Son silenciosos y de baja detectabilidad. Vuelan sin cansarse, con una autonomรญa de mรกs de medio dรญa. En ese tiempo, nunca pierden de vista su objetivo. Y apenas reciben la orden, acaban con รฉl. Son el ejรฉrcito de drones que la administraciรณn Obama estรก utilizando como ariete principal para acabar o mantener a raya a lo que ellos llaman “las fuerzas del terror”, principalmente Al Qaeda y las fuerzas talibรกn.
La mayorรญa de las grandes potencias ya cuentan con este tipo de dispositivos, pero fueron los Estados Unidos quienes los implementaron a gran escala en los escenarios de conflicto en los que participan. Su utilizaciรณn como arma de ataque fuera de un campo de batalla fue aprobada por George W. Bush en 2004. Segรบn los registros oficiales conocidos, durante su gestiรณn se llevaron a cabo poco menos de 50 ataques selectivos. Pero fue el gobierno de Barack Obama el que impulsรณ y explotรณ el uso de drones para desarticular la estructura de Al Qaeda. El pico de ataques se produjo en 2010, con 122 registrados aquel aรฑo segรบn la New America Foundation. Hasta el momento, los ataques de drones acumulan una cifra promedio estimada de 2500 muertos solo en Pakistรกn.
Todo indica que los drones llegaron a los campos de batalla del siglo XXI para quedarse. Su alta efectividad y la posibilidad de no arriesgar vidas los convirtieron en la herramienta favorita para eliminar objetivos puntuales. Como dijo el flamante jefe de la CIA John Brennan, “es esta precisiรณn quirรบrgica, la habilidad de apuntar con lรกser, la que nos llevarรก a eliminar el terror llamado Al Qaeda”. Sigue la lรญnea de Leon Panetta, ex director de la agencia de inteligencia estadounidense, quien en 2009 asegurรณ que los drones “son el รบnico juego posible en tรฉrminos de confrontar o tratar de destruir el liderazgo de Al Qaeda”.
Pero la sombra de ataques equivocados y vรญctimas civiles, la violaciรณn de derechos soberanos que la actual utilizaciรณn de drones conlleva y la poca claridad acerca del manejo de estos sistemas de ataque, despertรณ en la sociedad civil resistencia y un reclamo por mayor claridad. Una nueva doctrina de combate sobre la que todavรญa hay muchas cosas por conocer.
LICENCIA PARA MATAR
Dron es la denominaciรณn generalista para los UAV (unmaned aircraft vehicle), vehรญculos aรฉreos no tripulados destinados a tareas de vigilancia o de ataque contra objetivos. Aunque ganaron popularidad en los รบltimos 20 aรฑos, no son nuevos: sus orรญgenes se remontan a la Guerra Civil estadounidense, cuando se patentรณ un globo de aire caliente que podรญa ser programado para arrojar explosivos sin que nadie lo tripulara.
Los drones, tal como los conocemos hoy en dรญa, ganaron fama durante la dรฉcada del noventa, cuando tomaron parte de la guerra del Golfo y del conflicto de los Balcanes como vehรญculos de vigilancia. Segรบn el informe conjunto de la Universidad de Stanford y la Universidad de Nueva York “Viviendo bajo drones” (Living under drones), los primeros UAV artillados fueron empleados en Afganistรกn a principios de octubre de 2001, en las acciones iniciales de la Guerra contra el terrorismo.
Pero las misiones de asesinatos selectivos de lรญderes terroristas utilizando aviones no tripulados comenzaron un poco mรกs tarde, en febrero de 2002, cuando un ataque dron matรณ a tres personas en Zhawar Kili, Afganistรกn. La CIA presumรญa que uno de ellos era Osama Bin Laden. Seis meses mas tarde, segรบn reseรฑa el informe “Viviendo bajo drones”, se registrรณ otro hecho en Yemen. Estas acciones eran organizadas en base a informaciรณn de inteligencia en el terreno.
