La deportación forzosa de niños ucranianos es el crimen por el cual el presidente de Rusia y una alta funcionaria de su gobierno se encuentran imputados por la Corte Penal Internacional (CPI). Las órdenes de arresto que pesan sobre Vladimir Putin y la Comisionada para los Derechos del Niño de la Federación Rusa, Maria Lvova-Velova, reflejan la gravedad de los hechos. Si bien los números no son exhaustivos, dada la imposibilidad de acceso a los territorios de Ucrania hoy sometidos a control ruso, se han denunciado al menos 19.546 casos.
El secuestro de los menores, la separación de sus hogares, su entrega a familias rusas y la concesión de la ciudadanía del país invasor sin el consentimiento de los niños y sus familias son otros gravísimos delitos que se imputan al titular del Kremlin y su gobierno. “No podemos permitir que los niños sean tratados como un botín de guerra”, sostuvo el fiscal Karim Khan al dar a conocer su acusación.

Para alzar la voz y movilizar a la comunidad internacional, en febrero pasado se lanzó en Kiev la Coalición Internacional para el Retorno de los Niños Ucranianos, integrada actualmente por 41 países, entre ellos la República Argentina. El objetivo es identificar los lugares de traslado y facilitar la reunificación de las familias ilegalmente separadas por el gobierno de Moscú. Una vez de regreso a sus hogares, se les brinda a los menores apoyo para su rehabilitación.
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Un documental impactante sobre el dolor y la resiliencia
La historia de dos de esos menores deportados y recuperados por sus familias, Veronika Vlasova, de 14 años, y Sasha Mezhevoy, de siete años, fue llevada al cine por la directora y productora Sarah McCarthy. El resultado es el documental “Después de la lluvia: los niños robados de Putin regresan a casa”, que acaba de ser presentado en Buenos Aires, en un evento que tuvo lugar en el Palacio Libertad (ex CCK) y que fue coorganizado por las Embajadas de Polonia, Ucrania y el Reino Unido y por la Delegación de la Unión Europea en nuestro país, con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación.

La película recorre los diez días que ambas criaturas pasaron, junto a otros niños recuperados de las garras del invasor, en el pueblo estonio de Karepa, a orillas del mar Báltico. La iniciativa es parte de un programa de ayuda, del que participan psicólogas y que incluye sesiones colectivas, actividades grupales, paseos a caballo y terapias asistidas con perros, busca curar las heridas del cautiverio y ayudar a las víctimas de esos abusos a reconstruir sus vidas en compañía de sus familiares directos.
El próximo domingo 8 de diciembre, a las 17.30, se volverá a exhibir el film, en una función abierta al público en el Palacio Libertad. La proyección se realizará en la Sala “Manuel Antín”, ubicada en el sexto piso del ex CCK, al que se ingresa por la entrada de Sarmiento 151.

El reclamo por el regreso a casa y el cese de las atrocidades
“La película es una forma más de transmitir al mundo la verdad sobre las terribles acciones del agresor ruso en Ucrania y la necesidad de detenerlas lo antes posible, para establecer una paz justa y duradera”, señaló, antes de la proyección del documental, el encargado de negocios de la embajada de Ucrania en Buenos Aires, Volodymyr Kokhvo. El diplomático añadió que el accionar del Kremlin ha tenido “consecuencias catastróficas en los niños”, a los que “priva de su derecho a una infancia segura y a un desarrollo pleno”.
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“Continuaremos trabajando incansablemente para que todos los niños ucranianos regresen a casa y también continuaremos nuestra lucha por el derecho a vivir en un país independiente y elegir libremente nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos”, concluyó Kokhvo, quien agradeció la solidaridad y el apoyo del gobierno argentino.

También pronunciaron unas palabras el encargado de negocios de la Embajada de Polonia en Buenos Aires, Adam Ryszka, y la subjefa de misión de la Embajada Británica en nuestro país, Bhavna Sharma. “Esta hermosa película es una fuente de esperanza y fe en los derechos más básicos, frente a los gobiernos autoritarios que cometen terribles crímenes de guerra”, afirmó Ryszka.
Por su parte, Sharma denunció el “desquiciado intento” de las autoridades rusas de “borrar a Ucrania y su pueblo del mapa” y lamentó los traumas que sufren los menores deportados, que “son despojados de su niñez”. “La comunidad internacional debe unirse para protegerlos”, reclamó la funcionaria de la legación del Reino Unido en nuestro país.