Tuvalu es una pequeña nación insular del océano Pacífico, formada por nueve atolones coralinos y con una población de apenas 11 mil habitantes. Es uno de los países más vulnerables del mundo al cambio climático. Su altitud media no supera los dos metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en un blanco directo del aumento del nivel oceánico.
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El impacto del cambio climático en el nivel del mar
Este fenómeno, causado por el derretimiento de los glaciares y la expansión térmica del agua producto del calentamiento global, amenaza con sumergir por completo al país durante este siglo. Desde hace años, Tuvalu se convirtió en símbolo de los efectos más extremos del cambio climático, y lo que allí sucede es una advertencia directa para el resto del planeta.
El aumento del nivel del mar no es una amenaza hipotética. De acuerdo con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), desde 1900 los océanos subieron más de 20 centímetros, pero la velocidad de ascenso se está acelerando. Proyecciones moderadas advierten que para el año 2100 el nivel del mar podría elevarse entre 60 centímetros y un metro.

Para una nación como Tuvalu, donde no existen montañas ni zonas altas, esto significa la eventual desaparición física de todo su territorio. Las consecuencias ya son visibles: las tormentas son cada vez más intensas, la erosión costera borra tramos de tierra cada año, el agua salada contamina los acuíferos y daña la agricultura, y las marejadas inundan viviendas con frecuencia creciente.
Las medidas de Tuvalu para evacuar
Ante esta situación desesperante, Tuvalu comenzó a tomar medidas sin precedentes para asegurar su continuidad como nación. Una de las principales acciones fue la firma de un tratado con Australia en 2023.
En el mismo, se establece un acuerdo de migración climática progresiva que permitirá a 280 ciudadanos tuvaluanos por año trasladarse a territorio australiano de manera legal y segura. Esta política representa uno de los primeros mecanismos bilaterales del mundo que reconoce formalmente el desplazamiento forzado por causas climáticas. No se trata de una evacuación masiva, sino de un plan ordenado para preservar la dignidad y la identidad de su gente.
Además, en una medida inédita, Tuvalu anunció en 2022 que trabajará en la creación de una versión digital de su país. El proyecto implica construir un gemelo virtual en el metaverso que refleje su territorio, instituciones, cultura y patrimonio. De esta forma, aunque su tierra desaparezca, Tuvalu podrá seguir existiendo en el plano digital, con soberanía y representación internacional.

La idea de un “Estado sin territorio físico” ya comenzó a discutirse en foros diplomáticos, ya que plantea nuevos desafíos al derecho internacional. ¿Puede un país seguir siendo considerado tal si su geografía ha sido borrada por el océano? Tuvalu busca que la respuesta sea afirmativa, con el respaldo de las Naciones Unidas y otras organizaciones.
Las ciudades que podrían estar bajo el agua para 2050
Pero la amenaza que enfrenta Tuvalu no se limita a su pequeño territorio. Es un espejo de lo que podría ocurrir a escala global si no se toman medidas urgentes. Ciudades costeras de todo el mundo están en riesgo si el nivel del mar sigue subiendo. Millones de personas en Asia, África, América y Europa podrían verse forzadas a abandonar sus hogares en los próximos 50 años.
Un informe clave en este sentido es el elaborado por el Instituto de Ciencias Ambientales en China. Según ese estudio, si no se reducen drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, hay ciudades candidatas a estar bajo el agua para 2050.
Entre las zonas más afectadas se encuentran grandes ciudades como Yakarta, que ya comenzó a trasladar su capital por la amenaza del mar, y otras como Shanghái, Bangkok, Ho Chi Minh, Nueva Orleans, Alejandría, Osaka, Róterdam, Venecia y Miami.
El Banco Mundial estima que el cambio climático podría provocar el desplazamiento de más de 200 millones de personas antes de 2050. Estas no serán migraciones voluntarias, sino forzadas por inundaciones, sequías, colapsos agrícolas y eventos meteorológicos extremos.