El huracán Gabrielle se formó a mediados de septiembre de 2025 en el Atlántico central, lejos de cualquier costa, y en sus primeros días parecía que no daría muchas preocupaciones. Sin embargo, logró encontrarse en aguas cálidas y se convirtió en un huracán de categoría 3 en muy poco tiempo y podría trasladarse a Europa.
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Cómo se formó el huracán Gabrielle
En los primeros momentos, Gabrielle estaba debilitado por factores como la cizalladura del viento, el aire seco y la presencia de polvo del Sahara, que suelen impedir el desarrollo de tormentas tropicales.
Pero al avanzar hacia aguas más cálidas y con condiciones atmosféricas más favorables, la tormenta se intensificó rápidamente hasta convertirse en un huracán de categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, con vientos sostenidos cercanos a los 190 kilómetros por hora.
Su recorrido sobre mar abierto hizo que los daños directos fueran mínimos hasta ahora, aunque sí provocó fuerte oleaje y corrientes peligrosas en sectores del Atlántico. La única zona insular con cierta amenaza fue Bermuda, donde se sintieron vientos intensos y condiciones marítimas adversas, aunque sin reportes de catástrofes mayores.

El hecho de que la tormenta se mantuviera lejos de las costas de Estados Unidos y el Caribe fue clave para que sus efectos hasta el momento pasen a ser secundarios. Pero lo que genera tensión es su movimiento hacia el noreste. Los modelos meteorológicos coinciden en que Gabrielle comenzará a girar en esa dirección, alejándose del continente americano y acercándose hacia el Atlántico oriental.
La llegada del huracán Gabrielle a Europa
El movimiento hacia el Viejo Continente se puede dar porque a medida que un huracán se desplaza hacia latitudes más altas, se encuentra con corrientes en chorro y sistemas de baja presión propios de las zonas templadas, que lo “empujan” hacia Europa.
Además, las condiciones que alimentan a un ciclón tropical, como la alta temperatura del agua o la humedad profunda, van desapareciendo, y la tormenta sufre lo que se conoce como “transición tropical”. En este proceso, el huracán pierde sus características clásicas, como la simetría perfecta o el ojo bien definido, y pasa a comportarse como una borrasca de gran intensidad, con frentes asociados y una estructura mucho más amplia.
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Un sistema extratropical puede expandir su radio de vientos y provocar lluvias intensas en regiones muy alejadas de su centro. Según las proyecciones más recientes, los primeros territorios que podrían sentir algún efecto serían las islas Azores, donde se espera que llegue debilitado en términos tropicales, pero aún con capacidad de generar marejadas y precipitaciones abundantes.

Si logra mantenerse como un sistema extratropical bien organizado, podría acercarse a las costas de Europa occidental, con especial atención en el norte de Portugal, España (particularmente Galicia), Irlanda y el Reino Unido. Los riesgos principales serían las lluvias torrenciales, los vientos fuertes en áreas costeras y el oleaje elevado, que podría causar inundaciones y erosiones en zonas bajas.
Si bien la incertidumbre sigue siendo alta, ya que cualquier mínimo cambio podría cambiar la trayectoria del huracán, es claro que Gabrielle no mantendrá la fuerza de un huracán clásico al llegar a Europa, sino que lo hará como un ciclón extratropical.