En una nueva corriente de gestiones diplomáticas, Donald Trump se presenta como interventor en un escenario clave para África. El presidente de los Estados Unidos presentó un documento borrador para resolver el estatus territorial del Sahara Occidental, ocupado actualmente por Marruecos y reclamado históricamente por los saharauis, el pueblo indígena hoy desplazado a Argelia.
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El trasfondo del reclamo por el Sahara Occidental
La disputa por el Sahara Occidental se remonta al abandono de la provincia española por parte de la dictadura de Francisco Franco en el contexto del proceso de descolonización del continente africano establecido por las Naciones Unidas.
Sin iniciar un proceso claro para una administración sucesora, España retiró sus fuerzas, un vacío que aprovechó Marruecos para movilizarse y ocupar el territorio en 1975. El hecho conocido como la Marcha Verde consistió en la movilización de 350.000 civiles con unidades militares armadas camufladas entre ellos para establecerse de forma definitiva.
Este proceso de ocupación derivó inmediatamente en una guerra abierta con el pueblo saharaui, la población nativa del Sahara Occidental que durante el dominio español había convivido en paz. Los indígenas que se organizaron en el Frente Polisario tenían aspiraciones para establecer su propio Estado independiente sin influencias extranjeras.

La guerra del Sáhara Occidental se dirimió entre el Frente Polisario, conocido como el movimiento de liberación nacional de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) que estaba respaldado por Libia, y las fuerzas armadas de Marruecos y Mauritania, que tenía sus propias reclamaciones, aunque luego se retiró de la zona.
El conflicto militar inició en 1975 y culminó en 1991, sin un ganador claro. Marruecos estableció un muro defensivo de 2720 kilómetros compuesto por búnkeres, vallas y campos de minas, para evitar incursiones del Frente Polisario y el retorno de los refugiados saharauis desplazados por los enfrentamientos.
Pese a las gestiones de las Naciones Unidas y las determinaciones de la Resolución 690 del Consejo de Seguridad el 29 de abril de 1991, Marruecos y el Frente Polisario establecieron una tregua, pero no una solución final y la guerra se reinició en 2020.
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Donald Trump: por qué Estados Unidos respalda a Marruecos en la ONU
De cara a las reclamaciones por el Sahara Occidental, Estados Unidos se posiciona del lado marroquí, una decisión estrechamente vinculada a las históricas relaciones entre ambos países que se remontan a los primeros contactos en diciembre de 1777, mientras EE. UU. seguía siendo una colonia de Gran Bretaña.
En esa época, el sultán Mohammed III de Marruecos ya permitía que los buques que navegaban bajo bandera estadounidense pudieran entrar libremente en los puertos marroquíes.

Uno de los hitos recientes es el establecimiento de un vínculo diplomático entre la monarquía marroquí e Israel, con intermediación de Washington, uno de los pocos países árabes en normalizar sus relaciones con Tel Aviv.
Por otro lado, Donald Trump fomenta las conversaciones para proveer a la Fuerza Aérea marroquí de aviones de combate de quinta generación F-35, que convertirían al país en el primer operador de África.
En relación a la disputa por el Sahara Occidental, Trump considera que el plan de Marruecos para garantizar la autonomía del territorio dentro de Rabat es “la solución más viable”. Otro punto clave es la autodeterminación del pueblo saharaui que reclama el Frente Polisario y podría socavar el esfuerzo diplomático.
El mandatario estadounidense instó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a aceptar este marco como la “única base de discusión”, con el objetivo de finalizar una disputa territorial que cumplirá 50 años el próximo 6 de noviembre.



