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Cuatro relatos de misioneros que pelearon en la Guerra de Malvinas: retratos, sentimientos y el orgullo de haberlo dado todo 

DEF tuvo la posibilidad de viajar a Montecarlo, en el medio de Misiones, para conocer el modo en que esa provincia, ubicada a más de 4.600 kilómetros de las Islas Malvinas, vivió la Guerra. ¿Qué les generaron a esos Veteranos las imágenes tomadas durante el conflicto? 

Hace más de 15 años que TAEDA lleva por todo el país a su muestra “Malvinas, retratos de un sentimiento”: las imágenes que tomaron los reporteros gráficos que cubrieron la guerra en 1982. 

En esas fotografías se revela el heroísmo, la entrega y la bravura de aquellos que defendieron nuestra soberanía en las Islas Malvinas

Las imágenes, testimonios de un reclamo irrenunciable y del valor de nuestros héroes, estuvieron en distintas ciudades, desde la Quiaca hasta Ushuaia. Y, este año, fue el turno de la provincia de Misiones. 

Los retratos de la Guerra movilizaron a los vecinos de Montecarlo: el orgullo y el patriotismo se mezclaron con la impotencia que genera la usurpación (Foto: Fernando Calzada)

Primero le tocó a la localidad de Montecarlo, donde se realizó el acto central de Misiones con motivo del Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra. Luego, la muestra también dijo presente en ciudades como Oberá y Alem. 

El detalle: si se trata de Malvinas, los relatos de los Veteranos de Guerra resignifican una causa en la que toda una Nación se unió, con el cuerpo y con el alma, para enfrentar a una las mayores potencias militares frente a la injusta usurpación de nuestro territorio. Y son las fotografías de ese momento las que interpelan a todos los argentinos, aunque muy especialmente a los protagonistas de la guerra en el Atlántico Sur. 

Por ejemplo, el intendente de Montecarlo, Julio César Barreto, contó que la foto que más sentimientos le produjo fue la del hundimiento del crucero ARA “General Belgrano”: “Me genera impotencia, bronca y dolor. Considero que aquel fue un acto cobarde por parte del imperio británico. Es una imagen que nos duele”.

Para ir más lejos e indagar sobre qué tienen para decir sobre eso los héroes de la provincia de Misiones, DEF les preguntó con cuál de todas esas imágenes se sienten más identificados. 

Malvinas: la imagen del Hércules C-130 y el recuerdo del ataque del 1º de mayo

Desde Montecarlo, Valeriano Amado Domínguez contó a DEF que cruzó a Malvinas siendo soldado de la Fuerza Aérea Argentina: era uno de los 10 (de 20) conscriptos provenientes de Misiones de su Compañía.  “Recuerdo que el 1º de mayo fue el día que más nos marcó. Fue cuando se produjo el primer ataque aéreo por parte de los ingleses. Ese día yo estaba de guardia en la pista de aterrizaje y ví al avión lanzar sus bombas. Más tarde los volví a ver cuando, en una nueva incursión, destruyeron la torre de control y los hangares donde estaban los víveres”, dijo, al tiempo que confesó que un día se reunieron todos aquellos montecarlenses que habían ido a Malvinas y buscaron hacer algo “por ellos mismos”. 

Hubo dos fotografías que interpelaron al VGM Valeriano Amado Domínguez: la del Hércules C-130 y la de la madre que despide a un hijo (Foto: Fernando Calzada)

“Empezamos a recorrer los medios de comunicación y las escuelas. Nadie nos conocía así que empezamos a malvinizar. Hoy podemos decir que Montecarlo es uno de los municipios donde más se homenajea a los héroes. Estamos orgullosos y emocionados de que hayan venido los Veteranos de distintos puntos de la provincia. Además, cuando me avisaron que las imágenes estaban en la plaza, me vine a verlas”, comentó. 

¿La fotografía que más lo interpeló?, la del Hércules C-130 y la de la madre que despide a su hijo: “La causa Malvinas la sentimos cada vez con mayor profundidad a medida que vamos envejeciendo”. 

Higinio Martínez: “Me acordé del momento en el que entregamos el armamento”

Higinio Ramón Martínez, otro montercarlense, también fue a Malvinas con la Fuerza Aérea. Por entonces, él integraba la Brigada Aérea I, de El Palomar. “Me incorporé al servicio militar el 6 de enero y el 6 de abril fuimos a las Islas. Siempre digo que el primer enemigo para nosotros fue el frío”, relata. 

“Estuvimos varios años abandonados, sin contención psicológica ni médicos”, contó Higinio (Foto: Fernando Calzada)

Higinio ocupó posiciones en el aeropuerto de Puerto Argentino. Por eso, vivió en carne propia el ataque del 1º de mayo: “Sentí el dolor más grande porque perdimos a uno de nuestros soldados, Guillermo García, que era oriundo de la provincia de Buenos Aires. Luego, otro momento doloroso, fue cuando el 2 de mayo hundieron al Crucero ARA “General Belgrano”. Nos afectó mucho porque ahí cayeron 323 soldados, fueron asesinados”. 

A 43 años de la Guerra, Martínez cuenta que vive con orgullo el haber defendido su patria. “Lo llevo en el alma”, resume, al tiempo que cuenta que estos homenajes llegan luego de mucho tiempo de lucha: “Estuvimos varios años abandonados, sin contención psicológica ni médicos. Eso no ocurrió con los cuadros militares, que conservaban la obra social. Estábamos a la deriva. Hoy para nosotros es un día histórico, pues es la primera vez que en Montecarlo se hace el acto central y la vigilia”. 

