Al llegar al Complejo Nuclear Atucha, el sonido de las máquinas junto al ir y venir de los trabajadores son la confirmación de que el sector nuclear argentino no detiene su marcha. Tras su salida de servicio en septiembre del 2024, Atucha I –la central nuclear de potencia más antigua de América Latina– inició una parada prolongada de reacondicionamiento. Se prevé que las obras de adecuación de sus niveles de seguridad y optimización de su factor de carga estén concluidas en marzo de 2027.
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“El objetivo es lograr que Atucha I pueda prolongar su vida útil veinte años más a plena potencia”, señala, en diálogo con DEF, Eduardo Arostegui, ingeniero que trabaja para la empresa operadora Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) y es responsable de la Gerencia de Extensión de Vida de la central. Tal como aclara la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), ese lapso no se mide en años calendario, sino que se trata del “período en el cual la central alcanzará una cantidad de energía generada equivalente al de haber estado operando durante ese período a plena potencia”. Por lo tanto, el nuevo ciclo de vida de Atucha I irá más allá de 2047.

Atucha: una marca histórica en el parque generador eléctrico
En 2024, las tres centrales nucleares de potencia –Atucha I, Atucha II y Embalse– superaron una marca histórica, al producir en su conjunto un total de 10.449.015 megavatios/hora, lo que representó el 7,35% de la energía total generada en el país. “Nuestro aporte al Sistema Argentino de Interconexión (SADI) va más allá de los números”, explica Alberto Lamagna, presidente de Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA). Además, especifica que la nuclear es una “energía de base”, lo que significa que “no solo contribuye con el suministro de megavatios a la red eléctrica, sino que le brinda estabilidad y previsibilidad al sistema, factores clave en momentos de alta demanda”.
En cuanto a los fondos para su funcionamiento, si bien los costos de operación y mantenimiento de las centrales son cubiertos por la propia empresa con los ingresos de la venta de energía a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA), los proyectos de inversión estratégicos, como la extensión de vida de Atucha I, se financian con aportes del Tesoro Nacional. Se estima que el costo total de las obras ascenderá a 700 millones de dólares.

Energía nuclear: rumbo a un nuevo ciclo de vida de 20 años
“La confirmación por parte del Gobierno nacional del presupuesto necesario para la extensión de vida de Atucha I es una muestra clara del compromiso con la energía nuclear y su papel en la diversificación de la matriz energética”, manifiesta Lamagna. Estima que se generarán 2000 puestos de trabajo directo y subraya que las obras permitirán fortalecer la cadena de valor del sector nuclear. “La sinergia entre NA-SA y todo este ecosistema de empresas es clave para permitir el crecimiento sostenido de la industria y garantizar la continuidad de la energía nuclear como pilar de la matriz energética argentina”, completa.
Se están realizando una serie de actualizaciones y mejoras para adecuar las instalaciones a los actuales estándares internacionales de seguridad. “El diseño de Atucha I tiene sus años, y hay que aggiornarlo, lo cual tiene sus complicaciones, pero eso también hace interesante nuestra tarea”, comenta el ingeniero Arostegui, quien explica que se agregarán “limitaciones” para evitar las salidas de servicio de la planta y se instrumentarán nuevos criterios de protección del reactor. Además, se han agregado tres motores diésel en un edificio independiente del reactor, que permitirán contar con un backup para suministrar energía a la central en caso de desconexión de la red.

Desafíos y aprendizajes para el sector nuclear argentino
“En Atucha I, tenemos tecnología de la primera onda y de la última, es decir, aquí convive lo digital con sistemas analógicos que vienen funcionando desde hace más de 50 años”, ilustra Eduardo Arostegui. Y añade que uno de los desafíos adicionales que él y su equipo han debido enfrentar es que la empresa alemana que construyó Atucha I –KWU, filial de Siemens– hoy está fuera del mercado.

“Quedarnos solos nos obliga a crecer”, afirma el gerente de extensión de vida, quien valorizó el aprendizaje que implicó para NA-SA la dirección del proyecto de construcción de Atucha II, entre 2007 y 2014. “Hay criterios que se usaron en Atucha II que nos han servido para aplicar ahora en Atucha I; y viceversa, cuando se puso en marcha Atucha II, quienes operábamos en planta en Atucha I teníamos mucha experiencia ganada”.
“Argentina cuenta con un sistema nuclear robusto, con empresas que han demostrado capacidad para brindar productos y servicios de calidad no solo a nivel nacional sino también en el ámbito internacional”, enfatiza Alberto Lamagna, quien destaca que Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) cumple un “rol fundamental como operadora de las centrales nucleares del país, impulsando el desarrollo de la industria y promoviendo la participación de proveedores locales en proyectos estratégicos”.