En el marco de la última Cumbre del Mercosur, los gobiernos de Argentina y Paraguay firmaron un memorando de entendimiento para avanzar en los estudios de factibilidad del Gasoducto Bioceánico. De concretarse, nuestro país dejaría de utilizar la red de transporte boliviana para la exportación del gas de Vaca Muerta a Brasil, como está haciendo actualmente.
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La obra, que tendría un costo cercano a los 10.000 millones de dólares, se construiría en paralelo al tramo correspondiente del Corredor Vial Bioceánico de 532 kilómetros, que atraviesa el Chaco paraguayo. El trayecto del ducto iría desde la localidad de Carmelo Peralta, fronteriza con el estado brasileño de Mato Grosso do Sul, hasta Pozo Hondo, en la frontera con la provincia de Salta. Tendría una capacidad inicial de transporte de 10 millones de metros cúbicos diarios, que podría incrementarse a 30 millones en el futuro.

“Nosotros creemos que Paraguay es el centro de la integración. Ese Corredor Bioceánico va a permitir un desarrollo logístico tremendo para todos los países, para Brasil, Paraguay, Argentina, y finalmente para acceder a los puertos de Chile”, aseguró el presidente de ese país, Santiago Peña, durante la última reunión de jefes de Estado del bloque subregional.
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Gasoducto: entusiasmo también en Brasil por la obra
En febrero pasado, el gobierno de Paraguay firmó un memorando similar con las autoridades del estado brasileño de Mato Grosso do Sul y la distribuidora local MSGÁS. “El gas natural de Vaca Muerta tendrá un precio competitivo y será importante para la generación de empleos y el desarrollo de Mato Grosso do Sul”, señaló, en ese momento, la CEO de MSGÁS, Cristiane Schmidt.

Desde MSGÁS estimaron que el gas argentino podría tener un costo de entre 8 y 10 dólares por millón de BTU (unidad térmica británica, que se usa en este tipo de contrato). El precio sería inferior al gas boliviano, que estaría en torno a los 13 dólares por millón de BTU.
Comentando las perspectivas de integración gasífera, el embajador de Brasil en nuestro país, Júlio Bitelli, y el segundo secretario, Igor Teixeira, señalan en un documento oficial que “se trata de un suministro potencialmente firme (estable), accesible y seguro, además de reflejar las tendencias de relocalización productiva en marcha en la actualidad: el friendshoring y el nearshoring”. Por último, destacan que Brasil demanda el recurso “tanto para impulsar su neoindustrialización como para abastecer sus centrales termoeléctricas”.