Un nuevo conflicto se cierne sobre África y eleva al máximo la tensión. La República Democrática del Congo acusa a Ruanda de haberle declarado la guerra y rompió las relaciones diplomáticas. La acusación también involucra al grupo rebelde M23, una guerrilla originada de un alzamiento contra el gobierno congoleño en 2012 que sería apoyada por los ruandeses y atacó a los Cascos Azules de las Naciones Unidas.
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Ruptura de relaciones y la amenaza de una guerra
La República Democrática del Congo acusó a Ruanda de haberle declarado la guerra a través del apoyo con tropas al grupo rebelde M23, también conocido como el Movimiento 23 de Marzo. La agrupación guerrillera posee una gran presencia en el Este del país y en los últimos días cercó Goma, la principal ciudad de la región.
El M23 surgió en 2012 producto de 300 soldados congoleños, anteriormente miembros del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), que denunciaron las pésimas condiciones del ejército, el incumplimiento del acuerdo de paz firmado por el gobierno congoleño y el CNDP, y desertaron. Desde ese año, el Movimiento 23 de Marzo es uno de los principales actores en el conflicto interno.

La nueva operación militar registrada en el Este del Congo Democrático contaría con el apoyo de entre 3.000 y 4.000 soldados ruandeses, un accionar que ya fue repudiado por la Organización de las Naciones Unidas, que exigió a Ruanda que cese la intervención en territorio extranjero.
Ataque rebelde a los Cascos Azules
Los enfrentamientos causaron la muerte de 13 soldados extranjeros y de una misión de paz de los Cascos Azules establecida desde 1999 para cooperar con el establecimiento de la paz y la consolidación de un modelo democrático.
Como consecuencia adicional, un millón de personas se vieron forzadas a huir de la provincia de Kivu Norte, una situación humanitaria que se agrava con el pasar de las horas. Se estima que de la región se originaron un total de ocho millones de migrantes forzados desde el comienzo de la guerra civil en 2012.

La reactivación del conflicto se produce tras el fracaso de la mediación de Angola en el conflicto entre la República Democrática del Congo y Ruanda, que a mediados de diciembre pasado fue noticia tras la cancelación de las conversaciones de paz.
Ruanda había solicitado que el M23 sea parte de las negociaciones y el Congo rechazó la condición, alegando que se trata de un asunto interno.
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El Congo y Ruanda, entre genocidios y guerras
No es la primera vez que el Congo y Ruanda se ven involucrados en un conflicto. La gran mayoría de los procesos independentistas en África fueron sucedidos por democracias frágiles, dictaduras o una fragmentación producto de guerras civiles. La República Democrática del Congo, anteriormente conocida como Zaire, no fue la excepción y enfrentó un conflicto interno que inició bajo la dictadura de Mobutu Sese Seko.
Mobutu tuvo un rol trascendental en el genocidio de Ruanda, en el que se estima que el grupo étnico hutu masacró en 1994 a aproximadamente 800.000 tutsi y otros hutus moderados. La respuesta llegó con el cambio de presidencia en el gobierno ruandés y el apoyo al guerrillero Laurent-Désiré Kabila.
Ruanda y Uganda intervinieron en Zaire en la primera guerra del Congo y propiciaron el derrocamiento del dictador en 1998. Su reemplazo lógico fue Kabila, una figura fuerte y respaldada por los países vecinos, aunque no tardó en ser acusado de autoritarismo y de centralizar el poder.

Otro conflicto militar, la segunda guerra del Congo, se desató un año después de que Laurent-Désiré Kabila ordenó la retirada de las fuerzas ruandesas y ugandesas en un intento de desprenderse de su influencia creciente en las decisiones del nuevo gobierno. Ruanda, que había sido clave para la caída de Mobutu Sese Seko, decidió permanecer en el Congo para mantener el control sobre las grandes riquezas naturales.
Las facciones que se involucraron en la guerra fueron complejas. Estaban los tutsis ligados Ruanda que habían quedado en el país, los hutus responsables del genocidio de Ruanda, las fuerzas de Uganda en un intento de acrecentar su importancia en la región y los aliados de Kabila, entre ellos el ejército del Congo, Zimbabue, Angola, Chad, Sudán y Namibia.
Pese a haber firmado la paz en el Acuerdo de Lusaka en 1999, los sucesivos conflictos provocaron el asesinato de Laurent-Désiré Kabila en 2001 a manos de sus aliados y la muerte de cuatro millones de personas entre 1998 y 2004.