El Proyecto Stargate, una de las apuestas más ambiciosas del ecosistema tecnológico actual, prometía ser la infraestructura clave para llevar a la inteligencia artificial (IA) a una nueva escala. Impulsado por OpenAI, SoftBank y con el respaldo político del presidente Donald Trump, el plan contemplaba la construcción de una red de mega centros de datos distribuidos en Estados Unidos, con una inversión estimada en más de 500 mil millones de dólares hacia 2028.
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Qué ocurrió con Stargate, el proyecto de inteligencia artificial de Trump
El objetivo era garantizar la potencia informática necesaria para sostener modelos de IA cada vez más avanzados, y al mismo tiempo, posicionar a Estados Unidos como líder global en la carrera por la inteligencia artificial.

Sin embargo, a pesar del gran anuncio en enero de 2025, el proyecto no avanzó como se esperaba. A seis meses de su presentación oficial, no se firmó ningún contrato formal para iniciar las obras de los centros, ni se definió con claridad qué empresas liderarían cada etapa.
Las tensiones internas entre los socios, especialmente entre Sam Altman, CEO de OpenAI, y Masayoshi Son, fundador de SoftBank, complicaron el cierre de acuerdos clave. Incluso desde la propia OpenAI reconocieron que muchos de los centros que hoy se están construyendo en Texas o en Ohio, si bien son parte de su hoja de ruta, no están formalmente incluidos dentro del consorcio Stargate.
La demanda energética como gran obstáculo
Una de las grandes trabas que enfrenta el plan tiene que ver con su enorme demanda energética. Cada uno de los centros proyectados requeriría entre 5 y 10 gigavatios de energía, una cifra que supera ampliamente la capacidad eléctrica de muchas redes regionales. Para dimensionar el desafío: cinco instalaciones en simultáneo consumirían unos 25 gigavatios, algo así como lo que demandan ciudades enteras.
La infraestructura energética actual de Estados Unidos no está preparada para soportar esa escala de manera eficiente ni inmediata. Para resolverlo, el gobierno federal se vio obligado a declarar una “emergencia energética nacional” que permite agilizar permisos, liberar recursos y acelerar la construcción de líneas de transmisión, centrales de generación y gasoductos.

La construcción de nuevas plantas, sean solares, de gas o nucleares, implica años de planificación, licencias ambientales y coordinación entre múltiples niveles del Estado. Además, se suman resistencias locales, conflictos por el uso del suelo, tensiones con grupos ecologistas y disputas sobre qué fuentes de energía deben priorizarse. En ese contexto, el megaproyecto quedó empantanado en una realidad mucho más compleja de la que imaginaron sus impulsores.
Mientras tanto, OpenAI no se detuvo. La empresa firmó un acuerdo con Oracle por más de 30 mil millones de dólares para desplegar capacidad en múltiples centros de datos distribuidos, que ya comenzaron a operar. Según estimaciones, solo esa red alcanzará los 4,5 gigavatios de potencia instalada, un número que igual representa una fracción de lo que se había proyectado originalmente para Stargate. En paralelo, la compañía planea que para 2030 la mayoría de su poder de cómputo provenga de los futuros centros Stargate, operados por SoftBank, y así dejar de depender casi exclusivamente de Microsoft Azure.