El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, designó al gobernador de Luisiana, Jeff Landry, como enviado especial para Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca cuyo control estratégico fue objeto de insistentes declaraciones de Trump que ya causaron un fuerte rechazo del gobierno danés.
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Donald Trump busca avanzar en Groenlandia, pese a Dinamarca
Para Trump, Landry comprende la importancia de la isla para la seguridad nacional estadounidense y para la defensa de los aliados, aunque la designación no ha sido formalizada aún ni convertida en cargo diplomático tradicional.
Landry, que ejerce como gobernador hasta 2028, afirmó en redes sociales que desempeñará este puesto de forma voluntaria y que “es un honor servir” con la misión de impulsar los intereses estadounidenses en relación con Groenlandia.
Las autoridades danesas criticaron duramente la decisión y consideraron la iniciativa como una violación de la integridad territorial del Reino de Dinamarca, que incluye a Groenlandia como territorio semiautónomo bajo su soberanía. El ministro de Exteriores de Dinamarca, Lars Løkke Rasmussen, afirmó que la isla pertenece a los groenlandeses y que cualquier asunto sobre su futuro político debe ser decidido por ellos.

En respuesta al nombramiento, Dinamarca anunció que convocará al embajador de Estados Unidos en Copenhague para expresar su “preocupación por el respeto a los límites del Reino danés” y subrayó que la isla no está a la venta ni su soberanía es negociable.
La actual polémica se produce en un contexto donde el Ártico es objeto de competencia geopolítica intensificada, con actores como Rusia y China aumentando su presencia estratégica y colaboraciones en la región, lo que hace que Groenlandia —con su ubicación privilegiada y abundantes recursos minerales— sea un foco de atención internacional.
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La competencia de las potencias mundiales por el Ártico
Además, Moscú reclama desde 2001 casi la mitad del Océano Ártico, incluidas las crestas de Mendeleyev y de Lomonósov, y sus recursos como propios. Dinamarca desafía la soberanía rusa sobre Lomonósov y argumenta que está geológicamente ligada a Groenlandia, lo que le daría control sobre 1.600 kilómetros del océano cercano al Polo Norte.

Es por esto que Groenlandia, una isla con enorme importancia estratégica y recursos naturales, es históricamente vista por Washington como un punto clave para la seguridad y el posicionamiento en el Océano Ártico. Trump ya había expresado anteriormente su interés en que Estados Unidos aumente su influencia e incluso adquiera la jurisdicción sobre la isla, una postura que ya fue rechazada categóricamente.
Dinamarca, por su parte, insistió en que Groenlandia no está a la venta ni su soberanía es negociable, y afirmó que cualquier iniciativa debe respetar la integridad territorial del Reino de Dinamarca.
La inflexible postura de Donald Trump y el reciente nombramiento de Jeff Landry como enviado especial a Groenlandia reavivó un tema delicado en la relación entre Estados Unidos y Dinamarca, lo que podría marcar una etapa de fricciones persistentes entre los aliados de la OTAN.




