¿Cómo se siente una persona cuando su cuerpo pesa seis veces más de lo normal, los brazos pierden movilidad, y la mente pierde fuerza? De acuerdo con el comodoro (retirado) Luis Briatore —quien hoy se dedica a difundir, en todo el país, la misión de la Fuerza Aérea Argentina y los desafíos de sus pilotos— así se pueden sentir los efectos de la fuerza g en la cabina de un avión de caza, como el F-16.
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Al ser consultado por DEF en el Museo Nacional de Aeronáutica, en Morón, el expiloto de Mirage explicó, con lujo de detalles, las tensiones físicas a las que se somete una persona al subir a un avión de estas características. Fue contundente: la velocidad y la aceleración llevan al límite a cualquier ser humano. Pero, en este caso, el piloto tendrá que dominar ese tipo de variantes y, su voluntad, será el factor determinante sobre el que se sostendrá el vuelo.

Un dato: Briatore también es conocido por su indicativo de vuelo, “Láser”. “Cuando empezamos a volar, tenemos que elegir uno y, luego, será el que nos acompañará durante toda la carrera y es el que utilizaremos en las comunicaciones.
Fuerza g: la diferencia de un piloto de caza con Franco Colapinto
Para entender qué ocurre en el aire cuando un piloto opera una aeronave de caza, hay que considerar que, si quiere alcanzar una velocidad de mach 2 en unos pocos segundos, se verá sometido a la aceleración, medida en fuerza g. Si lo hace en apenas 11 segundos, seguramente se acerque a las 6g: seis veces su propio peso.

Lo que explican en el ámbito aeronáutico es que someterse a ese factor está determinado por el tipo de maniobra más que por la velocidad. Y que, además, no es lo mismo hacerlo en un vehículo, como el que maneja el piloto de carreras argentino, Franco Colapinto, en la Fórmula 1, que en un avión de caza: los últimos deben lidiar con una fuerza vertical, es decir, se siente de la cabeza a los pies. En cambio, el automovilista de la escudería Alpine se enfrenta a una fuerza g lateral que afectará, fundamentalmente, a su cuello.
Además, los expertos aseguran que, cuanto más moderna es una aeronave (como los F-16), mayor capacidad de maniobrabilidad tiene. Por lo tanto, esos pilotos deben estar realmente preparados para resistir este tipo de presión. ¿Lo máximo que puede aguantar un ser humano? “Aproximadamente 9g”, aclaran.
“La sangre va a tratar de ir a los pies. Por eso, existen trajes anti-g que mitigan los efectos de esta fuerza”, cuenta Briatore.

Fuerza Aérea: equipos especiales para resistir la aceleración y la velocidad
¿Cómo funciona un traje anti-G? El oficial de la Fuerza Aérea detalla que presiona el cuerpo, fundamentalmente el abdomen y las piernas. La razón de este comportamiento: tiene que asegurar que el piloto no pierda el sentido de la vista, ya que, en tal caso, también perdería el combate.
“En el caso del F-16, que es el avión que vamos a operar a partir de diciembre, puede alcanzar 9g, fuerza a la que, normalmente, el piloto puede desmayarse. ¿Qué hicieron los fabricantes? Inclinaron los asientos 30 grados; de esa manera el corazón bombea menos sangre y evita que esta se vaya rápidamente de la cabeza. Otra bondad de la inclinación es que impacta en la columna”, detalló Briatore.

“La fuerza g produce daños”
En palabras de Briatore, en esta materia, es clave comenzar a hablar de la biomecánica aplicada a los pilotos de combate. Según cuenta, este abordaje considera el movimiento y su influencia en músculos, tendones, huesos y ligamentos por factores externos.
“En el caso de los pilotos de combate, la fuerza g produce daños, sobre todo en la columna vertebral”, contó, a la vez que, con el tiempo, esos problemas pueden verse agravados. Sin embargo, aclaró, la aviación evolucionó y sumó variantes en pos de cuidar a los pilotos: “Por ejemplo, se puso énfasis en el equipamiento y en el ángulo del asiento. Se incorporaron trajes anti-G para evitar el desvanecimiento y el encorvamiento de la columna o, incluso, chalecos para presionar el tórax”.
Además, el expiloto de Mirage subrayó que, incluso, hay especialistas que estudian los posibles daños que las maniobras pueden llegar a provocar en quienes vuelan las aeronaves. A ello se suma una serie de ejercicios en pos de fortalecer la zona lumbar. “Pensando en el combate aire-aire, donde el esfuerzo es mucho mayor, se practican posturas y se busca endurecer los músculos abdominales, cuellos y glúteos”, comentó.

