Estados Unidos pierde a otro aliado importante en la región después de que el primer ministro de Canadá, Mark Carney, decidiera patear el tablero geopolítico al terminar con la “longeva relación de integración” que ambos países mantenían desde la Segunda Guerra Mundial.
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Mark Carney pone fin a la “dependencia militar y económica”
En un duro discurso contra el gobierno de Estados Unidos, el primer ministro canadiense decidió finalizar las relaciones basadas en el nuevo orden mundial que gira en torno a Estados Unidos.
“El sistema de comercio internacional anclado en los Estados Unidos, en el que Canadá se apoyó desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, un sistema que tal vez no es perfecto, pero que ayudó a traer décadas de prosperidad al país, ha finalizado. La relación de profunda integridad con Estados Unidos ha finalizado”, expresó Carney.
De esta manera, Ottawa abandona por el momento una relación centenaria con Washington, que encontraba sus pilares en la “confianza y respeto mutuo”, sustentada por el acuerdo comercial USMCA, la membresía de ambos Estados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y otros organismos de colaboración entre los países.

Carney da un paso firme en esta decisión por la revisión del bloque comercial norteamericano que componen Canadá, Estados Unidos y México, y convocó a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, a la cumbre del G7 para discutir los aranceles.
La fragmentación de las relaciones entre Estados Unidos y Canadá supone una potencial crisis. Actualmente, cerca del 75% de las exportaciones canadienses tienen como destino a los puertos estadounidenses, mientras que para Washington, Ottawa representa el 17% de los envíos internacionales.
Además, Canadá es el mayor proveedor extranjero de petróleo crudo de Estados Unidos y esta demanda energética alimenta el déficit comercial estadounidense con Canadá, que se espera que sea de USD 45 mil millones en 2024.
Por otro lado, el gobierno canadiense le da la espalda a Washington en el ámbito militar y establece la intención de lograr acuerdos con Europa antes del 1 de julio, también en disputa con la figura de Donald Trump y sus decisiones geopolíticas.
“Setenta y cinco centavos de cada dólar canadiense de gasto de capital en defensa van a Estados Unidos. Eso no es inteligente”, declaró Carney a la emisora pública CBC, que buscará unirse a ReArm Europe, un millonario plan para aumentar el gasto de defensa en Europa de cara a los próximos años.
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Canadá y Estados Unidos, la historia del enfrentamiento
Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la relación entre los gobiernos estadounidense y canadiense estuvo a prueba. La guerra comercial que el republicano libra desde febrero contra el mundo también afectó a su vecino del norte, que sufrió un 30% de aranceles a sus productos, a pesar de que el USMCA, el acuerdo entre los Estados Unidos, México y Canadá, lo desalentaba.
Con idas y vueltas, esta fricción comercial se desaceleró producto de las negociaciones, pero encontró otros puntos de quiebre. La intención de Trump de que Canadá se convierta en el Estado número 51 en medio de su crisis política que obligó a convocar a elecciones, no sentó bien en Mark Carney.

Con respaldo del electorado y envalentonado por los vientos de cambio en Europa, el primer ministro canadiense respondió a los aranceles con una imposición del 25% a los productos estadounidenses que entraron en vigor en abril.
En cambio, Donald Trump profundizó su provocación y le propuso a Canadá unirse a la protección del nuevo sistema de defensa Cúpula Dorada a “costo cero” si aceptaba unirse a Estados Unidos. De no aceptar esta condición, el costo para ser protegido pasaría a ser de 61.000 millones de dólares.
Las tensiones entre Ottawa y Washington también llegaron al rey Carlos III, quien rompió con la neutralidad y se refirió a la idea de Donald Trump de incorporar a los canadienses como un nuevo Estado durante su gira en Canadá. “La democracia, el pluralismo, el Estado de derecho, la autodeterminación y la libertad son valores que los canadienses aprecian, valores que el gobierno está decidido a proteger”, declaró Carlos III ante el Parlamento canadiense, el primer “Discurso del Trono” de un monarca en el país en casi medio siglo.