La Unión Europea avanza en la creación de un muro de drones, una iniciativa que apunta a reforzar la seguridad en su frontera oriental ante, según denuncian, la creciente amenaza que representa Rusia en la región. El plan contempla el despliegue de sistemas de detección y neutralización de incursiones que incluyen drones de reconocimiento, sensores, vigilancia satelital, inteligencia artificial y tecnología antidrones.
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El proyecto fue impulsado principalmente por Alemania y los países bálticos y cobró fuerza después del ingreso de drones rusos en territorio polaco, incidente que dejó al descubierto las debilidades en la defensa europea.
Muro de drones: la nueva herramienta militar europea
El muro de drones europeo buscará crear una barrera tecnológica de alerta temprana que se extendería desde Noruega hasta Polonia. Su misión será rastrear y neutralizar aeronaves no tripuladas antes de que alcancen zonas pobladas o infraestructuras críticas, sin necesidad de desplegar recursos militares de gran costo como los cazas de la OTAN.
La idea, presentada en la Comisión Europea por su presidenta, Ursula von der Leyen, cuenta con un fuerte respaldo de Alemania, Polonia, Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania, los más expuestos a la frontera rusa. En Bruselas, uno de sus defensores más firmes es el comisario europeo de Defensa, Andrius Kubilius.

Por ahora no hay una cifra exacta del coste del muro de drones, aunque se habla de “millones de euros”. El sistema deberá actualizarse de forma constante para adaptarse a los avances tecnológicos y a las tácticas rusas.
El muro de drones podría incluirse en el próximo presupuesto multianual de la Unión Europea en 2026, pero especialistas advierten que esperar sería un error, dado el contexto de guerra. Bruselas busca movilizar un monto de hasta 800.000 millones de euros para un plan de rearme, aunque su concreción depende de la inversión de los Estados miembros.
Muro de drones: qué motiva esta iniciativa
Las razones detrás de esta iniciativa son múltiples y responden a un escenario de creciente tensión. La más inmediata fue la reciente incursión de drones rusos en Polonia, considerada el incidente más grave entre la OTAN y Rusia en décadas.
A esto se suma la violación del espacio aéreo de Rumania por un dron ruso, calificada por la Unión Europea como una “grave amenaza para la seguridad regional”. Ambos episodios expusieron las debilidades de la defensa europea y aceleraron la necesidad de contar con un sistema más ágil y coordinado.
A ello se suma el uso sistemático de drones baratos por parte del Kremlin, según señala Ian O. Lesser. Esto último, contrasta con el alto coste que supone para los países europeos utilizar sistemas de defensa aérea avanzados para neutralizarlos.

Esta asimetría genera un desajuste que obliga a Europa a buscar soluciones más económicas y sostenibles, sobre todo al considerar que es uno de los pioneros en incentivar la utilización de energías renovables y sostenibles.
También influyen los repetidos incidentes registrados en países vecinos, como Moldavia, Rumania, Lituania, Letonia y Bulgaria. Esto confirma que la amenaza no se limita a un solo territorio, sino que se extiende a toda la región del este europeo.
Finalmente, la UE remarca la necesidad de avanzar hacia una autonomía estratégica europea, reduciendo la dependencia militar de Estados Unidos y consolidando una capacidad propia de respuesta, frente a los desafíos de seguridad que plantea Rusia.
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La guerra en Ucrania, que pronto cumplirá cuatro años, transformó por completo la forma en que se concibe la defensa en Europa. El uso de drones se consolidó como un arma estratégica rusa, tanto en el frente ucraniano como en las fronteras de la OTAN.
Para Europa, el muro de drones no solo representa una respuesta militar a Rusia, sino también un paso hacia la consolidación de una industria de defensa propia, capaz de responder de manera más rápida, autónoma y coordinada ante futuras amenazas.