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Expedición CONICET: tras los cañones submarinos y la corriente de Malvinas en el Atlántico Sur

Una expedición del CONICET, liderada por mujeres, explora los cañones submarinos del Atlántico Sur con tecnología de punta. Su objetivo es investigar la biodiversidad y el impacto humano en la región.

La nueva expedición del CONICET a los cañones submarinos de Bahía Blanca y Almirante Brown no busca la espectacularidad visual de la expedición a los cañones de Mar del Plata que, en su momento, deslumbró con hallazgos como la estrella culona, las “langostas Barbie” o el “pulpo translúcido”.

Esta nueva misión tiene un objetivo distinto y estratégico. La expedición se adentra en zonas menos profundas, alejadas de la costa, con aguas menos claras y corrientes más potentes. Su meta es estudiar los sistemas de cañones de Bahía Blanca y Almirante Brown que se extienden hacia la plataforma continental del Atlántico Sur, un área clave para la investigación oceanográfica.

“El objetivo de la campaña es ver la forma del fondo marino, determinar cómo la topografía modifica la corriente y de qué manera eso impacta en la productividad”, explica Graziella Bozzano, geóloga italiana, nacionalizada argentina, integrante del Servicio de Hidrografía Naval, SHN, e investigadora del CONICET.

Graziella Bozzano es geóloga, integrante del Servicio de Hidrografía Naval, SHN, e investigadora del CONICET.

Bozzano formará parte del equipo de mujeres que liderará la investigación y se completa con Laura Ruiz Etcheverry, Ornella Silvestri y la dirección de Silvia Romero. Además, contará con la participación de científicos argentinos de diversas disciplinas, miembros del Servicio de Hidrografía Naval (SHN) y del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA-UBA-CONICET), y de otros organismos de investigación científica nacionales.

El objetivo estratégico tras la expedición del CONICET

Graziella Bozzano, única geóloga que participó de la primera campaña realizada por el CONICET y el Schmidt Ocean Institute frente a las costas de Mar del Plata, nos habla de su experiencia y expectativas sobre este nuevo proyecto que se va a desarrollar desde fines de septiembre hasta el 29 de octubre.

—¿Cómo nació esta propuesta?

—Lejos de lo que puede pensarse, no surgió del éxito de la expedición a Mar del Plata, sino que estaba programada desde hace dos años, cuando el Schmidt Ocean Institute (organización sin fines de lucro que promueve la investigación oceanográfica), SOI, abrió una convocatoria para que grupos de científicos propusieran proyectos relacionados con sus áreas de interés. Nuestro equipo se presentó y en 2024 fue seleccionado, para investigar cañones submarinos y explorar zonas entre Viedma y Rawson, frente a las costas de Río Negro y Chubut. Para ello, el SOI pone a disposición de los investigadores la plataforma, el buque provisto de tecnología de punta, la tripulación, los técnicos y el ROV SuBastian, robot submarino desarrollado para operar en las profundidades del océano. Para el resto de los gastos —como de movilización, laboratorio, seguros, etc.— contamos con un subsidio de la Fundación Williams, que aportó 15 millones de pesos, y un proyecto financiado por Francia.

—¿Cómo describirías la zona donde se llevará a cabo esta investigación?

—El margen continental argentino se divide en plataforma (zona plana cerca de la costa), talud (donde la pendiente se profundiza), que se extiende desde los 300 hasta los 600 kilómetros de la costa aproximadamente, y la emersión, la zona más profunda. Aunque algunos cañones alcanzan la plataforma, la mayoría suele ubicarse en el talud, que es donde se realizará la investigación. A diferencia de las inmersiones realizadas en el Cañón Mar del Plata, que alcanzaron profundidades de hasta 3.900 metros, el área de los cañones que exploraremos en octubre se encuentra entre 100/200 y 1000 metros de profundidad.

Hay equipo: (de izq a derecha) Ornella Silvestri, Silvia Romero, Graziella Bozzano y Laura Ruiz Etcheverry.

-¿Qué se espera de esta expedición?

—El objetivo principal es comprender la interrelación entre la dinámica de las aguas marinas profundas y superficiales, la biodiversidad y la topografía de los cañones submarinos. Nos centraremos en cómo la corriente de Malvinas influye en la productividad de la zona, que es muy rica en organismos, como lo demuestra la gran presencia de pescadores. Para obtener datos precisos e integrar información geológica, biológica y física, vamos a utilizar tecnología de avanzada y el enfoque principal serán la recolección de sedimentos, variables físicas y el estudio del fondo marino en áreas específicas del norte y sur.

—¿Cuál es la diferencia entre estas dos áreas de estudio?

