Este miércoles 29 de mayo, más de 27 millones de sudafricanos irán a las urnas para elegir su nuevo Parlamento. De los resultados de estas elecciones dependerá el futuro del presidente Cyril Ramaphosa y del histórico Congreso Nacional Africano (ANC).
A 30 años de las primeras elecciones libres tras el fin del apartheid, Sudáfrica enfrenta unos comicios con final abierto. Si bien todos los sondeos hacen prever un nuevo triunfo del Congreso Nacional Africano (ANC, sigla en inglés), la fuerza fundada por Nelson Mandela podría perder la mayoría absoluta en el Parlamento. Su líder, el actual presidente Cyril Ramaphosa, de 71 años, podría enfrentar un escenario inédito en las tres décadas de vida democrática del país y verse obligado a negociar un gobierno de coalición con otras fuerzas.
En ese contexto, al margen de la opositora Alianza Democrática (que apela principalmente a la minoría blanca y hoy gobierna Ciudad del Cabo y el distrito capitalino que incluye Pretoria), aparecen dos partidos que le complican las cosas al oficialismo. Ambos apelan al voto de la población negra desencantada con el desempeño de los gobiernos de la ANC, en el poder desde 1994.

Por un lado, los Luchadores por la Libertad Económica (Economic Freedom Fighters, EFF), de extrema izquierda, liderados por el polémico Julius Malema, antiguo líder de la rama juvenil del ANC, de la que fue expulsado en 2011. Y, por otro, el nuevo partido populista del expresidente Jacob Zuma: uMkhonto weSizwe, conocido por su sigla “MK”. La Corte Constitucional no autorizó la candidatura de Zuma, condenado hace tres años por desacato a una pena de 15 meses al negarse a presentarse ante una citación judicial en un caso por corrupción. Sin embargo, está por verse cuál será el impacto en el voto a su formación política.
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La elección del futuro presidente dependerá de la aritmética parlamentaria. El nuevo mandatario deberá reunir el apoyo de más de la mitad de los 400 legisladores, que serán elegidos en las elecciones de este miércoles 29 de mayo. Si el Congreso Nacional Africano (ANC) no logra superar el 50% de los votos, se daría una situación inédita desde 1994: se vería obligado a negociar un gobierno de coalición con algunas de las dos fuerzas menores (el EFF o el MK).

Un presidente golpeado por denuncias de corrupción
Cuando tomó el relevo del polémico Jacob Zuma -apartado del poder por corrupción- en 2018, el actual mandatario Cyril Ramaphosa despertó la esperanza de dejar atrás un período turbulento de la vida política del país. Sin embargo, seis años después, aparece como un líder más debilitado, golpeado por el escándalo del robo de 580.000 dólares en efectivo, escondidos en el sofá de una granja de su propiedad.
Los hechos ocurrieron en febrero de 2020, pero recién fueron ventilados a fines de 2022 tras la publicación de un informe parlamentario que acusó al actual presidente de al menos cuatro violaciones a la ley anticorrupción. La irregularidad de la presencia de dinero en efectivo en un inmueble del presidente se mantuvo oculta hasta una denuncia que se hizo pública dos años más tarde.

El artífice del escándalo fue el exjefe del espionaje del país, Arthur Fraser, quien destapó la olla del robo. En su presentación ante los Tribunales, incluyó una situación aún más inquietante: los ladrones posteriormente habrían sido secuestrados y torturados hasta la devolución del dinero. El actual jefe de Estado desmintió esa última circunstancia y reconoció el robo de los 580.000 dólares, pero aseguró que el dinero procedía del pago por una operación de venta de búfalos a un empresario sudanés.
A pesar de las sospechas que se proyectaron sobre su figura, Ramaphosa logró sobrevivir a una moción de censura en noviembre de 2020, que recibió el apoyo de 148 diputados y el rechazo de 214. Y, un mes más tarde, fue reelecto como líder del ANC en un congreso partidario celebrado en Johannesburgo. El resultado no fue abrumador: reunió el 56,6% de los votos, frente a su rival Zweli Mkhize, exministro de Salud y exjefe del gobierno regional de KwaZulu Natal.

Un país libre y democrático, pero con fuertes deudas económicas y sociales
A pesar de los innegables avances en materia de democracia y libertades individuales, el proceso político post-apartheid aún registra muchas deudas. En el plano socioeconómico, el 10% más rico de la población concentra el 71% de la riqueza, en tanto que el 60% que se encuentra en la base de la pirámide social solo controla el 7%. En los últimos veinte años, mientras tanto, el desempleo trepó del 23,3% al 32,4%. Y, en el caso de los jóvenes de hasta 34 años, la tasa de desocupación hoy alcanza el 46,5%.
Otro ejemplo de las cuentas pendientes es el sector energético, que muestra a las claras el desmanejo del sector público. La empresa estatal Eskom, que genera el 95% de la electricidad del país, acumula una deuda estimada en 24.000 millones de dólares, que equivalen al 5% del PBI sudafricano. Los cortes de luz son una realidad cotidiana y cuestan al país, según datos del Banco Sudafricano de Reserva, pérdidas diarias por más de 40 millones de dólares.

La falta de competitividad del sector minero, responsable del 60% de las exportaciones sudafricanas, es otro de los desafíos que deberá enfrentar la administración que asuma tras las actuales elecciones. El presidente Ramaphosa reconoció que la crisis energética y los cuellos de botella en el tráfico portuario y ferroviario están ejerciendo una gran presión sobre los costos operativos de las empresas mineras. Mientras tanto, en noviembre del año pasado, ordenó el despliegue de 3.300 efectivos del Ejército para impedir la minería ilegal en todo el país.
Sudáfrica también ha sufrido un incremento en los niveles de inseguridad. El país registró un tasa de 45 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2023, lo que lo ubica entre los más violentos del mundo. Amnistía Internacional, por su parte, denunció la “fuerza excesiva” utilizada por la Policía para responder a protestas sociales. La ONG citó, en su último reporte anual, un incidente ocurrido en julio de 2023, cuando un grupo de agentes de seguridad que trasladaban al vicepresidente Paul Mashatile fueron grabados en un vídeo agrediendo a personas que viajaban en vehículos en una ruta de la provincia de Gauteng. En febrero de 2022, en el marco de una ola de violencia y saqueos, el presidente Ramaphosa destituyó al entonces jefe de la Policía Nacional, Khehla Sitole.