Donald Trump quiere ahora mejorar las políticas públicas en salud y para ello lanzó el eslogan “Make America Healthy Again”.
Entre las iniciativas, una de las más radicales incluye cambiar la receta de una de las gaseosas más conocidas a nivel mundial: la bebida Coca-Cola. Hace años que su receta original se mantiene, pero ahora el presidente quiere cambiarla por una cuestión de salud. Sin embargo, también hay intereses e implicaciones políticas y económicas detrás.
La receta de la Coca-Cola mantiene su receta desde la década del 80 y siempre utilizó jarabe de maíz. Sin embargo, Trump quiere cambiarlo por caña de azúcar, cambiando por completo el sabor dulce de la bebida.
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El plan de salud ideado por Trump
Impulsado por el secretario de Salud designado, Robert F. Kennedy Jr., se busca reducir ingredientes ultraprocesados, como hidrofluorocarburos (HFCS), colorantes y aceites refinados. En paralelo, varias iniciativas estatales han empezado a restringir el uso de fondos de SNAP para la compra de refrescos azucarados, lo cual añade presión a la industria.

El HFCS tiene su origen en los subsidios al maíz que alimentan una importante industria agropecuaria en el “Corn Belt”. Es hasta un 50 % más barato que el azúcar de caña y extremadamente resistente para su uso masivo.
Sustituirlo tendría consecuencias económicas severas: estimaciones de Reuters indican que Coca‑Cola podría enfrentar aumento de costos cercano a los 1.000 millones de dólares anuales, mientras que los ingresos de los agricultores de maíz podrían caer hasta 5.100 millones al año.
Políticamente, este movimiento permite a Trump posicionarse como defensor del consumo “auténtico” y de la salud pública, mientras neutraliza la influencia de los grandes lobbies del maíz. Su narrativa encaja con el “nacionalismo nutricional” al elogiar la fórmula “original” de la Coca‑Cola, muy similar al sabor de la famosa “Mexican Coke”, ampliando su industria a la apertura internacional.

Además, busca compensar el rechazo de agricultores de maíz al apelar a estados productores de caña como Florida, consolidando su base electoral.
Desde la perspectiva de salud, varios organismos médicos y nutricionistas advierten que el azúcar de caña ofrece los mismos problemas metabólicos que el HFCS. La American Medical Association declaró que no existe evidencia para considerar al HFCS más perjudicial que el azúcar convencional.