Dicen que el domingo habrá buen clima. A las 14 horas el sol brillará con todo su esplendor durante una típica tarde primaveral. Será el primer día de octubre, mes de elecciones para los argentinos.
Sin embargo, en La Bombonera y en sus alrededores, la información sobre el clima será el dato que menos importe: toda la atención estará puesta en la cancha donde se enfrentarán Boca y River.
Para el referí Andrés Merlos se tratará, sin lugar a dudas, de una jornada trascendental: el mendocino deberá evitar todo tipo de polémicas a la hora de arbitrar su primer Superclásico.

El fútbol y los aviones: “Intento disfrutar de mis dos carreras”
Tiempo atrás, DEF conoció y conversó con Andrés Merlos: hijo de madre soltera, cuando cumplió los 15 años dejó Mendoza y se mudó a Córdoba para ingresar como suboficial a la Fuerza Aérea Argentina (FAA).
Con esfuerzo y sacrificio, en su carrera militar logró desempeñar cargos que muchos hubiesen querido. En Tandil, por ejemplo, fue mecánico de los emblemáticos aviones de combate Mirage. Y, en esta misma ciudad fue donde decidió darle un nuevo rumbo a su vida: comenzó la carrera de árbitro deportivo.

“La verdad es que, a veces, se complica con la familia. Por los viajes y lo que demandan los trabajos, estoy muy poco con ellos. Es lo que me toca. Pero estoy agradecido de poder hacer lo que me gusta. También soy un agradecido a la FAA, que siempre me apoyó en mi otra ocupación que es el arbitraje. Intento disfrutar de mis dos carreras, a las que amo. En ese contexto, mi familia es un pilar fundamental”, confesó a DEF.
Un hombre de pasiones y sacrificios
Hoy Merlos tiene 42 años, 18 de ellos trabajó como mecánico del avión de combate Mirage de la Fuerza Aérea: “Son sensaciones lindas y únicas las que viví como mecánico tripulante. Lo mismo pasa con el arbitraje. Son dos pasiones y agradezco a Dios que las puedo tener y disfrutar. No me gusta comparar las dos carreras porque cada una tiene sus cosas lindas”
Obviamente que, en el trayecto, Merlos debió sacrificarse. “Soy una persona que toda la vida se puso metas y trató de lograrlas. No es fácil llegar, ni tampoco mantenerse. Por eso trabajo día a día, fundamentalmente con el apoyo constante de la familia, de mis compañeros y jefes”, contó el hoy suboficial ayudante que, desde la desprogramación de las aeronaves, pasó por otros destinos dentro del ámbito de la Fuerza Aérea.

“Siempre me gustó la aviación aunque, desde que nací, mi amor fue el fútbol”
“Soy hijo de madre soltera y, cuando tenía 15 años, un tío que estaba en la Fuerza me dijo que estaban abiertas las inscripciones. Siempre me gustó la aviación, aunque, desde que nací, mi amor fue el fútbol”, cuenta Merlos.
Dice, además, que esta decisión no fue fácil, ni para él ni para su mamá. “Siempre traté de respetar lo que ella nos inculcó: trabajo, sacrificio, nunca agachar la cabeza y seguir siempre adelante para lograr nuestros objetivos”, reconoce.
Con respecto a la relación entre las dos actividades, Andrés da cuenta de la integración de las Fuerzas Armadas en la sociedad: “No solo nos preparamos para un eventual conflicto bélico, sino que estamos a disposición de ella”. Y agrega: “Detrás de un uniforme, o de una casaca de árbitro o jugador, siempre hay una persona”.
“Los insultos llegan, pero es ruido”
De todos los rituales futboleros, Merlos asegura que el que más le gusta es la presencia de la gente: “cuanta más haya, más adrenalina. El fútbol lo hacen ellos. Ni hablar cuando hay público visitante. Las hinchadas se gritan una a la otra. Esas cosas son lindas”.
Obviamente, si hay hinchada, también hay silbidos dedicados al referí. “Cuestiones del fútbol”, comenta Andrés. “La verdad es que uno es profesional y se concentra en el trabajo que tiene que hacer. La gente es el marco lindo de este deporte. Los insultos llegan, pero es ruido”, refuerza.

Los pibes de Malvinas que jamás olvidaré
La Fuerza Aérea también tiene sus tradiciones y rituales. En el caso de Merlos, lleva grabados en su corazón a la “camaradería, el amor a la patria y a la bandera”. En diálogo con DEF, confesó sentirse interpelado por las vivencias los Veteranos de Guerra de Malvinas de la institución. “Tuve la posibilidad de compartir esto con compañeros que estuvieron en el Conflicto. Son cosas que a uno le quedan”, cuenta.
Es sabido que Malvinas es una causa que nos atraviesa a todos los argentinos por igual. Y, en el fútbol está más viva que nunca: “Son cosas que quedaron unidas. Los veteranos te cuentan que mientras ellos estaban en las Islas, a la vez estaban pendientes de los resultados de la Selección: somos un país futbolero”.

A la hora de dirigir: “Miro al cielo y me pongo en las manos de Dios”
“Nunca me imaginé que iba a llegar a donde estoy hoy”, confiesa Merlos tras repasar su carrera como árbitro: comenzó en el año 2001 porque quería estar vinculado al deporte y porque ya tenía compañeros de la Fuerza que lo habían hecho. Un instructor vio sus cualidades y le sugirió anotarse en el curso nacional. “El me veía con condiciones para llegar a Primera”, comenta.
Le hizo caso. Cursó y se recibió de árbitro nacional. Gustavo Bassi, un veedor de la AFA lo vio y le propuso dirigir en Primera División. “Así, partido tras partido, para poder llegar”, agrega.
¿Tenés alguna cábala para dirigir?, “Soy muy creyente. Miro al cielo y me pongo en manos de Dios. También beso a mis muñecas, donde tengo tatuados a mis hijos. Eso lo hago siempre”, finalizó.