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Ciencia Argentina

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El panorama científico argentino se fortaleció durante los últimos años. La continuidad del ministro Barañao parece ser una señal para seguir en la misma línea. Dialogamos con algunos de los principales referentes del mundo de la investigación para conocer su situación y su sentir sobre el rol que ocupan en la actualidad.

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El mundo de la ciencia cambió mucho en los últimos quince años. Si bien es cierto que el sistema científico-tecnológico argentino siempre fue fuerte y de altísima calidad (basten tres premios Nobel como muestra), hoy la profesión científica goza de un reconocimiento social sin precedentes. Así lo sienten todos los investigadores consultados por DEF.

En ese sentido, Alberto Kornblihtt, director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE-UBA-Conicet), señala que “el Conicet como sello y marca tiene mucho prestigio en la sociedad. Si bien la sociedad no sabe qué es lo que exactamente hacen sus científicos, es un sector muy respetado”.

En la misma línea opina Diego Golombek, biólogo y gran divulgador de la ciencia argentina. Él asegura que “el enorme crecimiento de la actividad científica en la década pasada trajo consigo un cierto prestigio para la actividad y el reconocimiento social de los investigadores”. Golombek agrega que, si bien siempre fueron mirados “con cariño”, hoy se suma una especie de utilitarismo a la relación con el científico: “Está bueno que haya ciencia y tecnología en Argentina, y que los científicos no solo ganen premios y publiquen en revistas importantes, sino que también aporten soluciones a problemas regionales”, remarca.

Prueba de todo esto es la proliferación de programas de televisión y publicaciones dedicadas a la divulgación de la ciencia.

Ministerio y después

Tal vez el hito más importante para la política científica argentina de los últimos años haya sido la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación en 2007, a través de la reforma de la Ley 26338. Es conducido, desde ese momento, por Lino Barañao. Su presupuesto aumentó exponencialmente desde su primer año de funcionamiento, 2008, cuando el Tesoro Nacional le destinó 1137 millones de pesos, hasta 2016, cuando recibió un presupuesto de 9926 millones de pesos. Hoy se le dedica el 0,65 por ciento del PBI y el objetivo es alcanzar el 1,65 por ciento para el año 2020, según contempla el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología aprobado en 2013. En cuanto al financiamiento externo, pasó de 330 millones en 2008 a 780 millones de pesos en 2015.

María Isabel Colombo, bioquímica mendocina, destaca que el propio ministro Barañao “es un científico que entiende la problemática y cuáles son las necesidades que se tienen” y que haya podido seguir en el cargo a pesar del cambio de gobierno.

Por su parte, para Alberto Kornblihtt la continuidad del ministro es “una señal difícil de interpretar”. Confía en que gracias a la permanencia de Barañao “haya cosas que no se manifiesten y que el ajuste sea menos doloroso en el Ministerio de Ciencia y en el Conicet. Pero por otro lado, y esto lo sabe el ministro, no comparto que haya seguido en el puesto”. Para Kornblihtt, los dos gobiernos –el kirchnerista y el macrista– son muy distintos en objetivos, metodologías y en modalidades. “Esto es lo que pienso yo, puede que a gran parte de la comunidad científica no le importe y piense que es mejor que haya alguien que preserve las políticas. Entiendo esa posición, pero a mí me resulta difícil”, aclara.

Manos a la obra

Yendo a los números de la gestión, el Plan de Obras para la Ciencia y la Tecnología, con 129 obras ejecutadas por un total de 987.000 millones de pesos, amplió la infraestructura científico-tecnológica en 107.260 metros cuadrados y se encuentran en construcción otros 30.000 metros cuadrados. Como caso emblemático, cabe mencionar la finalización del Polo Científico Tecnológico, primer centro de gestión, producción y divulgación del conocimiento científico de Latinoamérica, con 45.874 metros cuadrados en el corazón del barrio porteño de Palermo, en el predio de las antiguas Bodegas Giol. Además, se realizaron más de cien obras adicionales de ampliación y refacción. Mientras tanto, en el marco del Plan Federal de Infraestructura, se construyeron doce nuevos edificios y otros diez se encuentran en construcción.

Durante 2015, el financiamiento, adjudicado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) a través de sus cuatro fondos (Fontar, Foncyt, Fonarsec y Fonsoft), destinó un total de 2232 millones de pesos a 2736 proyectos de investigación científica, tecnológica y de innovación con el fin de mejorar los sistemas productivos y de servicios del país. Sus programas están destinados a diferentes tipos de públicos: emprendedores, becarios, personas físicas, profesionales, investigadores, instituciones y empresas.