—En el sector norte, frente a Bahía Blanca, vamos a usar 46 boyas derivantes, que flotan con la corriente y tienen un GPS que permite seguir su camino y estudiar el comportamiento y la dirección de la corriente. Creemos que algunas seguirán el talud, mientras que otras entrarán a la plataforma, donde permanecerán navegando unos 20 días antes de ser recogidas. También vamos a poner dos equipos llamados “lander” en el fondo del mar, estructuras fijas que sirven para adosar equipos que miden la temperatura, la salinidad, el oxígeno y la velocidad de la corriente. Esto se complementará con una boya oceanográfica que medirá variables meteorológicas, como temperatura del aire y viento. Para complementar el estudio en la región norte, desplegaremos un glider, un vehículo autónomo submarino que medirá temperatura, salinidad, oxígeno y fluorescencia siguiendo una ruta programada.

En la zona sur, utilizaremos sondas para la batimetría y  para analizar las estructuras geológicas del subfondo marino. Adicionalmente, emplearemos un magnetómetro y un CTD para obtener muestras de agua a diferentes profundidades.

Develando los secretos del océano

—¿Este tipo de exploración es novedosa o ya se realizaron estudios multidisciplinarios en la zona?

—Las imágenes satelitales muestran que algunas áreas del margen oceánico son muy productivas y no se comprende completamente el motivo de esta productividad. Una de las hipótesis es que está relacionada con la morfología del fondo marino. Lo cierto es que esta será la primera vez que se exploran para obtener una topografía detallada de su relieve. También es innovadora la integración interdisciplinaria de la investigación, porque normalmente se estudia la geología, la biología o las corrientes por separado.  En este viaje intentamos unir todas esas perspectivas para entender cómo funciona el sistema de manera holística: de qué modo la forma del fondo, la dinámica de las corrientes y la vida marina trabajan juntos.

El objetivo de esta expedición del CONICET es comprender la interrelación entre la dinámica de las aguas marinas profundas y superficiales, la biodiversidad y la topografía de los cañones submarinos.

—¿Podemos decir entonces que es una campaña pionera?

—Sí, es un estudio pionero por varias razones. Por la tecnología, por la utilización del famoso ROV, SuBastian y por la posibilidad de hacer un recorrido en la parte superior de los cañones para tomar muestras del fondo con los “pushcores” (tubos de muestreo) que se vieron en las transmisiones de Mar del Plata. En primera instancia, si los tiempos y el estado del clima lo permiten, haremos tres inmersiones en la zona sur y dos en la zona norte. Y es pionera por el gran despliegue multidisciplinario de herramientas y tecnología, para responder una pregunta científica compleja.

De la rutina a la magia de la exploración marina

—¿Cómo es un día en el barco?

—En general, se organizan turnos de trabajo para garantizar el descanso de todos. En la campaña “Talud continental 4”, había turnos desde las seis y media de la mañana hasta las seis y media de la tarde. En mi caso, como era la única geóloga, no tenía reemplazo y debía estar atenta cada vez que el ROV regresaba para tomar muestras. Al principio, las inmersiones eran cortas, pero a medida que fuimos a zonas más profundas y duraban 24 horas, pude descansar un poco mejor. De todos modos, no fue complicado para mí porque las imágenes eran hipnotizantes.

—¿Qué aprendieron?

 —Comprobamos que la ciencia bien comunicada, interesa y mucho, al menos en Argentina. Las transmisiones en vivo de las inmersiones tuvieron muchísimas visitas, mucho más que en otras campañas. En promedio, antes tenían 4.000 vistas, pero la de Mar del Plata llegó a 500.000 y logramos un total de 17 millones de visualizaciones. Llegamos a tener conectadas a la vez a 92.000 personas. Fue una experiencia inolvidable que muchas veces nos hizo emocionarnos hasta las lágrimas. A medida que pasaban los días, nos llegaban mensajes, memes, videos y comentarios de gente que veía la transmisión desde todos lados. Y al volver siguió la locura, la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado nos dio un diploma, la gente nos hizo todo tipo de regalo, entre otros muchísimos reconocimientos.

—¿Estás emocionada con este proyecto que se avecina?

—Aunque la etapa de preparación es agotadora, por el papeleo y los permisos, ya conozco el buque por mi participación en la expedición anterior. Esto me ayuda a estar mejor preparada y más tranquila para la campaña de octubre al entender cómo funciona todo, a diferencia de la mayoría de los científicos que se van a encontrar con un barco y un equipo técnico nuevos. Afortunadamente, la tripulación del Falkor (too) (barco de investigación oceanográfica operado por el Schmidt Ocean Institute) es muy profesional, lo cual es importante para el éxito de la expedición. Una vez que empezamos a navegar, lo disfruto mucho.

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