Siria fue el único país en el que, luego de la Primavera Árabe, su presidente, Bashar al-Assad, intentó reprimir las manifestaciones sociales, al igual que había hecho su padre, Hafez, sacando al ejército a la calle y provocando una matanza de alrededor de 10.000 personas. Su hijo Bashar, luego de tres intentos de utilizar la fuerza, hizo que el mismo ejército se sublevara, causando el inicio de una nueva guerra civil.
Con el paso del tiempo, una explosión ocurrida el 18 de junio de 2012, provocó la muerte de su ministro de Defensa y de su cuñado, quien era su asesor en Defensa, e hirió gravemente a su hermano Maher, comandante de una de las divisiones blindadas más poderosas. Al día siguiente, la rebelión se formalizó entre una gran masa de soldados desertores de confesión sunita y los comandos gubernamentales de confesión, más que shiíta, alawita.
Medio Oriente: ISIS y la guerra civil en Siria
Luego de los primeros enfrentamientos, irrumpió en el escenario el Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS) entre los grupos insurgentes que luchaban contra el gobierno. Los países árabes sunitas apoyaban con dinero a los insurgentes para evitar que Sira se convirtiera en otro país shiíta que buscaba la hegemonía del mundo árabe junto con Irán.
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Abu Bahr al-Baghdadí, líder de ISIS, se metió de lleno en la lucha en busca del apoyo monetario que recibía el resto de los insurgentes. Con el crecimiento de ISIS, fue necesario formar una coalición para degradar a un enemigo común que asoló un territorio entre Siria e Iraq, en busca de formar un nuevo califato.
Luego de varios años de lucha, en 2017 se logró degradar a ISIS y radiarlo a los diferentes campos de refugiados en el desierto entre Siria e Iraq. No obstante, ello, el gobierno sirio salió triunfante, haciendo que el río Éufrates fuera un límite geográfico que evitara la confrontación entre rebeldes apoyados por Occidente, EE. UU. y Turquía y las tropas gubernamentales apoyados por Rusia y Hezbollah. La guerra entró en un statu quo, que se suponía se mantendría en el tiempo.

El despertar de los tambores de guerra
Con el acuerdo entre Israel y Hezbollah de una pausa de combate de 60 días, motivado por la degradación de personal y medios del grupo libanés shiíta y el estancamiento ruso en su conflicto en Ucrania, los rebeldes sirios aprovecharon lo que tenían previsto accionar desde principios de año.
En tan solo 10 días, los rebeldes sunitas consiguieron dar un vuelco a la guerra civil que estaba latente desde la Primavera Árabe en 2011. Entre los rápidos logros de los rebeldes fue hacer que en las últimas horas el presidente sirio Bashar Al-Assad huyera del país, presuntamente a Rusia. El Gobierno sirio parece haber caído después de que los combatientes de la oposición afirmaran haber entrado en Damasco tras un impresionante avance. El primer ministro sirio, Mohammed Ghazi Jalali, declaró que el Gobierno estaba dispuesto a “tender la mano” a la oposición y ceder sus funciones a un Gobierno de transición.
El presidente sirio Assad abandonó el país en un vuelo procedente de Damasco a primera hora del 8 de diciembre, mientras los combatientes de la oposición entraban en la capital de Siria en una acción armada de rápido desarrollo que tomó a gran parte del mundo por sorpresa. El Ejército sirio ha abandonado ciudades clave apenas sin resistencia. El río Éufrates, que había sido hasta ese momento el límite fáctico entre las fuerzas rebeldes y las gubernamentales, con el avance rebelde sobre la provincia de Idlib, marcó un nuevo intento de integrar al país.
Los rebeldes sunitas que encabezaron la ofensiva para alcanzar Damasco están liderados por el grupo insurgente más poderoso de Siria, Hayat Tahrir al-Sham, o HTS, junto con un grupo de milicias sirias respaldadas por Turquía llamado Ejército Nacional Sirio. El avance desde el 27 de noviembre logró tomar Alepo, la ciudad más grande de Siria, y luego la ciudad central de Hama, la cuarta más grande.

El HTS que tiene sus orígenes en Al Qaeda, está considerado una organización terrorista por Estados Unidos y las Naciones Unidas. Su líder, Abu Mohammed al Golani, había declarado a la prensa desde Siria que el objetivo de la ofensiva era derrocar al gobierno de Assad. No obstante ello, el cambio de régimen en Siria marca un nuevo cambio en la estructura geopolítica en Medio Oriente.
Los nuevos enigmas derivados
Lo que se supone que será el escenario más probable es que, como primera medida, las distintas facciones rebeldes consolidarán su posición territorial y política. Como paso siguiente van a surgir disputas internas por la distribución del poder y de los recursos, tensando aún más la situación. Con el paso del tiempo, en el mediano plazo de meses, las mismas facciones terminarán enfrentándose entre sí, lo que acelerará la desintegración definitiva del Estado sirio.
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Respecto del accionar de los grupos yihadistas, tratarán de evitar mostrar cualquier atrocidad, ocultas tras un discurso de moderación dirigido a la comunidad internacional. De todas formas, la población alawita (que formaba parte del gobierno) será objeto de represalias, tanto por motivos religiosos como políticos. Además, tanto drusos como kurdos tratarán de aprovechar la fragmentación interna para intentar establecer sus propios Estados-nación, lo que inevitablemente derivará en nuevos conflictos étnicos.
Lo que Yahya Sinwar y los líderes de Hamas intentaron lograr sobre Israel, en su ataque del 7 de octubre, se transformó en diferentes situaciones que evolucionaron hacia:
- La destrucción de Hamás, Gaza y del proceso político de dos Estados.
- La eliminación de Hezbollah y su liderazgo clave.
- Ataques estratégicos a las instalaciones petroleras houtíes.
- La anulación de las defensas aéreas de Irán y eventualmente, de sus objetivos militares.
- El colapso definitivo del régimen de Assad y de sus apoyos rusos y de Hezbollah.
- La creación de una zona tapón cerca de la frontera turca para mantener alejados a los militantes kurdos enfrentados a Turquía.
- El resurgimiento de Israel como Fuerza de poder en Medio Oriente, ocupando la franja de Gaza, limpiando de rebeldes la Cisjordania, neutralizando los lanzamientos sobre el norte de su territorio y ocupando las alturas del Golán para evitar el rearme de Hezbollah desde Siria.
El gran interrogante es hasta cuándo podrá durar este escenario o hasta cuándo las potencias hegemónicas podrán hacerlo perdurable.