Es innegable que el mundo castrense pasó al frente en un año marcado por la compra de los aviones F-16, la entrega de los primeros 10 TAM2C A2 modernizados y las modificaciones impulsadas por el presidente Javier Milei quien sancionó un nuevo decreto reglamentario de la Ley de Defensa.
Sin ir más lejos, una de las fotos más emblemáticas en relación con este tema fue la del presidente Milei junto a Victoria Villarruel en uno de los tanques modernizados de la Fuerza durante el último desfile militar con motivo del 9 de julio.
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Pero, ¿cuál es la lectura que hacen los principales especialistas sobre este primer año de gestión del ministro Luis Petri frente a la cartera de defensa? En esta primera entrega, la mirada de Fabián Calle, politólogo y director del Instituto de Seguridad Internacional y Asuntos Estratégicos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

Relaciones con Estados Unidos, Israel y la OTAN
-¿Cuál es tu mirada con respecto a la defensa nacional este primer año de gestión de Luis Petri?
-Defensa e inteligencia son las dos áreas que el gobierno de Javier Milei puso en sintonía de alineamiento con Estados Unidos, Israel y la OTAN. Creo que el Ministerio de Relaciones Exteriores, el de Economía y los de otras áreas tienen la asignación de una visión más global, porque deben interactuar más con China y, llegado el caso, con Rusia, Brasil y países del BRICS.
Ahí hay una división de tareas y la defensa e inteligencia nacional están muy focalizadas en este vínculo: dentro de esta interpretación de que el mundo es bipolar, en lo estratégico militar Argentina está más cercana a los Estados Unidos y a sus aliados, que a China. Pero eso no implica dejar de avanzar en temas tecnológicos y comerciales con el país asiático, como hace el propio EE.UU., que tiene millones de dólares en comercio bilateral, y aun así son competidores estratégicos (y cada vez más agudos).
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-¿Qué opinas sobre la compra de los F-16?
-Fue la decisión, pese a la crisis económica, de darle un lugar de importancia a la defensa nacional y terminar con más de doce años de decidir qué avión se compraba, si iba a ser hindú, coreano, ruso, francés… En el primer semestre, Milei lo decidió, inclinándose por el F-16 de Dinamarca.
Obviamente, existió la fuerte decisión de Estados Unidos de respaldar, no solo la compra, sino los sistemas de armas como los misiles AIM-9X Sidewinder y AIM-120D AMRAAM y las bombas guiadas. Era poco probable que ese sistema de armas se hubiera podido autorizar años atrás. Evidentemente, hubo una decisión de EE.UU., incluso pese a una eventual crítica británica o ruido regional -injustificado, porque Argentina empieza en menos 10– por el acceso de nuestro país a esos sistemas.

-¿Qué otros avances podés destacar?
-Otro punto importante es el tema de las negociaciones con Francia por los submarinos Scorpène. También se suma el empezar a poner en valor a Fabricaciones Militares y a buscar darle continuidad al programa de modernización del TAM con empresas como Elbit e IMPSA.
También se destacan los acuerdos estratégicos que se están comenzando a firmar con Israel en materia de ciberdefensa y otras áreas. Son muy importantes. El viaje del ministro Petri a Israel, hace pocas semanas, fue parte de eso.
También se está tratando de avanzar, el año que viene, en otro viejo proyecto que es el de los vehículos 8×8. Todo indica que el año que viene Argentina puede llegar a tomar una decisión en ese sentido, quizá sea el Stryker, que es el vehículo más probado en combate de ese tipo.
“Se deja de mirar a la defensa y a la seguridad con anteojeras”
-¿Cuál es tu opinión sobre el decreto que modifica la Ley de Defensa para autorizar a las Fuerzas Armadas a actuar frente al terrorismo?
-Es otro aspecto importante. Es comenzar a adaptar la legislación argentina a lo que hacen todos los países normales del mundo, incluyendo Chile. Se deja de mirar a la defensa y a la seguridad con las anteojeras de hace 40 o 50 años atrás: es adaptarse a la realidad sin dogmas, ideología, revanchismos y, básicamente, con sentido común.
Creo que la decisión de los últimos días, de hacer más fluida y articulada la relación entre defensa y seguridad, no es más que imitar lo que hacen los países normales, sean gobernados por la izquierda, la derecha o el centro.

-¿Por qué pensás que no se había tomado esa decisión?
-Considero que la mala intención y los intereses extranjeros (que operan sobre algunos connacionales) ataron las manos de la defensa argentina.
Argentina se transformó en un muñeco de sal que se quedó mirando hacia atrás mientras el mundo siguió avanzando y adaptándose al mundo de la post Guerra Fría, post 11 de septiembre, y de la Guerra de Ucrania. Mientras, nosotros seguimos como si estuviésemos en el año 1984, saliendo de la dictadura.
Distinto es lo que pasa en el Chile de Gabriel Boric -con Maya Alejandra Fernández Allende, la nieta del expresidente Salvador Allende como ministra de Defensa- donde se han militarizado (y cada vez más) el norte del país y las zonas de la Araucanía, donde existe agitación insurgente. Allí las Fuerzas Armadas tienen su rol. Entonces, no es ideológico, es sentido común.

-¿Crees que se buscó revalorizar a los militares?
-Es otro punto valioso: darles importancia, incluso en la difusión y en las redes sociales, y mostrar el respeto a las Fuerzas Armadas. Fueron a sus ceremonias, les hablaron de temas profesionales y no los castigaron para dejar contentas a las minorías de izquierda.
Se recuperaron los símbolos patrios, el orgullo y los desfiles. Son cosas que hacen al plano de lo no material, que es muy importante para los jóvenes que se incorporan a las Fuerzas (o quieren hacerlo).
Además, destaco que hay un renacer del patriotismo y del arte de la guerra en la juventud que, obviamente, la izquierda y otros sectores lo ven horrorizados porque consideran que cualquier persona que habla de defensa es fascista o cualquiera que quiera que Argentina tenga poder militar desea un golpe de Estado.
Esa es gente mal intencionada. Incluso, estamos en un país donde el sector empresarial se empieza a interesar por la geopolítica, la minería, el Atlántico Sur, Vaca Muerta, el gas, y el petróleo: hay una demanda del establishment económico de entender un poco mejor esos temas.