En los confines del planeta, se producen dos fenómenos característicos de las regiones polares: las polinias, misteriosos agujeros en el hielo marino que actúan como oasis para la vida, y los vientos catabáticos, corrientes de aire gélido que esculpen el terreno con fuerza implacable.
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Agujeros en el hielo, un enigma polar
Las polinias —nombre que en ruso significa algo así como “agujero en el hielo” o “área de agua abierta en el hielo marino”— son zonas extensas de mar abierto en medio del mar congelado, donde debería formarse un manto de hielo grueso.

Estos agujeros o ventanas en el hielo marino se clasifican en polinias costeras, aquellas que se forman cerca de las costas o en las barreras de hielo, y las de mar abierto, como las que suelen presentarse en medio del canal Príncipe Gustavo, entre la península antártica y la isla James Ross. Las polinias costeras se producen porque los vientos catabáticos (ráfagas muy frías que bajan desde lo alto del continente), al empujar el hielo mar adentro, dejan el agua del mar expuesta. El origen de las segundas, que aparecen a cierta distancia de las costas, está relacionado con procesos geotérmicos y erupciones volcánicas submarinas, que producen corrientes ascendentes de aguas cálidas que derriten el hielo desde abajo.
Las polinias son áreas vitales para la vida marina, porque permiten el intercambio de gases del fondo del mar y el acceso al oxígeno y nutrientes. También son una especie de oasis para la vida silvestre de la región, porque permite que los mamíferos marinos (como focas, ballenas, pingüinos, entre otros) salgan para respirar o alimentarse. Juegan un rol clave en la formación del agua profunda antártica, porque allí el mar expuesto a las bajas temperaturas del aire se enfría con rapidez, lo cual contribuye a la circulación oceánica.
Por qué es importante estudiar en profundidad las polinias y los vientos catabáticos
En otro orden, su estudio es muy relevante para la investigación en ciencias de la Tierra y para los modelos climáticos, ya que las modificaciones en su tamaño y la periodicidad en sus apariciones pueden ser indicio de otros cambios en el clima antártico.

Durante los inviernos de 1974, 1975 y 1976 fueron captadas, gracias al lanzamiento de los primeros satélites, las imágenes de polinias en el mar de Weddell, algunas de las cuales alcanzaron el tamaño de Nueva Zelanda.
Y en 2016, una imagen satelital de la NASA reveló un sorprendente agujero de 33.000 kilómetros cuadrados en el hielo antártico, que duró tres semanas. Al año siguiente, apareció uno aún mayor, de 50.000 kilómetros cuadrados.
Estas polinias en el mar de Wedell, en la Antártida, dieron lugar a una investigación dirigida por la Universidad de Washington que estuvo orientada a averiguar el porqué de estas apariciones esporádicas, lo impredecible de su duración y su impacto en la circulación oceánica. En este estudio, que fue publicado por la revista Nature, se utilizaron desde imágenes satelitales y robots hasta mamíferos con sensores.

Estas investigaciones revelaron que las polinias se producen por la alineación de varios factores que deben darse simultáneamente, como los vientos costeros, alta salinidad y fuertes tormentas que promuevan la mezcla de agua salada y cálida desde las profundidades, entre otros.
Aunque se pensaba que el cambio climático disminuiría las polinias, el nuevo estudio sugiere que el fortalecimiento de los vientos antárticos podría aumentar su formación.
Desde la meseta al mar, el viaje de los intensos vientos catabáticos
Por su parte, los vientos catabáticos son vientos fríos, densos y fuertes que descienden por gravedad desde zonas elevadas, en general desde la meseta antártica, hacia regiones más bajas o directamente hacia el mar. Se originan debido al enfriamiento del aire en contacto con la superficie helada del continente, lo que aumenta su densidad y lo hace descender por la pendiente.
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Estos vientos son muy intensos y sus ráfagas pueden alcanzar velocidades superiores a los 200 km/h, en especial en los valles costeros por donde descienden los glaciares. Este fenómeno, muchas veces, condiciona los estudios científicos en determinadas zonas, ya que se recomienda no establecer campamentos cerca de la desembocadura de estos valles, porque la estabilidad de las carpas podría verse comprometida.
Además, los vientos catabáticos contribuyen a la formación de polinias costeras al desplazar el hielo marino hacia el mar, creando áreas de aguas abiertas cerca de la costa. A la hora de describir este importante fenómeno meteorológico antártico, muchos hablan de una especie de “catarata de aire helado” que baja hacia el mar con fuerza y persistencia.