El anuncio de Donald Trump sobre el paracetamol durante el embarazo desató una fuerte polémica en el ámbito científico y político. En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el presidente aseguró que el consumo de Tylenol, marca comercial más conocida del acetaminofén, por parte de mujeres embarazadas podría estar vinculado a un mayor riesgo de autismo en los bebés.
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Paracetamol y autismo: cómo fue el anuncio de salud de Trump
Trump afirmó que las embarazadas “deberían evitarlo” salvo en casos muy puntuales, como fiebre alta o dolores insoportables, y adelantó que su administración buscará modificar el etiquetado del medicamento a través de la FDA para incluir una advertencia explícita sobre un posible peligro para el neurodesarrollo infantil.
El argumento central que utilizó Trump fue que existe un incremento sostenido en los diagnósticos de autismo en Estados Unidos y que distintos estudios recientes apuntarían a una relación entre el uso de paracetamol durante la gestación y la aparición de este trastorno en los niños.

Incluso mencionó ejemplos como comunidades con bajo consumo del fármaco o países en los que se usa menos, donde, según él, los índices de autismo serían menores, aunque esa comparación carece de evidencia científica sólida. El presidente insistió en que “no hay desventaja” en evitar Tylenol durante el embarazo y que lo prudente es suspenderlo siempre que sea posible.
Las palabras generaron reacciones inmediatas. La comunidad médica y científica expresó preocupación por el impacto que estas declaraciones pueden tener en millones de mujeres que dependen de este medicamento, considerado desde hace décadas el analgésico y antipirético más seguro durante la gestación.
La reacción de los especialistas y profesionales alrededor del mundo
Varios especialistas recordaron que los estudios observacionales que señalan una asociación entre el consumo de paracetamol y un aumento en diagnósticos de autismo o TDAH son inconsistentes y no demuestran causalidad. Muchos de ellos no descartan la posibilidad de que otros factores, como predisposición genética, infecciones maternas o condiciones ambientales, sean los verdaderos responsables.
Un punto clave es que los trabajos de mayor robustez metodológica contradicen la tesis presidencial. Un estudio sueco que incluyó más de dos millones de niños, al comparar hermanos dentro de la misma familia, concluyó que no existe relación causal entre el uso de paracetamol en el embarazo y la aparición de autismo, TDAH o discapacidad intelectual.

Organismos como la Agencia Europea del Medicamento, la OMS o las sociedades de obstetricia en Estados Unidos también señalaron que la evidencia es insuficiente y que no hay razones para cambiar las recomendaciones vigentes, más allá de la norma general de utilizar siempre la dosis mínima eficaz por el menor tiempo posible.
El riesgo de estas declaraciones, advierten expertos, es que muchas mujeres embarazadas dejen de tratar dolores o fiebres por miedo a perjudicar a sus hijos. Una fiebre alta no controlada puede ser incluso más peligrosa para el desarrollo fetal que el uso eventual de paracetamol.
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Su mensaje fue interpretado por críticos como una concesión al ala más conspirativa de su base política, representada en parte por figuras como Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud y conocido por difundir posiciones controvertidas sobre vacunas y salud pública.
En términos políticos, el anuncio puede traducirse en una presión a la FDA para modificar etiquetas y advertencias, algo que marcaría un cambio notable en la regulación del medicamento más usado por embarazadas en todo el mundo.