El mosquito Aedes Aegypti, trasmisor del dengue, el zika y la fiebre chikungunya, se encuentra presente en toda la ciudad de Buenos Aires. Acerca de los riesgos que implica, conversamos con Nicolás Schweigmann, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet.
El tema es recurrente. Ya durante el verano de 2009 en la Argentina se produjo una epidemia de dengue –enfermedad trasmitida por la picadura del mosquito Aedes Aegyti- que afectĂł a más de 100.000 personas. Fue un llamado de alerta que volviĂł a repetirse en 2016, año en el que se registrĂł un incremento del 32 por ciento en los casos reportados, a lo que se sumĂł el hecho de que la mayorĂa de los mismos fueron autĂłctonos. El peligro se incrementa año tras año.
Durante el verano de 2017, en la Ciudad de Buenos Aires, CABA, los expertos advirtieron que el vector continuó expandiéndose hasta estar presente en todas las comunas, representando “un potencial riesgo epidemiológico”, según explica el doctor Schweigmann, responsable del Grupo de Estudio del Mosquito (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
“La situaciĂłn es compleja y urge alertar a la comunidad porque es con la ayuda de todos que podremos prevenir una posible”, afirma Schweigmann, quien desde 1996 se dedica a evaluar la poblaciones de mosquitos, a travĂ©s del monitoreo de sensores ubicados estratĂ©gicamente en distintos puntos de la Capital que permite determinar la presencia del vector y su abundancia. “Es un sistema sencillo –al que denominamos “tecnologĂa de punta- que consiste en utilizar un frasco de dulce pintado de negro por fuera donde colocamos agua simulando un criadero y ponemos una bandita blanca porque el mosquito es muy visual y detecta por colores , además de ser atraĂdo por el olor del agua acumulada. El objetivo es que las hembras ingresen y pongan sus huevos dentro del sensor. Semanalmente revisamos los sensores en 218 lugares de la CABA para determinar su presencia”. Este procedimiento permitiĂł detectar un crecimiento exponencial del vector hasta alcanzar lo que los especialistas denominaron “explosiĂłn poblacional” a fines de 2016 y comienzos de 2017 que puede devenir en cualquier momento en una epidemia. que una vez desatada es muy difĂcil de controlar. “La Ăşnica forma de evitarla es cortar la circulaciĂłn del vector, ya que ante la presencia del mosquito en cualquier momento puede ingresar el virus y desencadenar un brote. Por esto es que la simple presencia del vector debe exige una acciĂłn sistemática y responsable”.
Manzana saludable
Las medidas preventivas básicas contra el mosquito Aedes Aegypti son sumamente sencillas: eliminar recipientes con agua de las casas y tirar agua hirviendo en las rejillas con cierta regularidad. Sin embargo, hay un elemento que escapa al control particular ya que alcanza con un solo criadero para poner en riesgo a los vecinos de una manzana entera. “La realidad es que para realizar un trabajo de prevenciĂłn es indispensable el compromiso de la comunidad”, sostiene el entrevistado. Como el vector suele moverse dentro de una misma manzana, los especialistas proponen “trabajar a esa escala a travĂ©s de la vinculaciĂłn entre vecinos con el objetivo de protegerse entre todos”. La presencia de un mosquito con una rayita blanca es Ăndice de que hay un criadero en las cercanĂas por lo cual es fundamental comprender el concepto de “red”, establecer un control comĂşn. “Los vecinos deberĂan conformar un grupo donde poder intercambiar informaciĂłn, preocupaciones y soluciones a estos problemas que les son comunes”.
-En este tema, siempre se hace hincapié en la responsabilidad del ciudadano. ¿Cuál es el rol del Estado?
-Es fundamental: el Estado debe enseñar –creo incluso que estos temas deberĂan estar en la currĂcula escolar-, informar a la comunidad y dar el ejemplo para que la sociedad responda en el mismo sentido. En la actualidad, los edificios pĂşblicos –hospitales, escuelas, universidades, entre otros- tienen criaderos. Un caso claro es el de los cementerios que están llenos de recipientes con agua o de los autos abandonados, que se transforman en lugares ideales para la reproducciĂłn del vector y cuando se encuentran cerca de las viviendas ponen en riesgo a la poblaciĂłn. En todos estos casos, el Estado lejos de asumir el papel que le corresponde –eliminar criaderos, evitar acumulaciĂłn de chatarra, hacer un manejo eficiente de los residuos, entre otros factores- está ausente.
