Un equipo de periodistas de DEF visitรณ uno de los mรกs poderosos navรญos de la US Navy, durante 24 horas, caminรณ por sus hangares, dependencias y salas de operaciones. Hablรณ con altos jefes de la nave, pilotos y marineros de todos los rangos y especialidades.

En las รบltimas horas, zarparon, desde la Base Naval โPuerto Belgranoโ los destructores ARA โLa Argentinaโ, ARA โSarandรญโ y la corbeta ARA โEsporaโ, de la Armada Argentina, para realizar el ejercicio Passex โGringo-Gaucho IIโ con Estados Unidos.ย
La operaciรณn, de la que participarรก el portaaviones USS nuclear โGeorge Washingtonโ, tendrรก lugar entre el miรฉrcoles 29 y el jueves 30 de mayo.
Hace 14 aรฑos que un portaaviones nuclear de EE.UU. no ejercitaba con las tropas nacionales. De hecho, en el aรฑo 2008, DEF pudo subir al USS โGeorge Washingtonโ, cuando el portaaviones participรณ del ejercicio โUNITASโ con las tripulaciones militares de Argentina, Brasil y Chile. En esta nota, la experiencia desde las entraรฑas del buque.ย

El portaaviones USS George Washington desde sus entraรฑas
En alta mar, a 100 millas de Mar del Plata, a bordo del portaaviones USS George Washington. Asรญ comienza esta crรณnica (*). El enganche del Greyhound en la enorme nave, con los periodistas y fotรณgrafos de DEF es alucinante (la misma que experimentaremos mรกs tarde, al despegar empujados por una de sus cuatro catapultas). Nos sentimos como en el filme Top Gun.
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Y cuando se abriรณ la pequeรฑa rampa trasera del estrecho bimotor donde viajamos con casco, antiparras, salvavidas, cinturones de seguridad y otras yerbas, la imagen de los cazabombarderos Sรบper Hornet F-18 nos puso el corazรณn a mil. Lo que habรญamos visto en tantos y tantos filmes de guerra, estaba ahรญโฆ al alcance de la mano.

Las emociones de los enviados argentinos habรญan comenzado al mediodรญa de ese 4 de mayo, allรก por 2008. De la mano del capitรกn de fragata Sergio Sรกnchez, segundo comandante de la Base Aeronaval Espora, iniciaron su aventura marรญtima. Luego de volar durante casi 40 minutos y a los 34.53 grados de latitud sur y 050.25 de longitud oeste, se produjo el descenso en el portaaviones George Washington.
Como buenos anglosajones, los americanos nos recibieron con amabilidad yโฆ con una agenda bien cronometrada.ย
El suboficial Daniel Sรกnchez, de origen colombiano, y dos chaperones que no se despegaron de nuestro lado, los tenientes de corbeta Frederic Martรญn y Bill Urban, oficiales de Relaciones Pรบblicas, iniciamos la caminata por interminables pasillos. Como en un hormiguero, nos topamos con infinidad de marineros que iban y venรญan, hombres y mujeres. En esa especie de tรบneles, separados por aberturas redondeadas, llamaban la atenciรณn el brillo de los pisos, la limpieza, el orden y la identificaciรณn de cada lugar con paneles blancos y azules con nรบmeros muy visibles.

Portaaviones USS George Washington: entre una fuerte capacitaciรณn y un entrenamiento continuo
Despuรฉs de varias vueltas y de trepar por empinadas escaleras, nos recibiรณ el almirante Philip Cullom, comandante del Grupo de Portaaviones de Ataque 8, formado por cruceros, fragatas y destructores que acompaรฑan al GW, en su derrota de 800 kilรณmetros diarios. En una especie de sala de conferencias, con una decoraciรณn digna de un hotel cinco estrellas, explicรณ las tareas que realizan.
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Luego de destacar la calidad de los barcos y el desempeรฑo de las tripulaciones de la Argentina, Brasil y Chile, que participaron en el ejercicio UNITAS 2008 con los Estados Unidos, se refiriรณ a la necesidad de cooperaciรณn entre paรญses para la lucha contra el contrabando, el terrorismo y el narcotrรกfico en la regiรณn.

El protocolo marcaba la visita al capitรกn del buque. En el puesto de mando, sentado en su poltrona de cuero, el commanding officer David Dykhoff, dueรฑo de una batiente dentadura, develรณ el secreto de dirigir semejante navรญo. โTenemos que buscar buenos marineros, crear el ambiente para que desarrollen todo su potencial, reconocer el buen trabajo que realizan, poner de manifiesto a los que se destacan y darles autoridad a los que tienen la responsabilidad de liderar a otros, resaltรณโ.
Llegamos hasta uno de los hangares. Nos esperaba una espectacular puesta de sol que se colaba por estribor. Gente por todos lados. Y aviones con sus entraรฑas al aire, motores en reparaciรณn, tanques suplementarios de combustible en el techo y varios sailors sacรกndole lustre a un helicรณptero. Mรกs allรก, en uno de los enormes ascensores bajaban un aviรณn F-18. En ese entorno, donde trabajan efectivos que no pasan de los 21 aรฑos, hablamos con Stephanie Green yย Sean Finn, elegidos por sus propios compaรฑeros, el capitรกn y un grupo de jefes, como los marineros del mes.