En cuanto a las imágenes de TAEDA, a Higilio hay una que le trae recuerdos particulares: la del desarme. “Me acordé del momento en el que entregamos el armamento, al caer prisioneros. Finalmente regresamos a El Palomar el 23 de junio de 1982 por la madrugada: entramos desfilando”, contó. 

Un misionero en Monte Longdon: “Me siento adentro del cuadro” 

Timoteo Ramón Portillo también es un Veterano de Guerra de Misiones: era soldado conscripto y estaba anotado como aspirante a cabo del comando de Infantería de Marina: “Como a muchos, nos subieron a un Hércules y fuimos a Malvinas. Toqué las Islas el día 4 de abril. Para mí fue una alegría total”. 

“Estuve en el combate real. Es duro tomar la decisión de quitarle la vida a otro soldado”, dijo Portillo al recordar lo vivido en 1982 (Foto: Fernando Calzada)

Portillo insiste en que los misioneros que fueron a Malvinas tenían un valor agregado que los hacía distintos: “El soldado misionero es una persona aguerrida. Trabajamos en el monte, con la yerba. En mi caso, antes de ir a Malvinas, trabajaba como tractorista y cargaba yerba en los secadores. Imagínense todo el trabajo pesado que yo había hecho a mis 17 años. Además, somos especiales porque somos comunicativos. Me acuerdo que, como mi papá es paraguayo y vivimos en una zona de ribera, yo hablaba con otros compañeros correntinos en guaraní. A veces nos pedían que dejáramos de hablar porque no se nos entendía”.

Timoteo recuerda que, mientras ocupaba una posición en Puerto Argentino, las esquirlas producidas por una bomba hirieron de muerte a uno de sus compañeros. “Ahí ví cómo la muerte podía llegar desde cualquier lugar. Sin embargo, nosotros los misioneros hasta con un palo o cuchillo nos defendíamos. Los ingleses se admiraron por eso”, relata, no sin antes contar que también debió ocupar posiciones en Monte Longdon: “Vino uno de Ejército y me ordenó que vaya con él a Monte Longdon.

Resulta que allí había una ametralladora, antes había caído un misil y había destrozado a los dos muchachos que estaban ahí. Así que fuimos a cubrir eso. Estuve en el combate real. Es duro tomar la decisión de quitarle la vida a otro soldado, pero sabíamos que si no era su vida era la nuestra. Allí vi caer muchos compañeros. Y cuando los ingleses vieron cuántos eramos, no lo podían creer, les habíamos provocado un desastre. Luchamos con alma y vida, como leones, y les causamos muchísimas bajas”. 

¿Te ves identificado con alguna foto?, “Ver las imágenes es como llevar el tiempo atrás. Me siento adentro del cuadro. La diferencia es que hoy, a 43 años de la Guerra, la gente nos reconoce. Las personas nos echan la mano y nos saludan”, responde. 

¿Se puede ser feliz en la guerra?

Mientras los vecinos de Montecarlo lo saludan, lo aplauden y, desde los autos, lo reconocen con bocinas, Roberto Silva se mantiene humilde y sonríe. Dice que se siente querido por los montecarlenses. 

“Conocí al mayor Hernández, él se hizo cargo de mi como si fuese mi papá”, relató Silva sobre sus días en la Guerra. Paradójicamente, unos de los más felices de su juventud (Foto: Fernando Calzada)

“Yo soy de Ita Curuzú. Fue ahí donde me llamaron para la colimba. Me tuve que ir a Buenos Aires y, de ahí, a Tierra del Fuego, donde estuvimos apostados en la frontera con Chile. En ese lugar conocí al mayor Hernández, él se hizo cargo de mi como si fuese mi papá. En ese lugar me sentí tan contento, porque yo no tenía uno y siempre me había sentido abandonado, pues nadie me quería. Sin embargo, en el sur sentí el amor de mis compañeros, los soldados, y del mayor”, relata con la seguridad de los héroes. No hay oyente que no se sienta conmovido, de antemano, por la historia que Roberto está a punto de contar. 

Silva y sus camaradas terminaron cruzando a Malvinas. Y, cuando llegaron, debieron caminar dos kilómetros desde el aeropuerto a las posiciones. Con ellos llevaban los bolsos y los fusiles: “En la Guerra me tocó repartir los víveres. A lo largo de los días nos manteníamos en nuestros pozos de zorro, desde donde recibíamos el constante ataque aéreo”.

Si bien pasaron 43 años de aquella Guerra, Silva cuenta que aún hoy mantiene contacto con el mayor que lo cuidó como a un hijo: “Ya está viejito. Siempre lo saludo y él me llama también. Para mí él fue mi papá, me enseñó mucho. Porque la verdad es que a mí no me dejaban hacer lo que tenía que hacer para la escuela. Había mucho trabajo. No voy a contar la historia de mi vida porque es muy doloroso. Por eso yo me acuerdo del mayor. Una guerra es fea, pero yo me sentía bien porque a mi alrededor estaba esa familia. Yo estaba feliz, me sentía muy bien ahí. Mis compañeros eran mi apoyo”. 

Cuenta Roberto que el encuentro con los Veteranos de Guerra con motivo del acto central lo hace sentir orgulloso de haber podido servir a la Patria. “Dios me bendijo. Ahora tengo una familia con mi esposa y todos los que me conocen me aprecian mucho”, agrega. 

¿Se ve identificado con alguna de las imágenes del conflicto?, “La que muestra a los soldados caminando con los bolsones de guerra”, responde.

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