Mientras se lleva adelante una serie de redadas en la ciudad de Los Ángeles, California, cientos de personas salieron a protestar en distintos puntos de la ciudad, generando un clima de tensión que se mantuvo durante los últimos días. La respuesta del gobierno federal fue el despliegue de la Guardia Nacional y del Cuerpo de Marines, una medida que intensificó el conflicto político entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el gobernador de California, Gavin Newsom.
Tensión en Estados Unidos: ¿cómo se desató el caos con los inmigrantes?
Lo que encendió la llama del conflicto fue que agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) realizaron detenciones masivas sin previo aviso. En total, encarcelaron a 118 personas bajo la presunta sospecha de encontrarse en situación migratoria irregular. Los operativos incluyeron inspecciones en talleres textiles, centros comerciales y supermercados.
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Sin embargo, la tensión no comenzó con estas detenciones. Desde principio de año, y especialmente tras el regreso de Donald Trump al poder, se venía intensificando el clima de hostilidad hacia las comunidades inmigrantes. Las deportaciones masivas y el endurecimiento de las políticas migratorias generaron un creciente malestar entre ciudadanos naturalizados e indocumentados, quienes viven bajo un estado de incertidumbre constante.
La escalada de violencia en las protestas de Los Ángeles
Como consecuencia de las detenciones, y con el objetivo de exigir el respeto de los derechos de los inmigrantes, cientos de manifestantes salieron a protestar por las calles de Los Ángeles. Los reclamos rápidamente derivaron en enfrentamientos violentos con agentes del ICE.
Los manifestantes arrojaron fragmentos de hormigón contra los oficiales, quienes respondieron con gases lacrimógenos, gas pimienta y granadas aturdidoras para dispersarlos. Más tarde, el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) autorizó el uso de municiones no letales y emitió una alerta táctica en toda la ciudad, lo que permitió un despliegue ampliado de sus divisiones como medida preventiva.

Los disturbios continuaron. En la ciudad de Paramount, dentro del condado de Los Ángeles, un corte de calle fue reprimido con gas pimienta y granadas aturdidoras, provocando al menos dos heridos. Como represalia, varios manifestantes arrojaron ladrillos contra los oficiales.
Más adelante, los enfrentamientos se intensificaron: se incendiaron varios automóviles y se lanzaron objetos contundentes, como trozos de concreto, contra vehículos del LAPD. Además, decenas de manifestantes izaron banderas mexicanas al grito de “¡Viva México!”, mientras que otros prendieron fuego banderas de Estados Unidos.
La respuesta federal y una creciente tensión política con los inmigrantes
Ante la magnitud de los hechos, Trump reaccionó con una decisión contundente: desplegó a la Guardia Nacional y al Cuerpo de Marines, argumentando la necesidad de restablecer el orden público.
La medida generó una fuerte controversia, ya que fue tomada sin el consentimiento expreso del gobernador, Gavin Newsom, lo que tensionó aún más la relación entre la Casa Blanca y el gobierno estatal. Desde Sacramento, capital del Estado de California, Newsom calificó la acción como una “intromisión federal injustificada” y denunció públicamente que la militarización como respuesta al conflicto de los inmigrantes no hace más que profundizar la polarización social y criminalizar a comunidades vulnerables.

Por su parte, Trump defendió su accionar a través de una serie de mensajes en redes sociales, donde aseguró que “la anarquía no se tolerará” y acusó a las autoridades californianas de “permisividad ante el caos”. Hasta el momento, al menos 215 personas fueron detenidas en el marco de los disturbios, y se registraron daños materiales en más de 30 vehículos oficiales, así como incendios menores en distintos puntos del condado de Los Ángeles.
Lo ocurrido en California pone en evidencia, una vez más, las profundas divisiones entre el gobierno federal y las autoridades estatales, especialmente en torno a la política migratoria. Pero más allá del enfrentamiento institucional, la disputa ha dejado en el medio a miles de familias de inmigrantes que viven con miedo, expuestas a la violencia, la incertidumbre y la posibilidad constante de ser las próximas en ser separadas.