Las misiones sueltas se transformaron un programa completo a gran escala en Pakistรกn a partir de junio de 2004, cuando un dron norteamericano eliminรณ a Nek Muhammad, un comandante talibรกn que unos meses antes habรญa anunciado su apoyo a Al Qaeda. Segรบn trascendiรณ, el asesinato de Nek Muhamad fue fruto de un acuerdo secreto entre EE.UU. y Pakistรกn, ya que el lรญder no era un objetivo prioritario para los americanos. La CIA aceptรณ matarlo a cambio de obtener acceso al espacio aรฉreo pakistanรญ para perseguir a sus enemigos.
En paralelo, saliรณ a la luz el informe en el que se denunciaban los malos tratos en los centros de detenciรณn norteamericanos. Este panorama podrรญa explicar por quรฉ, a partir de entonces, los ataques se hicieron mรกs frecuentes: segรบn la informaciรณn de la New America Foundation, durante la administraciรณn Bush se registraron 48 acciones en Pakistรกn. Cuando Barack Obama llegรณ a la presidencia, los ataques en aquel paรญs se intensificaron: desde 2008 a la fecha ya se cuentan alrededor de 350 misiones.
Otro dato ayuda a ver la real dimensiรณn del programa de drones. Desde los atentados aย las Torres Gemelas en septiembre de 2001, el 95 por ciento de los asesinatos dirigidos (targeted killings) fuera de un campo de batalla, o sea fuera de los escenarios de guerra como Irak y Afganistรกn, fueron hechos por drones. Asรญ lo consigna un informe elaborado por Micah Zenco para el Council of Foreign Relations titulado “Reformando las polรญticas de ataques de drones de los EE. UU.”.
“TODA LA FUERZA NECESARIA”
Existen dos tipos de ataques de drones. Los primeros fueron los conocidos como “de personalidad”, esto es, una acciรณn contra un lรญder en particular. Mรกs tarde, en los รบltimos aรฑos, se comenzaron a ejecutar otro tipo de acciones con un objetivo un poco mรกs difuso. Son conocidos como ataques “de firma” (signature strikes) y apuntan a movimientos sospechosos como posibles traslados de armas o de combatientes.
Todas estas acciones estรกn amparadas bajo la Autorizaciรณn para el Uso de la Furerza Militar (AUMF, por sus siglas en inglรฉs), aprobada dรญas despuรฉs de los ataques de septiembre de 2001. Esta normativa le da la autoridad al presidente para utilizar “toda la fuerza necesaria y apropiada” contra cualquiera involucrado en los ataques o que los haya alojado. Tanto Bush como Obama han reclamado a gobiernos de otros paรญses que detengan o maten a terroristas sospechosos apoyados en esta potestad.
Para que una incursiรณn de drones se lleve a cabo se deben cumplir por lo menos con tres instancias. La primera es que un โalto cargo informadoโ decida si el objetivo es un peligro inminente para los EE. UU. La segunda consiste en determinar que no es posible capturarlo. Por รบltimo, se debe procurar que la misiรณn se lleve a cabo bajo los principios de la guerra, o sea, bajo las condiciones de necesidad, distinciรณn, proporcionalidad y humanidad.
En este sentido, la administraciรณn Obama se ha mostrado segura de la ante la utilizaciรณn de este mรฉtodo para continuar su campaรฑa contra el terrorismo. El vocero e la Casa Blanca, Jay Carney, fue contundente al respecto: “Estos ataques son legales, รฉticos y sabios”, asegurรณ en una oportunidad ante la prensa.
SIEMPRE LISTOS
El arsenal de drones armados de los EE. UU. cuenta con dos modelos: el MQ-1B Predator y el MQ-9 Reaper. Mรกs allรก de las diferencias tรฉcnicas de cada uno, ambos dispositivos comparten las mismas ventajas que los convierten en favoritos a la hora de encarar ataques contra lรญderes particulares o movimientos sospechosos. Por un lado, poseen una autonomรญa de 14 horas totalmente armados y listos para el combate. Esto les da una ventaja sobre las cuatro horas de autonomรญa estimada que presentan los aviones tripulados tradicionales como el F-16 o el A-10, utilizados a menudo en misiones similares.