En las entraรฑas del portaaviones USS George Washington
โยฟWhere is Pete Maverik Mitchell?โ, decimos apenas entramos en la sala de pilotos. Con una sonrisa generalizada,ย los hombres en traje de vuelo y camperas tachonadas de distintivos y emblemas nos invitaron a pasar. Una red camuflada colgaba del techo. En una pared, un trapo negro con una enorme calavera y dos tibias cruzadas de color blanco, hacรญa honor al histรณrico escuadrรณnย VFA-103 Jolly Roger de la Segunda Guerra Mundial, acompaรฑado por los emblemas de los Wildcats, Rhyno Improvements, Scorpion y ChekMate. En ese momento, habรญa 61 aviones y helicรณpteros embarcados, entre Hornet, Super Hornet, Prowler, Hawkeye, Viking,ย Hellos y Greyhound.

Nos acomodamos y escuchamos una detallada exposiciรณn sobre lo que hacen. โSe necesita una gran determinaciรณn para pilotear estas mรกquinas. Lleva tres aรฑos conocerlas para volarlas. Los pilotos tienen que ser fรญsicamente capaces de soportar varios dรญas en combate y hacer las maniobras sin erroresโ, expresa su jefe, el capitรกn Andrew Slim Whitshon.
En una sala de operaciones contigua, Troy Anderson dirige cada despegue y aterrizaje. โEl secreto es entrenarse para lo peorโ, asevera. En una de las pantallas que vigila con atenciรณn, aparece un grupo de marineros que ocupa toda la pista y la recorre a lo largo y ancho cada dos horas, para levantar cualquier desecho que haya quedado con el paso de los aviones.
El dรญa a dรญa de los tripulantes y el menรบ a bordo
ยฟCรณmo hacen para pasar seis meses sin fumar ni tomar alcohol y ni quรฉ hablar de relaciones sexuales?, es la pregunta del millรณn, ya en la sala de descanso de los suboficiales. Para Jeffrey Clark, el encargado deย todos ellos, el tema es sencillo. โNuestra polรญtica de a bordo es desalentar las relaciones รญntimas entre los marineros. Mantenemos la disciplina dรกndoles la oportunidad de hacer muchas cosas. Organizamos partidos de fรบtbol y bรกsquet y jugamos al bingo, a las cartas y hacemos karaokeโ (hay enormes gimnasios, salas de recreaciรณn y estar, un shopping, salas de juegos y hasta un pequeรฑo lugar para fumar). La clave estรก en la tarea diaria que despliegan los tripulantes, entre 14 a 16 horas. Por supuesto, el cansancio puede mรกs que todo.
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El segundo al mando, comandante David Dober, aporta su grano de arena. โNo fomentamos las relaciones amorosas; a veces se dan, pero no las alentamos. Hay reglas que no pueden romperse; por ejemplo, que un subordinado salga con un superiorโ.

La hora de la cena se nos vino encima. El comedor de oficiales estaba decorado sobriamente. Mesas con manteles y servilletas rojas. Todo era autoservice. Pasamos delante de los cocineros, tocados con el infaltable gorro y apuramos las vituallas. Habรญa para todos los gustos. Desde langosta, pescados, carne de vaca (nos aclara una dependiente), pollo, hasta ensaladas, vegetales hervidos, postres y toda clase de bebidas sin alcohol. โAcรก, como en el salรณn para suboficiales y marineros, siempre se puede comer. Se sirven pizzas, hotdogs, hamburguesas, papas fritas a toda horaโ, aclara el chef.
Al dรญa siguiente, el desayuno presentรณ el consabido cafรฉ con leche, jugos, facturas, tortas, tortillas, salchichas y las salsas a discreciรณn. Bien a la americana. Nos acompaรฑaba Fred, el capellรกn bautista, con quien entablamos una jugosa charla. โNo somos combatientes. Tenemos que servir a nuestros hombres, no importa que combatan, construyan un edificio o manejen un taxi. Debemos atenderlos lo mejor que podamos. Somos oficiales navales y ministros de Dios con todo lo que eso implica y no para aprender a combatir o dispararโ, expresรณ con convicciรณn sobre su funciรณn.

La visita tocaba a su fin. Como la frutilla del postre, presenciamos el ejercicio Gringo-Gaucho con la participaciรณn de los pilotos navales argentinos. En la despedida, saludamos al almirante Cullom. Un marinero le alcanzรณ una taza de cafรฉ. Lo miramos y le advertimos para que no le sucediera lo mismo que al capitรกn en la peli Top Gun, cuando Tom Cruise pasรณ rasante con el F-14 por el puente de mando y le hizo volcar el lรญquido caliente sobre su impecable camisa. โAhhh, a veces sucede…โ, respondiรณ con una sonrisa en perfecto castellano.
(*) Extracto del artรญculo escrito por Lauro Noro en la ediciรณn Nยบ 34 de revista DEF / Fotos: Fernando Calzada / US Navy.