En una jornada organizada por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), funcionarios, académicos y miembros de las FF.AA. del país y la región debatieron sobre los desafíos del Atlántico Sur, en un mundo jaqueado por conflictos y la creciente rivalidad entre grandes potencias.
En el marco de una jornada que tuvo lugar en la UTDT, autoridades de Cancillería y del Ministerio de Defensa debatieron sobre la geopolítica del Atlántico Sur y la Antártida en el nuevo contexto global. Participaron, asimismo, representantes del estamento militar y académicos argentinos, brasileños y estadounidenses.

La apertura estuvo a cargo de la canciller Diana Mondino, quien puso énfasis en la necesidad de una “estrategia marítima integral” y habló de las grandes oportunidades que se abren para la Argentina, en colaboración con sus vecinos en el Atlántico Sur.
“Nadie puede gestionar lo que no conoce“, aseguró, por su parte, la secretaria de Malvinas, Antártida, Política Oceánica y Atlántico Sur, Paola Di Chiaro, quien dijo que “no podemos tener un Estado que no tenga información fehaciente de lo que pasa en nuestras áreas marinas”.

En ese sentido, Di Chiaro observó que “el desafío es generar una política pública, en términos estratégicos, para potenciar las oportunidades que nos presenta la geografía y que hacen a la geopolítica“. Entre los lineamientos generales de la política de nuestro país hacia el Atlántico Sur, mencionó el aprovechamiento de la llamada “economía azul“, la protección ambiental, el desarrollo humano y la gobernanza de los océanos.
“El Atlántico Sur es una cuestión estratégica“, completó. Habló de la necesidad de “preservar los derechos argentinos sobre la Antártida y respecto de la disputa de soberanía con el Reino Unido de Gran Bretaña con respecto a las Islas Malvinas, que está en el sentir de todos los argentinos”, añadió.

En su intervención, el embajador Carlos Sersale, director del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), señaló que “si bien hoy el Atlántico Sur no está dentro de los potenciales conflictos de la disputa global, en cualquier momento puede estar involucrado en caso de agudización de esos conflictos”.
Además de la preservación y custodia del Tratado Antártico, Sersale llamó a consolidar nuestras alianzas regionales con Uruguay, Chile y Brasil para “contener una malla de control y seguridad en el Atlántico Sur“. Además, mencionó la realización en forma bianual del ejercicio naval Atlas con Sudáfrica, que también tiene intereses en la Antártida.
Por su parte, el embajador Pedro Villagra, ex sherpa de nuestro país en el G-20, alertó sobre el impacto de los conflictos globales en la región, que se caracteriza hasta hoy por la ausencia de tensiones. Recordó la conformación en 1986, por iniciativa de Brasil y en plena Guerra Fría, de la Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZOPACAS).

“Argentina debe promover el multilateralismo, que, por definición, incorpora a países que piensan distintos y tienen diferentes concepciones del mundo, en la medida en que respeten el derecho internacional”, afirmó el experimentado diplomático, quien fue también secretario de Relaciones Internacionales de nuestra Cancillería.
“Una de las normas del orden internacional basado en reglas es que las disputas entre Estados se resuelven de modo pacífico y a través de la vía de la negociación”, enfatizó Villagra, quien dijo que ese es el marco para la solución de la cuestión Malvinas. “Hay que ir creando esas condiciones”, completó.

Otro de los focos de atención actuales en el Atlántico Sur es el problema de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. En ese marco, uno de los expositores de la jornada fue el investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y el Conicet, Eduardo Oviedo. Expuso un estudio que hizo sobre la conflictividad entre Argentina y China en materia pesquera en el Atlántico Sur.
“En la zona económica exclusiva (ZEE) argentina, hemos tenido cooperación pero también algunas tensiones por la incursión de barcos pesqueros chinos en nuestra ZEE”, manifestó Oviedo. Puntualizó, al mismo tiempo, que desde 2008 no existen licencias pesqueras del gobierno ilegítimo de Malvinas otorgadas a operadores chinos. “Los chinos han abandonado la pesca en la zona de Malvinas“, sintetizó.

Al analizar el panorama de las capturas de pesqueros chinos desde 1986, Oviedo señaló que el grueso de esas operaciones se dio a partir de 2012, año en el que el gobierno de Pekín lanzó su objetivo de “transformarse en una gran potencia marítima“. Recordó que China tiene cinco bases en el Continente Blanco, una de las cuales está en el sector antártico argentino.
“Si se eliminara el subsidio a los combustibles, que representa el 80% del costo operativo, no habría este tipo de pesca”, añadió. Por otro lado, lamentó que de parte de la Argentina no exista algún tipo de coordinación de políticas con otros países latinoamericanos que enfrentan los mismos problemas, como Perú, Ecuador o Chile, en la costa del Pacífico. Y, finalmente, mencionó el problema sensible de Montevideo, puerto en el que amarra y recarga combustible el grueso de esta flota que depreda nuestros mares.

Por su parte, el ministro consejero de la Embajada de Brasil en Argentina, Mauricio Fávero, reconoció que “China representa el más alto desafío a la civilización occidental, por su capacidad económica, por su capacidad militar y por el soft power que tiene y que tiende a aumentar”.
Sin embargo, agregó, “no hay que securitizar la ascensión de China“. “La pelea entre EE.UU. y China no es inevitable“, enfatizó, al tiempo que recordó que el gigante asiático hoy es el principal socio comercial de Washington.
En ese sentido, observó que el crecimiento económico chino ofrece oportunidades y que “no cabe a Argentina ni a Brasil perfilarse en contra de nadie, sino posicionarse a favor sus propios intereses“.
“Cuando se analiza la geopolítica actual y se observa el Atlántico Sur, la Antártida y la costa occidental de África como vecindad estratégica inmediata, Brasil considera que es más funcional a nuestros intereses tener una visión multipolar que una bipolar”, señaló Favero. Defendió que en el multilateralismo es posible establecer “alianzas de geometría variable“.
Remarcó la “asociación estratégica permanente” entre Brasil y Argentina, que, según señaló, deben estar “unidos por el anhelo de autonomía”. En ese marco, el Atlántico Sur es un espacio de interés común en el que debe primar la paz y la cooperación.

A su turno, el contralmirante Carlos Funes, director de Organización y Doctrina de la Armada Argentina, caracterizó al mar como “un ámbito de disputa por intereses contrapuestos“. “En ese sentido, la vigilancia y el control cobran una relevancia mayúscula”.
“La aceleración de las dinámicas para la obtención y el uso de estos recursos del mar confirma que la actividad marítima en general, y la comercial en particular, van a continuar incrementándose, poniendo de manifiesto la influencia del mar en las economías“, desatacó.
En ese marco, añadió: “El ordenamiento geopolítico del mundo muestra un escenario de competencia entre las potencias marítimas y también la aparición de nuevos actores, que están dispuestos a disputar la preeminencia de estas potencias tradicionales”.
“El desafío es ordenar el uso del medio marino en base a un equilibrio”, defendió Matos, quien apostó al “diálogo internacional” y el “trabajo multilateral para confrontar colectivamente las amenazas a nuestras vías de comunicación marítima y sus conexiones”.
Mencionó, como ejemplo de ese multilateralismo, el Área Marítimo Atlántico Sur, conformada por Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina. Nuestro país estuvo a cargo de su coordinación hasta marzo pasado y ahora la misma pasó, en virtud de la rotación en el funcionamiento, a la República Oriental del Uruguay.