La posibilidad de estar permanentemente sobre le objetivo les otorga una segunda ventaja: la reacciรณn inmediata. Una vez confirmado el blanco a travรฉs de las fuente de inteligencia en el terreno y recibida la autorizaciรณn oficial para realizar el ataque, los drones tiene la capacidad de actuar de inmediato, sin perder un instante. Esta caracterรญstica los diferencia de sistemas como el de los misiles balรญsticos, como el Tomahawk, lanzados desde buques estacionados, por ejemplo, en el Golfo Pรฉrsico. Entre quรฉ recibรญan la informaciรณn, se autorizaba el ataque y se programaban los misiles, podรญan pasar seis horas y el objetivo podรญa cambiar de posiciรณn.
De todas formas, los drones todavรญa estรกn lejos de ser dispositivos perfectos e insuperables. Una de sus grandes deficiencia es su total dependencia de los espรญas sobre el terreno. Sin su guรญa, pierden toda la eficacia. Otra debilidad a enmendar en un futuro es su alta vulnerabilidad en territorio hostil. Si el Predator o el Reaper fueran atacados por un caza tripulado o por un sistema antiaรฉreo desde tierra, no cuentan con muchas chances de sobrevivir.
DESINTELIGENCIAS
A pesar del relativo รฉxito de las aeronaves no tripuladas de ataque en el combate contra el terrorismo, la administraciรณn Obama estรก enfrentando cierta controversia por el uso de este tipo de armas. Micah Zenko en “Reformando las polรญticas de ataques de drones de los EE. UU.”, tipifica alunos problemas crรญticos que enfrentan este tipo de misiones.
Uno es la coordinaciรณn con los objetivos mรกs amplios de la polรญtica exterior de los EE. UU. Algunas de las acciones con drones estรกn coordinadas con el embajador norteamericano del paรญs en que se llevan a cabo, y estรกn bajo la รณrbita del comandante militar de la zona. Pero en muchos otros casos, es la CIA la que realiza estas operaciones directamente sin coordinar con el resto de los actores. Esto llevรณ en una oportunidad a que el embajador de EE. UU. en Paquistรกn se quejara de la intensidad y la cantidad de ataques de drones, segรบn consta en el artรญculo โAn Embassy Asks, Drones or Diplomacyโ, publicado en el Washington Post el 20 de junio de 2012 por el periodista David Ignatius.
Esto no quiere decir que no haya una cadena de responsables que autoricen la misiรณn, sino que las acciones particulares de los drones no parecen seguir un patrรณn dentro de la estrategia general contra el terrorismo. A pesar de que el gobierno de Obama insiste en que los individuos apuntados por los drones son lรญderes de Al Qaeda o Talibanes de alto jerarquรญa, la gran mayorรญa de los mรกs de tres mil muertos por estos ataques no lo son, sino mรกs bien dirigencia de bajo rango o sospechosos de militar en dichas organizaciones.
Esto sin contar los casos en que los ataques dron fueron flarantemente en contra de la polรญtica exterior no militar. Zenko cita un caso muy evidente: En febrero de 2012, durante una conferencia de prensa en el International Contact Group on Somalia, un asociaciรณn no gubernamental integrada en su mayorรญa por embajadores de las Naciones Unidas que busca la paz en el paรญs del Cuerno de Africa, la secretaria de Estado Hillary Clinton remarcรณ que sabรญa que โlos ataques aรฉreos no serรญan una buena ideaโ y que no creรญa โque nadie โciertamene EE. UU.- lo estaba considerandoโ. Horas mรกs tarde, un convoy fue atacado en la regiรณn de Shabelle, matando entre cuatro y siete militantes islamistas sospechosos. Segรบn Zenko, fuentes anรณnimas oficiales confirmaron que se tratรณ de un ataque dron.
El otro problema son los ataques equivocados y las bajas civiles. Al expandir la estrategia de drones a los โataques de firmaโ (el gobierno de Bush solo utilizaba los de โpersonalidadโ), el gobierno de Obama ampliรณ de manera tรกcita las probabilidades de provocar daรฑos colaterales ya que el objetivo de la misiรณn es un poco mรกs difuso. Siguiendo nรบmeros oficiales, un promedio entre lo relevado por la New American Foundation, el Long War Journal y The Boureau of Investigative Journalism arroja que del total de las muertes provocadas por drones, un 12 por ciento corresponde a bajas civiles. Sin embargo, la cifra podrรญa estar โmaquilladaโ si se toma en cuenta que EE. UU. cuenta como combatientes a todo sujeto masculino en โedad militarโ que se encuentre en la zona del ataque, a menos que evidencias explรญcitas de inteligencia prueben lo contrario. โDefensores de derechos humanos, expertos internacionales en temas legales, y actuales y ex funcionarios de EE. UU. discuten si esta metodologรญa post hoc se atiene al principio de distinciรณn para el uso de la fuerza letalโ, seรฑala Zenko en su trabajo.
