El nuevo resort de Corea del Norte, el Wonsan-Kalma Coastal Tourist Zone, no es solo un complejo de lujo junto al mar, sino una jugada política, económica y propagandística muy medida.
Ubicado en la costa este del país, cerca de una zona conocida por ser un sitio de pruebas de misiles, se extiende por unos cuatro kilómetros y cuenta con hoteles, villas privadas, un parque acuático, centros culturales, restaurantes, áreas comerciales y capacidad para recibir hasta 20.000 personas. Kim Jong Un lo inauguró oficialmente el 24 de junio de 2025, presentándolo como un símbolo de modernidad y apertura controlada.
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Corea del Norte: por qué el resort será para turistas rusos
La decisión de permitir inicialmente solo turistas rusos responde a una alianza política en rápido fortalecimiento. Tras la firma de un tratado de defensa mutua en 2024, Corea del Norte y Rusia estrecharon lazos en múltiples frentes, desde cooperación militar hasta intercambio económico.
Para Pyongyang, abrir el complejo a visitantes rusos significa atraer divisas de un socio político confiable que, además, se encuentra geográficamente cerca y tiene capacidad logística para organizar viajes directos desde Vladivostok. Agencias rusas comenzaron a vender paquetes a unos 1840 dólares por persona, incluyendo vuelos y estadías todo incluido.

Sin embargo, más allá del turismo real, el proyecto tiene un fuerte componente de propaganda. Los primeros días, periodistas internacionales invitados relataron escenas montadas: “turistas” que en realidad eran trabajadores posando, playas limpias pero vacías, banquetes de hasta 14 platos servidos a modo de escaparate, y carteles en inglés, no en ruso, para dar una imagen de internacionalización.
Incluso, antes de recibir visitantes reales, el resort fue escenario de grabaciones y reportajes controlados que mostraban una Corea del Norte idílica y sin carencias. Los pocos turistas rusos que sí llegaron contaron que el servicio fue impecable, aunque con una vigilancia constante y restricciones para comunicarse con el exterior, como el uso obligatorio de cuentas de correo del hotel con cargos extra.
Las polémicas alrededor del resort de Corea del Norte
El impacto económico de este proyecto es doble. Por un lado, Corea del Norte busca desesperadamente ingresos en divisas para sostener su economía sancionada, y el turismo ruso, y eventualmente chino, puede convertirse en una fuente directa y relativamente rápida.

Por otra parte, el costo de construcción de este complejo, iniciado en 2014 y detenido en varias ocasiones por problemas de financiamiento y la pandemia, fue enorme, lo que significa que Pyongyang necesita que el resort funcione para justificar la inversión.
Sin embargo, a pocos días de abrir parcialmente, el régimen suspendió el ingreso de turistas extranjeros sin dar razones claras. Analistas sugieren que pudo haber temor a filtraciones de imágenes poco favorables o una falta de preparación para manejar visitas internacionales sin comprometer el control interno. Este giro abrupto pone en evidencia que, aunque el resort es presentado como una ventana de apertura, sigue estando bajo las mismas reglas de secretismo y control férreo que caracterizan al país.




