El despliegue militar de Estados Unidos en aguas del Caribe desató nuevas tensiones con Venezuela y reavivó el debate internacional sobre la soberanía del país sudamericano. Mientras unos justifican la presencia de sus tropas como una medida de seguridad regional, el gobierno de Nicolás Maduro denunció un intento de intimidación y celebró el respaldo de lo que llamó una “solidaridad mundial”.
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No obstante, la situación dividió a la comunidad internacional: algunos gobiernos respaldan el accionar estadounidense, mientras que otros rechazan la intervención y defienden la integridad territorial de Venezuela.
Nicolás Maduro y su agradecimiento a la “solidaridad mundial”
En una reciente conferencia de prensa, el mandatario venezolano afirmó que su país es “admirado y querido en el mundo”, algo que, según él, quedó demostrado con la “importante solidaridad mundial” recibida en estos tiempos de tensión. Además, aseguró que Venezuela “está venciendo” al proteger su derecho a la soberanía, la integridad territorial y la paz.
Países como Cuba y Nicaragua, que no cuestionaron la legitimidad de su gobierno tras las últimas elecciones, reclamaron respeto irrestricto por la soberanía venezolana. Colombia, por su parte, sostuvo que no existen pruebas de la presencia del denominado Cártel de los Soles, organización en la que Maduro tendría un rol central.
México y Brasil, aunque no se pronunciaron sobre la legitimidad del gobierno chavista, llamaron al respeto de la independencia venezolana y remarcaron que debe garantizarse el derecho a la integridad territorial.
Desde fuera del continente americano, el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní calificó la acción de Estados Unidos como una “clara manifestación de la adicción al unilateralismo y a métodos coercitivos”. Por otra parte, desde Moscú afirmaron que la presión de Estados Unidos sobre Venezuela es totalmente inaceptable, y que crea amenazas a la seguridad regional.
Otros gestos diplomáticos provinieron de naciones como Azerbaiyán, Bielorrusia, Camboya, Costa de Marfil y Hungría, que enviaron sus cartas credenciales a Caracas. Si bien se trata de un acto protocolar, puede interpretarse como una señal sutil de respaldo a la continuidad de las relaciones internacionales con el gobierno de Nicolás Maduro.
El respaldo internacional en medio de la crisis política y social venezolana
Desde los comicios presidenciales del 28 de julio de 2024, varios países de la región desconocieron los resultados, alegando un sistema corrupto y antidemocrático. En una de sus últimas sesiones ordinarias, el Consejo Permanente de la OEA reconoció la existencia de fraude electoral y denunció las reiteradas violaciones a los derechos humanos de la población venezolana.
La mayoría de los Estados miembro acompañaron esta postura, mientras que otros, como México, Brasil y Colombia, optaron por mantener un perfil bajo, abogando por el diálogo y el respeto a la integridad territorial.
La supuesta “solidaridad mundial” mencionada por Nicolás Maduro se evidencia más bien en pequeños gestos de apoyo, provenientes de países con intereses estratégicos en Venezuela o vinculados a actividades ilícitas, como el comercio de drogas.
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Mientras algunos gobiernos defienden la soberanía venezolana y rechazan cualquier injerencia externa, otros insisten en la necesidad de elecciones transparentes y el respeto a los derechos humanos.
En este contexto, Venezuela se consolida como un escenario donde confluyen intereses políticos, disputas regionales y tensiones entre grandes potencias, reflejando más la fragmentación internacional que un respaldo global unificado.
