“A 25.000 pies de altitud, no hay margen para errores. En esas condiciones, el oxígeno es escaso, el juicio se nubla y la reacción debe ser instantánea. Para los pilotos de combate, acostumbrados a operar bajo presión extrema, conocer cómo reacciona su cuerpo a la hipoxia no es opcional: es una necesidad crítica de supervivencia”, explican desde la Fuerza Aérea Argentina, donde el Programa F-16 “Peace Condor” avanza contrarreloj a la espera de la llegada de los primeros aviones F-16 Fighting Falcon comprados por Argentina a Dinamarca.
¿Por qué la explicación?, resulta que en este momento, en el Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica y Espacial (INMAE) los futuros pilotos de las aeronaves de caza se están entrenando para volar los aviones supersónicos en un ambiente controlado, hermético y presurizado.
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La falta de oxígeno en una aeronave de combate
Volar el F-16 no será tarea fácil para el exclusivo grupo de pilotos de la Fuerza Aérea Argentina que fueron seleccionados para operar la nueva aeronave comprada a Dinamarca.

Según explican desde la Institución, el entrenamiento es intenso e incluye la exposición deliberada a condiciones hipobáricas, que simulan vuelos a gran altitud.
“Se entrenan para operar con aeronaves de combate de última generación en escenarios de alta complejidad operativa”, destacaron y agregaron: “Lejos de ser un ejercicio de laboratorio, este entrenamiento tiene una dimensión operacional concreta. Los pilotos de caza, especialmente los que se preparan para operar plataformas como el F-16, están expuestos a condiciones extremas de altitud y velocidad. Saber cómo responde el cuerpo en esos momentos es una ventaja táctica y, muchas veces, la diferencia entre volver a base o no hacerlo”.
El dato: la Fuerza está habituada a este tipo de entrenamientos, pues es una exigencia que tienen que aprobar todos los aviadores de las unidades de combate: “No importa qué avión se vuele, los efectos fisiológicos de la altitud afectan a todos por igual”.
¿Qué es la hipoxia y por qué afecta a los pilotos de combate?
Desde la Fuerza Aérea Argentina resumieron: la hipoxia ocurre cuando el cuerpo recibe menos oxígeno del necesario.

¿Por qué afecta a los aviadores?, básicamente porque a medida que una aeronave asciende -y la presión atmosférica disminuye- la oxigenación cerebral se reduce, “afectando de forma progresiva la capacidad de pensar, coordinar y reaccionar”.
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Ante ese panorama, un piloto puede sentir mareos, cosquilleo, visión borrosa, euforia y hasta una falsa sensación de bienestar. “Lo peligroso es que muchas veces el piloto no se da cuenta de que está siendo afectado. En altitudes superiores a los 20.000 pies, el Tiempo Útil de Conciencia (TUC) puede reducirse a menos de un minuto. Y cuando eso ocurre durante una misión, no hay segunda oportunidad”, indicaron, al tiempo que, uno de los pilotos, contó que -en ese contexto- si le piden escribir su nombre, apenas puede sostener una lapicera.

En detalle, así fue el entrenamiento para los pilotos de F-16
Según detallaron desde la Secretaría General de la Fuerza Aérea, con el objetivo de que cada piloto pueda identificar los síntomas de hipoxia, se simuló una situación a 25.000 pies de altitud. “No se trata de resistir, sino de reconocer el umbral antes de que la conciencia se pierda”, indicaron.La simulación se realiza bajo estricta supervisión de médicos, psicofisiológicos, instructores y personal de evaluación vestibular. “Se monitorea la actividad cerebral, cardíaca, muscular y respiratoria. La cámara cuenta con dos compartimentos presurizables de manera independiente, permitiendo maniobras rápidas de descompresión y control total sobre las condiciones del entorno”, aclararon.