Estados Unidos refuerza su retórica contra Venezuela bajo el escenario de una lucha contra el tráfico de drogas. El gobierno de Donald Trump avanza con infraestructura y nuevos activos marítimos en el Caribe, además del apoyo de países como Puerto Rico y Trinidad y Tobago, y las crecientes críticas de otros Estados de la región.
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Estados Unidos vs. Venezuela: los últimos movimientos del Comando Sur en el Caribe
Washington instrumentó una nueva línea estratégica para aumentar la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro. En primer lugar, EE. UU. emprendió la modernización de su antigua estación naval de Roosevelt Roads en Puerto Rico, añadiendo mejoras en la pista de aterrizaje, nuevos sistemas de comunicación, instalaciones para aeronaves y almacenamiento de municiones.
La agencia de noticias Reuters informó del despliegue de un sistema móvil de frenado de aeronaves (MAAS) y una baliza de navegación táctica (TACAN) en la antigua base naval ubicada en Ceiba.
Esta instalación militar era una de las más importantes de Estados Unidos en el extranjero hasta que la Armada decidió su cierre en 2004. Además de Roosevelt Roads, se están construyendo instalaciones en aeropuertos civiles en Puerto Rico y St. Croix, en las Islas Vírgenes. De esta forma, el Comando Sur expande su rango operativo a 500 millas de Venezuela, es decir 804,67 kilómetros.

Por otro lado, el grupo de ataque del portaaviones Gerald R. Ford, con aproximadamente 10.000 soldados y decenas de aeronaves y sistemas de armas, se dirige desde el mar Adriático hacia el Caribe. Uno de los destructores del Ford zarpó de Gibraltar el 29 de octubre y se sumará en breve al enorme despliegue del Comando Sur contra el narcotráfico proveniente de Latinoamérica.
Desde principios de septiembre, Estados Unidos realizó al menos 14 ataques contra supuestos buques narcotraficantes en el Caribe y el Pacífico, causando la muerte de 61 personas presuntamente vinculadas a organizaciones como el Clan del Golfo, el Tren de Aragua y el Cartel de los Soles, cuyos líderes son Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
En octubre se registraron tres vuelos del Rockwell B-1B Lancer y del B-52 Stratofortress cerca de Venezuela. Además, el Boeing C-17 Globemaster III mostró gran actividad de viajes entre Estados Unidos, Colombia, Puerto Rico, y Trinidad y Tobago, mientras que el P-8 Poseidon fue observado en distintas rutas entre Florida y Santo Domingo, en el Caribe.
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Puerto Rico y Trinidad y Tobago, bases para la proyección de poder estadounidense
La construcción de nuevas instalaciones alinean de forma indiscutida a Puerto Rico con Estados Unidos. El país caribeño se convirtió en una base logística para las operaciones estadounidenses en el Caribe con la presencia de cazas F-35 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y drones de inteligencia MQ-9A Reaper, además de la presencia cercana de un grupo de ocho embarcaciones que incluye al submarino de propulsión nuclear USS Newport News.
En Puerto Rico están apostados los buques de apoyo técnico de la Marina USNS Waters, USNS Kanawha y USNS Joshua Humphreys, el buque de transporte anfibio USS San Antonio, y el destructor Jason Dunham. También se ubica allí el buque de apoyo de guerra especial MV Ocean Trader, que funciona como la base de operaciones marítima.

Cerca de Trinidad y Tobago se encuentra parte del Grupo Anfibio Iwo Jima, encabezado por los buques USS Iwo Jima (LHD-7) y USS San Antonio (LPD-17). También debe destacarse la presencia aledaña del crucero lanzamisiles de la clase Ticonderoga USS Lake Erie y del destructor USS Stockdale.
Puerto España funciona como otro aliado estratégico por su ubicación a tan solo 11 kilómetros de Venezuela y como un freno inmediato a cualquier operación de Caracas. El país activó la “Postura de Estado Uno”, el estado de alerta máxima para la Fuerza de Defensa y la Guardia Costera.
Más allá de la presencia militar, el respaldo de países claves en la región representa un activo importante para Estados Unidos en su Guerra Fría contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, ante la creciente expectativa de una operación terrestre alimentada por el propio presidente Donald Trump y otros sectores de la política estadounidense.




