Elon Musk confirmó su renuncia como “Empleado Especial del Gobierno” de Estados Unidos, una figura creada para encabezar el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) durante la segunda presidencia de Donald Trump. El anuncio se produjo apenas horas después de que el empresario cuestionara públicamente la nueva ley fiscal promovida por el presidente, a la que calificó como “un proyecto de gasto masivo que socava todo el trabajo realizado hasta ahora”.
La decisión fue comunicada a través de su cuenta oficial en X, plataforma que también dirige, donde Musk agradeció al mandatario republicano por “la oportunidad de reducir el gasto superfluo” y aseguró que su tarea en el gobierno había llegado a su fin. “La misión del DOGE solo se fortalecerá con el tiempo, a medida que se convierta en una forma de vida en todo el gobierno”, escribió.
El DOGE fue una iniciativa impulsada por Musk tras la reelección de Trump en 2024. Su objetivo era reducir significativamente el gasto público y simplificar la burocracia estatal. Inicialmente, el magnate aspiraba a eliminar dos billones de dólares del presupuesto federal, aunque con el tiempo ese número se ajustó a unos 150 mil millones. Durante su gestión, sin embargo, se enfrentó a obstáculos internos, resistencias dentro de la administración y múltiples litigios judiciales.

Las razones detrás de la salida de Elon Musk
La ruptura con la Casa Blanca se volvió evidente luego de que Musk criticara en una entrevista televisiva el proyecto de ley fiscal que Trump calificó como “hermoso”. La norma propone recortes impositivos, mayores restricciones migratorias y un aumento significativo en el gasto público, algo que, según Musk, contradice directamente los principios fundacionales del DOGE. “Creo que un proyecto de ley puede ser grande o puede ser hermoso. Pero no sé si podría ser ambas cosas”, ironizó.
Desde el Congreso, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, agradeció la labor de Musk y aseguró que el Poder Legislativo está “listo para actuar” sobre los hallazgos del DOGE. Sin embargo, la salida del empresario deja un vacío considerable dentro de una administración que intentó mostrarse cercana al sector tecnológico.
Musk había adoptado un rol cada vez más visible en la política partidaria. Aportó más de 250 millones de dólares a la campaña de Trump, encabezó eventos proselitistas y defendió al presidente en múltiples entrevistas.

El vínculo pareció deteriorarse en las últimas semanas, coincidiendo con una caída en las ventas de Tesla y un fallo judicial que bloqueó los polémicos aranceles recíprocos promovidos por el gobierno. Como gesto de respaldo, Trump permitió que Musk montara una exhibición de vehículos eléctricos en la entrada de la Casa Blanca. Pero ni siquiera ese gesto evitó el distanciamiento.