Tras el ataque de Israel a Qatar, Pakistán y Arabia Saudita firmaron un acuerdo militar de defensa mutua. Similar al artículo 5 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en este pacto se especifica que si una de las naciones es atacada, se considera como una agresión para ambos.
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Lo polémico de este consenso es que Pakistán es el único país islámico que mantiene una reserva nuclear, a diferencia de Arabia Saudita, que ya no cuenta con un programa nuclear. En este contexto, el Ministerio de Defensa pakistaní afirmó que dicho almacén está bajo “completa disposición” de la potencia petrolera.
Pacto militar de “defensa colectiva”: qué implica para las naciones que lo componen
El acuerdo establece un principio de defensa colectiva entre Pakistán y Arabia Saudita. Esto significa que el ataque contra uno, se interpreta como una agresión hacia ambos, lo que obliga a una respuesta conjunta.
Para Pakistán, el pacto refuerza su vínculo con un socio de gran peso económico y político. A su vez, Arabia Saudita garantiza el respaldo de una potencia nuclear y de un ejército con experiencia en conflictos convencionales y asimétricos.

Según declaraciones del Ministerio de Defensa pakistaní, pondrían sus reservas “a disposición” en caso de necesidad. Este elemento otorga al pacto un carácter inédito y refuerza el debate sobre la proliferación nuclear en la región.
Pakistán y Arabia Saudita: una alianza que se profundiza
La relación entre estos dos Estados siempre fue estrecha, fundamentada en factores religiosos, políticos y económicos compartidos.
Ambos países integran la Organización de Cooperación Islámica (OCI) y defienden intereses comunes en foros internacionales, en especial sobre temas vinculados al mundo musulmán.
Arabia Saudita, como principal exportador de petróleo, brindó asistencia financiera a Pakistán en múltiples ocasiones, incluyendo préstamos y suministros de crudo en condiciones preferenciales. A cambio, Pakistán ofreció apoyo militar y experiencia en seguridad. Así, desde la década de 1960, oficiales pakistaníes entrenaban a las fuerzas saudíes y miles de soldados de Islamabad se desplegaban en el reino para proteger infraestructuras estratégicas.

Durante la última década, la cooperación se amplió a la participación de Pakistán en la coalición militar liderada por Riad, en Yemen, aunque con ciertas reservas por parte del parlamento pakistaní. Aun así, la relación continuó fortaleciéndose a través de maniobras conjuntas, intercambio de inteligencia y acuerdos bilaterales de defensa.
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Con el nuevo pacto, además de establecerse la cláusula de defensa mutua, se contempla una mayor cooperación en áreas concretas como el entrenamiento militar, el intercambio de inteligencia y el fortalecimiento de capacidades conjuntas.
Con este paso, la relación bilateral deja de ser solo apoyo puntual y se convierte en un compromiso formal de defensa, pensado para responder de manera coordinada a las amenazas que enfrenta la región.