El presidente de Rusia, Vladimir Putin, presentó sus exigencias para terminar con la guerra después de que Ucrania y Estados Unidos alcanzaran en Arabia Saudita un acuerdo para el alto el fuego por 30 días.
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Rusia se mantiene inflexible frente a Ucrania
El mandatario ruso aceptó la idea estadounidense de parar las hostilidades por 30 días, aunque mostró su desconfianza acerca de su monitoreo y que una posible pausa no sea más que una bocanada de aire para que el ejército ucraniano pueda volver a atacar, una vez esté listo.
Mientras que Ucrania se mostró flexible en la cumbre de Yeda, Rusia busca conservar su ventaja en la guerra, acrecentada en los últimos días por la recuperación de gran parte del óblast de Kursk, invadido por Kiev en agosto de 2024.
Con este territorio recuperado, Rusia le quitó a Ucrania su principal carta de negociación y la posibilidad de un intercambio de las regiones ocupadas. En ese sentido, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que “Crimea, Sebastopol, Kherson, Zaporizhzhia, Donetsk y Lugansk son regiones de Rusia. Están inscritas en la Constitución. Esto es un hecho”.

El gobierno ruso había anexado Crimea y Sebastopol en 2014, aunque internacionalmente siguen siendo parte de Ucrania. En el actual conflicto, el ejército rojo anexó ilegalmente el Donbas y ciudades claves del sureste en septiembre de 2022.
Si Rusia consigue retener estos territorios, se quedaría con alrededor del 20% del actual territorio de Ucrania y conseguiría oficializar el control sobre la península de Crimea tras 11 años de ocupación. Además. aumentaría su presencia cerca del Mar Negro y dejaría a los ucranianos con un solo puerto en Odesa, una clara limitación para su acceso marítimo.
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La desmilitarización de Ucrania y un freno a la OTAN
Entre sus otras exigencias está la desmilitarización de Ucrania, un freno al desarrollo del ejército vecino que podría prevenir futuros ataques en el sureste ocupado, pero que lo dejaría debilitado si Putin emprende nuevamente sus ambiciones expansionistas.
El debilitamiento de Kiev va de la mano con la adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El Kremlin utilizó la expansión de la alianza militar como justificación de la invasión y, desde febrero de 2022, también busca obtener resultados en ese campo.

Rusia pone como condición que Ucrania no pueda sumarse a la OTAN y también busca impedir el despliegue de fuerzas de paz como garantía del potencial acuerdo del cese al fuego, ya sea temporal o a largo plazo.
Alivio de las sanciones en Europa
Moscú también pretende que con el fin de las hostilidades llegue un alivio en las sanciones internacionales que recaen sobre los activos rusos en el extranjero e impacta económica y financieramente en Rusia.
El principal interés es que Occidente elimine restricciones sobre pagos transnacionales y la venta de gas y petróleo, especialmente las recientes limitaciones a su flota de petroleros y sus negocios con Europa y Estados Unidos.
Solo la Unión Europa impuso 16 paquetes de sanciones que alcanzan a 2.400 personas y entidades, prohíbe la emisión de medios de comunicación rusos en Europa y restringe las exportaciones de defensa, tecnología, energía y metalurgia. Uno de los castigos más severos fue el congelamiento de más de 300.000 millones de dólares en activos del banco central ruso en el extranjero.
Si bien los rusos argumentan que todas las sanciones impuestas son ilegales, ante un escenario de paz, consideran que cualquier remoción es bienvenida y si consigue prosperar en sus otras exigencias, Vladimir Putin obtendría una victoria sustancial en el plano geopolítico. La incógnita es saber si Ucrania acepta estas concesiones o buscará negociar con Rusia bajo la intermediación de Estados Unidos.