SECRETO A VOCES
Otra controversia que plantea el uso de los drones es la transparencia y el control sobre las misiones. En un principio, el gobierno norteamericano no reconociรณ oficialmente las incursiones de las aeronaves no tripuladas: los asesinatos selectivos fuera de los campos de batalla estaban clasificados como operaciones encubiertas y ningรบn funcionario admitรญa su existencia on the record, aunque ya estaban en boca de todos.
Sorprendiรณ el presidente Obama cuando en enero de 2012, sin previo aviso, respondiรณ abiertamente una pregunta sobre drones: โMuchos de estos ataques se llevaron a cabo en FATA (Areas Tribales bajo Administraciรณn Federal de Paquistรกn, al norte del paรญs) persiguiendo sospechosos de Al Qaedaโฆ En realidad, los drones no han causado una gran cantidad de bajas civilesโ, afirmรณ el presidente en aquella oportunidad.
Segรบn Zenko, el problema de mantener los ataques de drones como operaciones encubierntas โes que tanto los estadounidenses como el pรบblico internacional a menudo malinterpretan cรณmo se utilizan los drones. Y en los paรญses afectados, los ciudadanos generalmente culpan a los EE. UU. por el daรฑo colateral cuando este podrรญa haber sido causado por el propio sistema de armas de los paรญses huรฉspedesโ.
Desde que los funcionarios comenzaron a hablar de los ataques dron, el debate por la transparencia de las operaciones se instalรณ en su agenda. El propio Obama, el 12 de ocubre de 2012, afirmรณ en relaciรณn al tema: โUna de las cosas que debemos hacer es mantener una arquitectura legal para asegurar no solo que me controlen a mรญ, sino a cualquier presidenteโ. Por su parte, John Brennan, un responsable polรญtico casi directo en estas acciones, siguiรณ la lรญnea del presidente, pero remarcรณ tambiรฉn la dificultad que presenta hacer mรกs claro un mecanismo que, de por sรญ, es clandestino: โDebemos optimizar la transparencia en estos asuntos pero al mismo tiempo, optimizar el secretismo y la protecciรณn de la seguridad nacionalโ, destacรณ el actual director de la CIA.
EL PROBLEMA DE LA CIUDADANรA
Juan Battaleme, especialista en Defensa y relaciones internacionales de la UADE, seรฑalรณ a DEF que en realidad โlos que estรกn demandando regular la cuestiรณn de los drones son los propios norteamericanos y para el interior de su paรญs. Estรกn reclamando tener reglas de empaรฑamiento claras en cuanto al dronโ. Para Battaleme, el tema sensible estรก en la utilizaciรณn de estos ataques contra ciudadanos de EE. UU.: โLos norteamericanos no tienen mucho problema en matar un รกrabe, pero quรฉ pasa si se trata de un norteamericano vinculado a organizaciones terroristas. Tรฉcnicamente, el poder ejecutivo puede dictar una sentencia de muerte sin pasar por el proceso judicial debidoโ, remarcรณ el especialista. Ese fue el caso de Anwar al-Awlaki, un clรฉrigo islรกmico y activista vinculado a Al Qaeda nacido en los EE. UU, muerto por un ataque dron en septiembre de 2011 en Yemรฉn. La ejecuciรณn no siguiรณ ningรบn parรกmetro del debido proceso que se le debe aplicar a un ciudadano norteamericano. En el ataque tambiรฉn muriรณ su hijo Abdulramรกn, de 16 aรฑos, y Samir Khan.