Cuna de investigadores

El Conicet, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, fue creado en 1958 por medio del Decreto-Ley 1291. Hoy cuenta con 9254 investigadores y 10.082 becarios de doctorado y posgrado, además de 2580 profesionales y técnicos de apoyo y 1507 administrativos. Para tomar dimensión del notable impulso que ha tenido el plantel científico desde 2008, tengamos en cuenta que ese año el número total de investigadores del Conicet era de 5301 y había 6143 becarios, lo que implica prácticamente la duplicación de esas cifras en los últimos ocho años. El sueldo promedio de un investigador del Conicet hoy asciende a 27.990 pesos, en tanto que un becario gana en promedio 12.954 pesos.

Mientras tanto, en el marco del programa RAICES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior), instrumentado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, desde 2004 han sido repatriados 1270 científicos. Este programa fue asumido como “política de Estado” a través de la Ley 26421, sancionada por el Congreso en 2011. Allí se promueve la conformación de redes de investigación que involucren a científicos locales y sus compatriotas residentes en el exterior, y la incorporación de las micro y pequeñas empresas en este tipo de actividades. La base de datos del programa cuenta con aproximadamente 5100 científicos y tecnólogos relevados. Desde 2006, se financiaron 156 proyectos de investigación científica y tecnológica (PICT RAICES) y 39 redes de investigadores.

Propiedad intelectual

Un ítem muy tenido en cuenta a nivel mundial en el campo de la ciencia y la tecnología es la producción de patentes. El Conicet tiene un registro de 435 inventos patentados en sus 57 años de existencia, casi la mitad de ellos en el último sexenio, cuando el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología creó una nueva área de propiedad intelectual. Estos desarrollos generaron unas 820 solicitudes de patentes, tanto a nivel local como fuera del país, de las cuales el 40 por ciento fue tramitado después de 2003. La Oficina de Patentes y Marcas de EE. UU. elaboró un ranking de cantidad de patentes por país (1989-2013), que sitúa a la Argentina en el puesto 34 sobre un total de 175 países, y en tercer lugar a nivel latinoamericano detrás de Brasil (3056) y México (2089). Las patentes se registran sobre todo en drogas y compuestos farmacéuticos, aplicaciones para cirugías, semillas, organismos celulares vivos y seguridad informática.

Uno de los caminos por medio de los cuales el Conicet llega a patentar es a través de una colaboración con empresas privadas o públicas. Ejemplo de este último caso es el caso de Y-TEC (YPF Tecnología S.A.), una compañía creada en 2013 por YPF (51 por ciento) y el Conicet (49 por ciento), cuya misión es brindar soluciones tecnológicas al sector energético y formar especialistas para el desarrollo de la industria de las energías convencionales y en el ámbito de las renovables. En el corto tiempo desde su creación, Y-TEC ha desarrollado seis patentes que han sido licenciadas, entre ellas el proceso electroquímico patentado por Ernesto Calvo (INQUIMAE-UBA) para la extracción y purificación de cloruro de litio, que reduce drásticamente el impacto ambiental de esta actividad extractiva.

Cooperación internacional

Por último, en cuanto a las acciones de integración internacional de nuestro sistema científico-tecnológico, sobresale la cooperación bilateral establecida con 70 países, 163 acuerdos intergubernamentales e interinstitucionales en ejecución, 1287 proyectos de investigación ejecutados y 4481 investigadores argentinos y extranjeros movilizados en este tipo de iniciativas. Entre los convenios vigentes, cabe destacar el que existe entre el Conicet y la prestigiosa Sociedad Max Planck de Alemania. El Ministerio de Ciencia y Tecnología también integra la Red Especializada de Ciencia y Tecnología del Mercosur (RECyT) y en su seno funciona la Oficina de Enlace Argentina-Unión Europea en Ciencia, Tecnología e Innovación (ABEST III), integrada por el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo de Francia, la Agencia para la Promoción de la Investigación Europea de Italia, el Centro de Investigación Aeronáutica y Espacial de Alemania y la Fundación MADRI+D.

Entre los proyectos más relevantes, cabe destacar la participación, con la financiación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, de un grupo de investigadores argentinos de las Universidades Nacionales de Mar del Plata, La Plata y de la Universidad de Buenos Aires en la Organización Europea de Investigación Nuclear (CERN). Este proyecto actualmente en desarrollo es el gran colisionador de hadrones, que permitirá reproducir los primeros instantes del universo para intentar responder interrogantes vinculados a su creación, el origen de la masa de las partículas y la naturaleza de la materia oscura presente en su estructura.

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