-De todos estos ejemplos, el más llamativo es el de los hospitales. ¿Cómo se entiende que no haya conciencia de un problema sanitario de esta envergadura?
– Se trata de un tema muy antiguo que se ve en todos los edificios pĂşblicos donde por problemas burocráticos suele acumularse todo el material y el mobiliario que va quedando fuera de uso hasta que se decide su disposiciĂłn final. Pese a que desde hace casi 20 años que alertamos sobre la existencia de criaderos en ese tipo de lugares, no hemos tenido una respuesta adecuada.
Ante la presencia de mosquitos, las principales campañas de los gobiernos para combatirlos es la fumigaciĂłn. Consultado acerca de si lo considera un sistema eficaz para el control de este tipo de plagas, el doctor Schweigmann no duda: “Definitivamente creo que no sirve como quedĂł demostrado durante la epidemia de 2016. Cuando se fumiga no se elimina a todos los mosquitos y los que sobreviven tienen una resistencia natural que van a trasmitir a sus hijos y que se va a ir incrementando con cada nueva aplicaciĂłn. Es lo mismo que ocurre con el ser humano y los antibiĂłticos. ÂżPor quĂ© insisten? En televisiĂłn se publicita un producto que mata instantáneamente a los mosquitos, sin embargo esa empresa nunca muestra el criadero porque sin dudas el negocio está en que siga existiendo. Es un engaño: la gente se siente feliz por eliminar tres ejemplares sin darse cuenta de que –si no controla las larvas- al dĂa siguiente van a aparecer otros 200. Somos una fábrica de mosquitos y antes de que se desate una epidemia hay que eliminar los criaderos. Si no empezamos por ahĂ, nada va a resultar”.
Otra de las desventajas de la fumigación, afirma, es que genera una falsa sensación de seguridad en lugar de promocionar a nivel social una acción participativa de la gente destinada a controlar las larvas del vector en lugar de hacer foco en los mosquitos.
-Al hablar de acumulaciĂłn de agua una piensa de inmediato en las piletas de nataciĂłn o en las inmensas superficies inundadas del centro del paĂs. ÂżSon potenciales criaderos?
No. Las piletas cuando se usan no representan un problema porque a los mosquitos les gustan las aguas tranquilas. En el caso de que aparecieran pequeños gusanos, se trata justamente de larvas que deben se retiradas con un colador y dejadas al sol para que se sequen. En el caso de inundaciones como las que están sufriendo en algunas provincias, la presencia de peces en rĂos y arroyos asegura la eliminaciĂłn de criaderos.
Lo que vendráÂ
-ÂżExiste algĂşn tipo de pronĂłstico a futuro?
-Es absolutamente azaroso. Son varios los factores que habrĂa que tener en cuenta: primero la llegada de una persona infectada, predecir el lugar adonde va a dirigirse y la existencia de mosquitos en el mismo, que estos la piquen y posteriormente trasmitan el virus. Sin duda se trata de algo impredecible. Para nosotros lo Ăşnico pronosticable es la dinámica del vector y en ese sentido, puedo afirmar que la abundancia detectada de mosquitos es muy riesgosa. Este solo hecho deberĂa ser un factor de preocupaciĂłn, sin embargo no hubo ninguna reacciĂłn cuando lo dimos a conocer a la prensa. En la Argentina no existe la cultura preventiva ni en la gente ni en las autoridades, por lo cual hasta que no entra el virus no se genera una reacciĂłn y una vez conocido el problema la respuesta es declarar emergencia en salud.
-Al hablar del Aedes Aegypti se piensa en el degue, ¿hay menos riesgo de contraer otras enfermedades como el zika y la la fiebre chikunguña?
No, estamos a merced del azar y puede pasar cualquier cosa. Si ocurriera, va a ser la crĂłnica de una historia anunciada. Desde hace dos dĂ©cadas que alerto sobre el tema en la Argentina y hasta que en 2009 se comprobĂł que tenĂa razĂłn fui tildado de falso agorero. En ese momento hubo casi 300 casos en Capital y en la actualidad, ya hablamos de casi 6000 casos oficiales (cifra que debe multiplicarse normalmente por 10). Es probable de que, dada la altura del verano en la que nos encontramos, no ocurra nada grave este año pero si no actuamos el prĂłximo será peor.
ÂżEs pesimista?
-No. De lo que estoy convencido es que debemos generar una conciencia colectiva a favor de todos, porque no sirven las respuestas individuales y si entendemos el mecanismo, podemos encontrar la soluciĂłn.