A pesar de todo, Juan Battaleme no cree que estas acciones puedan convertirse en una โmancha negraโ para la administraciรณn Obama. โEsto es algo que, con cierta razรณn, le preocupa mรกs a la sociedad civil. ยฟEstรก violentando derechos? Sรญ, pero de desde el 2001 en adelante EE. UU. estรก violentando derechos, interna y externamente. Las grandes potencias en general violentas derechos interna y externamenteโ, subrayรณ el especialista, quien insiste en que no es un panorama nuevo. โCuando se equivocan y atacan un blanco equivocado se genera el mismo problema polรญtico con dron que sin dron. Podrรญa pasar lo mismo con un F-16. Es mala inteligencia y en eso los americanos no son infaliblesโ, seรฑala.
NUEVA DOCTRINA
El tema tiene muchas aristas, pero hay algo que es seguro: los drones llegaron para quedarse. DEF le consultรณ a Juan Battaleme, especialista en Defensa y relaciones internacionales de la UADE, si esta operativa ya constituye una nueva doctrina militar. La respuesta fue categรณrica: sรญ. โVenรญamos de una doctrina de contrainsurgencia de la administraciรณn Bushโ, recuerda Battaleme. โDesde que asume Obama-Biden cambia. Hacer contrainsurgencia implica ganar corazones y mentes, hacer reconstrucciรณn del estado y hacer operaciones militares. Cuando llegan Obama-Biden al poder, bajan el nรบmero de tropas: primero porque la presencia militar norteamericana da la idea de ocupaciรณn; segundo porque la billetera se achica (estamos en 2008, aรฑo de la crisis)โ, describiรณ. En ese punto, se explotรณ el uso de los drones con una estrategia de contraterrorismo. โGolpeo, sacudo y me retiroโ, resumiรณ Battaleme.
Mientras hacer operaciones de contrainsurgencia lleva a tener una alta exposiciรณn, las operaciones contraterrorismo da una visibilidad mucho menor. โTe enterรกs en el golpeโ, explicรณ el acadรฉmico. Ademรกs, destacรณ que โtoda aquella medida que tienda a incrementar la seguridad nacional de los EE. UU. sin que aumente el despliegue de fuerzas va a ser relativamente aceptable y bien vista por el Congresoโ. โHay una idea de que Obama terminรณ la guerra contra el terrorismo -continuรณ Battaleme-. Es falsa. Logrรณ desarticular el programa global de prisiones que tenรญan, pero lo que hace muy bien es una vez que tiene identificado los objetivos -mediante fuentes de inteligencia-, los ataca. Se repite a menudo que EE. UU. desbarrancรณ, declinรณ, etc., cuando en realidad no solo se reinventa, sino que aprovecha los recursos de manera que le es mรกs รบtil a su estrategia. Obama estรก usando un gran garrote, pero estรก hablando bajitoโ, asegurรณ el especialista.
EL FUTURO
Mรกs allรก de , sino que los drones son una expresiรณn visible de cรณmo la robรณtica transformarรก los conflictos armados. โEstรก cambiandoโ, asegurรณ Battaleme. โLa guerra es una competencia, pero no es necesariamente una competencia justa. Los robots no duermen, no comen, no tienen miedo. Estรกn en servicioโ, explicรณ. โLos hombres se cansan, tienen miedo. En un futuro, a medida en que vayamos perfeccionando la inteligencia artificial, perfeccionando la selecciรณn del blanco, haciendo que los robots discriminen mejor, vamos a ir retirรกndonos del centro. No quiere decir que va a venir Terminator y se va a acabar todo, sino que hay que pensar que el hecho de matarle un soldado a Occidente, le cuesta mucho. Perder un robot es distintoโ.
“La guerra estรก cambiando”, asegurรณ Battaleme. La utilizaciรณn de aeronaves no tripuladas no sรณlo se convirtiรณ en una doctrina de seguridad para los EE. UU., sino tambiรฉn en una doctrina militar general. Se estรก explorando cuรกl es la mejor, despende del espacio donde se vayan a aplicar. En palabras de Peter Singer, autor de Wire for War: The Robotics Revolution and Conflict in the 21st Century, los drones transforman โtodo, desde las tรกcticas, hasta la doctrina, la estrategia general, y cรณmo los lรญderes, medios de comunicaciรณn y el pรบblico conceptualiza y decide sobre esto que llamamos guerraโ.