paz en distintas circunstancias históricas”. “Un crédito de confianza para la Argentina”, fue la definición que dio a nuestro medio Grossi, al definir el éxito diplomático que significó su nombramiento.