La llamada “autopista polar” de China, también conocida como la Ruta de la Seda Polar, es una nueva vía marítima que busca conectar Asia y Europa a través del Ártico. Forma parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta impulsada por Beijing, y se enmarca dentro de una estrategia más amplia para expandir las rutas comerciales del país, reducir su dependencia de los pasos tradicionales como el canal de Suez y el estrecho de Malaca, y fortalecer su presencia en el extremo norte del planeta.
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China a Europa: un viaje reducido por el Ártico
La idea central de esta ruta es aprovechar el deshielo progresivo del Ártico para abrir corredores navegables que acorten las distancias entre los principales puertos de China y los de Europa. Según cálculos oficiales, la travesía entre ambos continentes podría reducirse a unos 18 o 20 días, frente a los 30 o 40 que insume actualmente un viaje por el canal de Suez.
Esta diferencia representa una ventaja logística y económica enorme: menos combustible, menores costos de flete, menos emisiones contaminantes y una capacidad de respuesta comercial más rápida. En un contexto de alta competencia internacional, esa eficiencia es clave para las exportaciones chinas.
Además del ahorro de tiempo, la autopista polar ofrece a China un beneficio geopolítico: la posibilidad de diversificar sus rutas comerciales para no depender exclusivamente de pasos marítimos controlados por potencias extranjeras o zonas de conflicto. Por eso, esta vía también tiene un valor estratégico.

China reforzó su cooperación con Rusia, país que controla la mayor parte de la llamada “Ruta del Noreste”, la franja marítima que bordea el norte ruso y que constituye el tramo esencial de esta autopista polar. Moscú y Beijing firmaron acuerdos para el uso de rompehielos, el desarrollo de puertos árticos y la creación de sistemas de navegación y monitoreo especializados en condiciones extremas.
El funcionamiento de esta ruta requiere embarcaciones adaptadas a los entornos polares, con cascos reforzados y tecnología de navegación avanzada. Por ahora, el tránsito depende de las ventanas estacionales en que el hielo del Ártico retrocede, especialmente entre julio y octubre.
Sin embargo, el cambio climático amplió esas ventanas en los últimos años, lo que ha vuelto más factible la navegación comercial. A medida que se construyan más puertos y estaciones logísticas en la región, la operación podría volverse continua, aunque el costo en términos ambientales sigue siendo un tema de debate.
La primera prueba de la autopista polar y sus desafíos
La primera gran prueba operativa de la autopista polar se realizó en septiembre de 2025, cuando el buque portacontenedores Istanbul Bridge partió del puerto de Fuzhou, en la provincia china de Fujian, con destino a Europa. La travesía, prevista para durar unos 19 días, fue un hito en la apertura de esta nueva ruta marítima. El navío se dirigió hacia puertos europeos como Felixstowe, Rotterdam, Hamburgo y Gdansk, conectando por primera vez, de manera oficial, los puertos chinos con el continente europeo a través del Ártico.

De acuerdo con estimaciones del gobierno chino, esta conexión sería una semana más rápida que el tren China-Europa y más de veinte días más veloz que la vía marítima tradicional a través del canal de Suez. Además, el trayecto reduciría significativamente las emisiones de dióxido de carbono, lo que China presenta como un beneficio ambiental, aunque las organizaciones ecologistas advierten del riesgo de intensificar la explotación del ecosistema ártico.
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El proyecto, sin embargo, enfrenta desafíos importantes. Las condiciones climáticas del Ártico siguen siendo extremadamente volátiles, y aunque el deshielo facilita la navegación, también genera riesgos de tormentas, bloqueos de hielo y daños estructurales en los barcos.
A esto se suman los altos costos de seguros, la limitada infraestructura portuaria y la falta de servicios de rescate o reparación en la zona. En el plano político, la dependencia de Rusia en un contexto internacional cada vez más tenso plantea interrogantes sobre la estabilidad de esta cooperación a largo plazo.




