El pasado 9 de octubre, un operativo antidrogas de la Receita Federal −la agencia tributaria y aduanera brasileña− desbarató un lucrativo negocio de tráfico de droga en un puerto del litoral del estado de Paraná, que está tomando cada vez más importancia en la logística de los grupos narcos, en particular del Primeiro Comando da Capital (PCC).

El secuestro de 1094,5 kilos de cocaína se produjo en la terminal portuaria de Paranaguá, camuflada en un envío de madera laminada con destino a Barcelona (España). La técnica utilizada fue la del “gancho ciego”, que consiste en la apertura de los contenedores con cargas legítimas para introducir la droga y su posterior sellado con precintos falsificados.
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En agosto, otros dos operativos de las fuerzas de seguridad pusieron foco en esta infraestructura portuaria para la criminalidad organizada. Por un lado, la denominada operación “Batedor”, que llevó adelante la Policía Federal, desmanteló una red de tráfico de droga que utilizaba a choferes de camiones para “contaminar” las cargas. Y, por otro, la operación “Carbono Oculto” reveló la existencia de un entramado de desvío y adulteración de combustibles que ingresaban por el puerto de Paranaguá.

Un análisis del sitio especializado Insight Crime subraya que “aunque la mayor parte de la cocaína que ingresa a Brasil procedente de Bolivia y Paraguay sigue su ruta hasta puertos en Río de Janeiro, São Paulo y otros en el noreste del país, la ruta del sur sigue siendo una alternativa viable”.
Paranaguá, un puerto estratégico para el narcotráfico y sus negocios conexos
El investigador Vinícius Szlanda, de la Facultad Cruzeiro do Sul, y su colega Danilson Mesquita Vilarinho, de la Universidad Estadual de Paraná (UNESPAR), apuntan a “la sofisticación de las tácticas empleadas para evadir la fiscalización, utilizando el flujo comercial lícito del puerto como fachada para las actividades ilegales”.
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En el trabajo, publicado en el Brazilian Journal of Development, los analistas describen al puerto de Paranaguá como “punto focal estratégico” y un “elemento clave en este escenario regional de criminalidad”. “La capacidad para operar rutas fijas e infiltrar el sistema logístico portuario para el tráfico de narcóticos denota el flujo de capital ilícito”, añaden. Eso desnuda también, tal como señalan, la existencia de “mecanismos de blanqueo que permiten la integración del capital a la economía formal, lo que genera un profundo impacto que trasciende el universo criminal”.

La reciente operación “Carbono Oculto”, por ejemplo, demostró que el PCC registró ganancias por más de 9500 millones de dólares y movimientos a través de una fintech por 8500 millones. En uno de los negocios conexos al tráfico de drogas, el PCC se dedicaba también al tráfico de metanol. ¿Cómo era la maniobra? Declarado como insumo industrial, el metanol ingresaba regularmente por el puerto de Paranaguá, pero se desviaba para adulterar combustibles a tasas cincuenta veces superiores al límite fijado por la Agencia Nacional del Petróleo (ANP).
Esta terminal de contenedores, la segunda más grande de Brasil después del puerto de Santos, cuenta con la mayor capacidad de almacenamiento de contenedores refrigerados de Sudamérica y destaca por sus exportaciones de granos, carne y productos congelados.