En palabras de Briatore, existe una serie de factores que puede llegar a profundizar algunas dolencias, como la talla elevada, la falta de alineación, la frecuencia e intensidad del vuelo y una eyección: “Un piloto alto, con una columna más larga, puede verse más afectado que otro de talla baja. A eso se suma la postura, cuanto más recto el asiento, mayor daño sufre quien vuela la aeronave. Finalmente, es un problema si ese piloto debe eyectarse”.
Una eyección en primera persona
Luis Briatore vivió en carne propia una eyección mientras volaba un Mirage III, la aeronave desprogramada por la Fuerza Aérea en el 2015, momento que marcó la pérdida de la capacidad supersónica para el país.
“Esos factores mencionados yo los sufrí, sobre todo en la parte lumbar porque impacta directamente en las vértebras”, adelantó. ¿Qué le pasó al piloto de Mirage? “Mientras se acercaba el momento de tocar tierra, no bajaba el tren de aterrizaje. El avión puede alcanzar los 360 kilómetros en ese momento. En particular, el Mirage llevaba un tanque de combustible en la panza, así que la eyección era mandatoria. En ese momento uno puede sufrir hasta 12 o 20 de G”, respondió.

El arma secreta de la Fuerza Aérea en la Guerra de Malvinas
A propósito de su presencia en el Museo Nacional Aeronáutico, Briatore repasó brevemente el papel de la Fuerza Aérea Argentina en Malvinas: “El mundo se pregunta por el arma secreta de los pilotos en la guerra. No fue el avión, sino los valores que nos transmiten en la Escuela de Aviación Militar. Esos pilotos argentinos, sabiendo que corrían el riesgo de morir, fueron al combate y le encontraron la vuelta a la adversidad”.
Justamente, insiste el oficial, esos valores se mantienen a lo largo de la historia de esta institución e, incluso, serán los mismos que se apliquen a la hora de operar el nuevo F-16: “Vamos a utilizar el avión con responsabilidad y en forma correcta para que los impuestos que paga el ciudadano sean bien invertidos. Nuestra formación, que es integral, nos permitirá sobrevivir aun cuando no contemos con el material. Hoy celebramos que está llegando”.

Sobre el Mirage III, el avión supersónico que precedió al F-16, Briatore contó que se trató de un caza interceptor con una performance muy destacada. “Tengo 1.400 horas de Mirage, en este sistema tuve grandes satisfacciones. Con él fui numeral y jefe de Sección, de Escuadrilla y de Escuadrón. También formé a varios pilotos. En aquel momento, este avión era lo mejor que había en la Fuerza Aérea”, relató.
Asimismo, destacó la presencia, en el Museo, de dos aeronaves que marcaron el devenir de la Fuerza: el Sabre y el Dagger. Sobre este último, subrayó, hay que saber que cumplió importantes misiones en la Guerra de Malvinas.
Los secretos del Museo Nacional Aeronáutico
Junto a Briatore, el suboficial mayor (retirado) Walter Marcelo Bentacourt, contó que el museo que la Fuerza Aérea Argentina tiene en Morón se creó en el año 1960 y que, por entonces, ocupó parte del predio del aeroparque “Jorge Newbery”, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Finalmente, en la década del ´90, se mudó al aeródromo de Morón.

En la actualidad, el museo tiene 64 aeronaves, militares y civiles. Además, cuenta con salas didácticas y temáticas. “Muchas de esas piezas tienen un valor histórico muy importante, tanto a nivel nacional como mundial, como el avión Latécoère 25, de origen francés. El único ejemplar que hay en el mundo está aquí y tiene la particularidad de que fue tripulado por el célebre autor de El Principito, Antoine de Saint-Exupery”, contó.
Además de aeronaves icónicas, como el único Avro Lincoln que hay en el mundo o un Douglas C-47, el museo exhibe aviones que fueron probados en combate, como los Mirage, Pucará, A-4B y A-4C y Hércules C-130 y los helicópteros Chinook.

Sin dudas, este museo es un lugar que vale la pena visitar, no solo por su patrimonio, sino también porque, al recorrer sus instalaciones, es inevitable sentirse interpelado por la fascinación y pasión propias del ambiente aeronáutico. Allí, cada aeronave se exhibe como testimonio de la audacia del ser humano en los cielos.